~Pov de Alisha~ Durante el almuerzo con Damien hablamos de mi nuevo departamento y otras cosas triviales, al terminar unos minutos despues él me invita de nuevo a su oficina para verificar el contrato que llevaremos acabo entre las partes para el desarrollo del proyecto. Tenemos que dejar todo solucionado con los puntos claros para que no tengamos futuros inconvenientes. >>No deseo sorpresas>Debe ser algo importante<< —Esperame regresare en un momento—me indica antes de salir de la oficina guiñando su ojo. Sonrió mientras asiento y despues de que ellos de retiran comienzo a validar algunas cosas en mi computadora. ~°•°~ Unos cinco minutos despues la gran puerta de la oficina se abre,

~Pov del Narrador~ Elizabeth sintió que su mundo se dividía en dos esa mujer era la novia de Damien y la ponía sobre ella. Prefería a esa mujer que a ella había soportado cuando se enredo con una mujer y se había acostado con ella hace unos cuatro años, también había aguantado toda la humillación de sus amigos por el año que Damien se portó cómo un loco en bares y con putas en Italia. Y cuando se comunicó con él para pedirle ayuda no fue capaz de contarle que había tenido un hijo porque aunque lo mando a investigar y seguir no descubrió que estaba con Alisha. >>¿Cómo se me fue a pasar por alto esa mujer?>Ya verás perra. No te la voy a dejar fácil<< Sentenció apretando sus puños con tanta intensidad que sus uñas se clavaban en sus palmas dejándolas mar

~Pov de Helena~ —Hola, princesa— La voz de Cris, ronca y familiar, me envolvió desde el otro lado de la línea, y me tumbé en mi cama, sintiendo cómo el colchón me acogía. —¿Hola, Cris, cómo estás?—pregunté, mordiéndome el labio inferior. Era increíble cómo solo escuchar su voz desataba una estampida en mi pecho. —Bien, princesa. Acabo de llegar a mi departamento, fue un día largo, pero escucharte lo mejora todo—respondió, y pude oír su suave respiración a través del auricular. Una sonrisa boba se dibujó en mi rostro, una que intentaba disimular, pero que sé que me delataba hasta la médula. —Helena, ya está la cena—la voz de Alisha irrumpió en mi burbuja. Entró en la habitación, ya buscando su ropa para cambiarse. —¿Estás ocupada, princesa?—inquietó Cristopher, y un ligero sobresalto me hizo levantarme de la cama. —Es Alisha que me está indicando que ya está la cena— le expliqué, gesticulando a mi amiga para que bajara el tono. Ella, con una sonrisa pícara y un giro de ojos,

~Pov de Alisha~ Luego de despedir a Helena, me apresuré a alistarme. La emoción de la mudanza me llenaban de energía. Salí de la casa de los padres de Helena, despidiéndome de ellos, quienes con cálidas sonrisas me expresaron lo felices que estaban por nuestros logros, las palabras de aliento resonaban en mi mente mientras conducía hacia mi departamento. En el camino, solo deseaba que a mi amiga le fuera de maravilla en su nueva aventura. Al llegar a mi antiguo departamento, Damien me esperaba. Llevaba un conjunto deportivo: sudadera y tenis, lo que me hizo sonreír. —¿Hola, por qué estás aquí?—le pregunté, mientras lo saludaba con un leve beso en los labios. Sentir sus labios sobre los míos era un ancla, un recordatorio de que no estaba sola. —No te iba a dejar sola—exclamó, su voz llena de un cariño que me derritió. Y ahí estaba su confirmación. Juntos, ingresamos a mi departamento y terminamos de organizar las últimas cajas, el aire vibrando con la anticipación de lo que ven

~Pov de Cristopher~ Después del almuerzo, continuamos la tarde en el jardín trasero de la casa, frente a la piscina. Mi padre y mi hermano seguían bebiendo y charlando animadamente. Estar allí con Helena a mi lado me hizo sonreír; recordé que fue en ese mismo lugar donde vi su fotografía por primera vez, el instante exacto en que mis sentimientos por ella nacieron. Agradecí al destino por haberla traído hasta mí. Notando que lucía un poco cansada, me incliné y le susurré: —¿Te llevo a casa? Ella asintió con su bello rostro. Me levanté y me dirigí a mis padres: —Llevaré a Helena a casa. Inmediatamente, ellos se pusieron de pie también. —Claro, hijo —aprobó mi padre con una gran sonrisa. Helena se inclinó ligeramente hacia él. —Gracias, y fue un placer conocerlo, señor. Mi padre la tomó de las manos y le dio unas palmaditas cariñosas en el hombro. —¡Ay, no, hija! Eres bienvenida cuando quieras. Me alegra mucho que mi hijo tenga una novia como tú, es muy afortunado. Mi madre s