“¡Ese bastardo!”.Tatum gritó, dando un puñetazo a la pared de su oficina, con el corazón latiéndole con fuerza y toda su aura envuelta en una ira visible.“Cálmate”, dijo Leila, sin sentir ella misma ninguna calma. Tatum lo notó, lo que solo consiguió enfurecerlo aún más.Era como si no pudieran tener un maldito respiro. Las cosas seguían pasando de una crisis a otra y todo era culpa de un hombre que ejercía demasiado poder, que se le estaba subiendo a la cabeza.Era completamente inaudito que un Alfa nombrara a otra persona como Alfa en funciones mientras él seguía vivo y, más aún, si eso llegara a suceder, Theo, su beta, habría estado en mejor posición para recibir ese honor, no el maldito Trent.Siseó, golpeando frenéticamente la mesa mientras miraba fijamente el mensaje de advertencia que habían recibido sobre Amara. Todo esto sin duda era obra de Carmela y Antonio, en su maldad, estaría más que dispuesto a complacerla.Quienquiera que les había enviado esta advertencia de
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