Conociendo a los amigos.
RELATA DAYANA. Al llegar a mi recámara, me lanzo en ella, quedo mirando hacia el tejado y suspiro mientras río como una loca enamorada. Jamás imaginé ser la mujer que él quisiera en su vida; para mí, era un sueño hecho realidad. Antón Montalvo estaba enamorado de su secretaria, ¡o sea, yo! Abrazo mi almohada e, imaginando una vida junto a él, me quedo dormida. Al día siguiente, despierto con una actitud más emocionante. Las energías que tenía reprimidas las saco a flote y expreso en cada acción mi felicidad. Llego a la oficina con una gran sonrisa. Rous me pregunta por qué estoy tan feliz, y no le digo el motivo, pues esto seguirá oculto hasta que Antón me diga que lo revelaremos. Cuando la puerta del elevador se abre, esbozo un suspiro. —Buenos días —digo. Él asiente con un movimiento de cabeza, pasa de largo, se detiene en la puerta y, de espaldas, me habla. —Dayana, le espero en mi oficina —dejo ordenado mi escritorio y, tratando de que no se note mi emoción, porque la mirada
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