Un Milagro en CaminoEl embarazo de Georgina avanzaba sin complicaciones, y en cada semana que pasaba, el amor en la familia crecía exponencialmente. La noticia de que esperaban un varoncito había llenado de emoción a todos, especialmente a Alberto, quien desde que supo que iba a ser padre nuevamente, no podía dejar de sonreír. Paula y Eleonor estaban felices, y cada día hablaban con la pancita de su mamá, llenándola de besos y caricias, emocionadas por conocer a su hermanito.El día de la ecografía de revelación de sexo había sido inolvidable. Georgina estaba nerviosa, no por saber si era niño o niña, sino porque aún no terminaba de creer que la vida le estuviera regalando algo tan hermoso.—¿Lista, amor? —preguntó Alberto, entrelazando sus dedos con los de ella mientras esperaban en la sala de consulta.—Lista, pero nerviosa —confesó Georgina con una sonrisa tímida.—Todo va a estar bien —le susurró Alberto, besándole la mano—. Sea niño o niña, este bebé ya es el más amado del mundo
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