KIERAN:Corrimos entre los árboles siguiendo a Ragnar, mientras mi mente intentaba procesar cómo era posible que un aquelarre completo y Crimsonox hubieran caído en una trampa tan simple. Atka se agitaba inquieto, presintiendo que algo no encajaba. —¡Por aquí! —señaló Ragnar, guiándonos hacia un claro. La escena que encontramos era surrealista. La malla eléctrica formaba un domo perfecto, y dentro, el aquelarre completo parecía más irritado que asustado. Crimsonox lanzaba rayos de energía pura contra la barrera, que absorbía cada impacto como si se alimentara de él. —Esto no es tecnología humana común —murmuré, observando los símbolos que brillaban en la base de la malla—. Alguien ha combinado magia antigua con tecnología moderna. —¡Kieran! —gritó una de las brujas—. ¡Esta trampa está diseñada específicamente para criaturas mágicas! Mi sangre se heló. Solo alguien que conociera nuestros secretos podría crear algo así. El traidor no solo había vendido a la manada, sino que co

KIERAN:Ragnar asintió y se retiró con sus hombres. Me detuve un momento, sintiendo la energía de mi territorio vibrar bajo mis pies. El vínculo con mi manada me permitía sentir su miedo, su rabia, pero sobre todo su lealtad. Sarah había cruzado una línea que no tenía retorno.  —Claris, Clara —llamé mentalmente a las gemelas—. Necesito que se mantengan a nuestro lado. Los lobos del norte no saben con quién se han metido —gruñí, dejando que mi lobo emergiera.  Me transformé en mi forma más letal, Atka. El Alfa de Alfas estaba a punto de demostrar por qué ostentaba ese título. El aire en los límites era denso, alimentado por el caos que Sarah había traído consigo. Cada paso que daba sentía su presencia: familiar, pero distorsionada, una parte rota que alguna vez fue íntima y valiosa para

KIERAN:Salimos de la casa mirando todo alrededor. A primera vista, todo parecía normal; sin embargo, para los ojos expertos de los lobos, pequeñas incoherencias, olores diferentes, lobos que no reconocía y cachorros que me miraban con asombro nos decían que habíamos cambiado. Los pasos precipitados de un pequeño lobo me hicieron girar. Era mi primo Gael, quien se convirtió en humano a mi lado. No dijo nada, pero caminó junto a mí con sus ojos agudizados.—Vayamos a la empresa —ordené a todos, dirigiendo mis pasos hacia el auto—. Necesitamos entender. Nadie me contradijo. Al llegar a la empresa, todo parecía igual, pero al mismo tiempo diferente. Al entrar a mi despacho, me senté y comencé a revisar los papeles que había sobre la mesa. Para mi asombro, había regresado al futuro en que había iniciado todo, unos días antes de contratar a Claris.Rafe y Fenris esperaban sentados frente a mí las órdenes. Saqué el libro de mis padres, que siempre llevaba en mi pecho. No estaba iluminado.

CLARIS:No sabía lo que estaba sucediendo. Los rumores sobre la nueva adquisición de la empresa en la que trabajaba por un jefe estricto tenían a todos nerviosos. Cuando me llamaron a la dirección, fui asustada. Mi asombro fue muy grande al ver al jefe. Era muy apuesto y mi corazón saltó alborotado con solo verlo. Respiré profundamente y me senté frente a él; lo que vino después solo me llenó de confusión.Aunque todo me resultaba sospechoso, no me importaba. Si alguien podía curar a mi hermana gemela, lo demás era insignificante. Llamé a mamá explicándole todo, y me dijo que venía enseguida. Sin embargo, al llegar me encontré con una señora en la entrada.—¿Y tú quién eres? —me preguntó sin saludarme.—Soy la nueva asistente de la dirección, Claris —contesté enseguida—. ¿En qué puedo ayudarla?—Soy la prometida del jefe y su asistente personal —contestó Sarah para mi asombro—. Tú debes ser mi suplente hasta que me ponga bien.—Oh, lo siento, que se ponga bien pronto —dije caminando c

CLARIS:Lo miré, tratando de adivinar lo que escondía, mientras en silencio comenzaba a llenar la maleta.  —¿Hará frío o calor? ¿Por qué tenemos que irnos ahora como si escapáramos de algo? ¿Puede hablar claro conmigo? Todo esto me parece extraño —dije, intentando mantenerme calmada, aunque por dentro todo en mí gritaba de incertidumbre.  Los ojos de Kieran brillaron, y fue entonces que sentí un escalofrío recorrerme. Lo mismo que había visto en el despacho con Fenris: ese destello dorado, lejano a cualquier explicación lógica.  —Claris, no hay nada detrás de esto. No busques misterios donde no los hay. Es cierto que… —pausó, como si medir cada palabra fuera crucial— que para ti es precipitado, pero no para nosotros. Estamos en medio de una expansión; ese es el verda