— Sí, todo gracias a tu ayuda.— Entonces esta noche quiero que me acompañes a cenar —dijo Vivian, agarrando su brazo y balanceándolo suavemente.Silvia pensó que, ya que el plan había sido aprobado, podía aceptar.— De acuerdo, yo te invito a cenar.— ¡Sí!Tan pronto como Vivian salió de la sala de consulta, hizo una llamada.— Daniel, ven a recogerme después de clases. Quiero que me acompañes a cenar... ¿Qué? ¿Una reunión? ¡No! Daniel, tienes que venir por mí, o te arrepentirás, no lo olvides.Al escuchar que finalmente accedía por teléfono, Vivian mostró una sonrisa triunfante.En la entrada de la Universidad Santa Mónica, un Porsche Cayenne negro estaba estacionado, llamando la atención de algunos estudiantes que salían de clases.Vivian, tirando de Silvia, buscaba por todas partes.— ¡Allí está! —exclamó emocionada mientras corría hacia el auto.Al ver el vehículo, Silvia se sobresaltó al darse cuenta de que Vivian también había llamado a Daniel.Daniel ya había visto a Silvia, pe
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