Capítulo: Cerrar círculos, abrir caminosLa noche caía tranquila sobre la casa. Después de semanas llenas de tensión, lágrimas y palabras duras, el silencio en el hogar de Georgina y Alberto ya no dolía tanto. Se había vuelto un silencio de reflexión, de abrazos sinceros, de pasos nuevos.En la habitación principal, la luz cálida de la lámpara de noche bañaba la cama matrimonial, donde Georgina estaba sentada, abrazando sus propias rodillas, en silencio. Alberto salió del baño y al verla así, se sentó a su lado, sin decir palabra.—Necesito hablar con vos —dijo ella, al fin, con la voz apenas un susurro.Alberto la miró con atención.—Claro, amor. ¿Qué pasa?Georgina tragó saliva. Sus ojos se nublaron con lágrimas que ya no podía contener.—Quiero pedirte perdón —murmuró—. Por no haber sido la madre que nuestras hijas necesitaban.Alberto intentó hablar, pero ella alzó una mano, pidiéndole silencio.—Déjame decirlo todo, por favor. No quiero seguir con esto en el pecho. —Sus ojos se p
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