El Hotel-Romaní se mantuvo en pie con la misma apariencia de siempre: elegante, algo antiguo, envuelto en un silencio que no incomodaba, sino que invitaba a escuchar más allá de lo evidente.Pero dentro de sus muros, algo había cambiado.Nick ya no era el mismo joven inseguro que había cruzado por sus puertas buscando una nueva vida. Lo que encontró fue más de lo que imaginó, y menos de lo que temía. No había respuestas claras, ni fórmulas mágicas. Solo un proceso lento, profundo, a veces doloroso… pero necesario.El espejo seguía colgado en la pared de su habitación. Ahora cubierto con una tela fina, no por miedo, sino por elección. Nick lo había enfrentado, y entendió que aquello que más le dolía no era lo que el espejo mostraba… sino lo que él mismo había ignorado por años.Por las mañanas, caminaba por los pasillos con serenidad. Saludaba a los empleados, charlaba con los huéspedes, y en ocasiones ayudaba a Roger con los relatos recopilados: pequeñas historias escritas en hojas su
Leer más