Damián se sentó en el auto. Milena, desde el asiento del copiloto, giró la cabeza y dijo suavemente:— En media hora comenzará la reunión mensual del grupo, señor Balmaceda. Por favor, revise los materiales primero.Damián hojeó distraídamente algunas páginas, pero estaba inquieto, como si algo estuviera a punto de suceder.Dejó los documentos y le indicó a Milena:— Cancela la reunión, cámbiala para mañana.Milena se sorprendió.Más tarde, Damián condujo solo hasta el apartamento de Aitana.Durante este tiempo, cuando la extrañaba intensamente, venía a ver el lugar, lo limpiaba y preparaba una comida. Fingía que Aitana seguía allí, que aún eran marido y mujer, que ella abriría la puerta de repente y diría: "Damián, ya llegué."Damián, ya llegué.Pero ahora, incluso oírla decir una palabra se había convertido en un lujo inalcanzable.Como siempre, limpió el apartamento, cambió un ramo de rosas blancas y trajo ingredientes frescos. Solo cuando estaba ocupado, Damián encontraba algo de p
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