222. UNA LEVE ESPERANZA
KIERAN: Después de dejar a mis hijos en compañía de Farel y Gael, me aseguré de que ambos quedaran tranquilos. Gael estaba inquieto. Su rango de omega lo llevaba a buscar refugio constante junto a mí, su alfa. A pesar de ser un médico excepcional, sus emociones solían desbordarse, y la traición de Sarah, su destinada, aún cargaba su espíritu con un peso indescriptible. Acepté su presencia porque, de alguna manera, su compañía me aportaba equilibrio; me hacía reflexionar con claridad cuando todo parecía derrumbarse a mi alrededor. La visión de Gael, pequeño y vulnerable, jugando con mis hijos como uno más de ellos, llenaba el hogar de una calma ilusoria, de una normalidad aparente que me ayudaba a seguir adelante. Los dejé con su risa fundida en el aire y me dirigí al despacho, seguido por Fenris. Ambos co
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