El sonido de los pesados pasos de Nikolay resuena con un eco ligero a lo largo de todo el pasillo mientras camina con la misma arrogancia de siempre, solo que ese día se siente más presente que nunca, la sonrisa cruel no ha dejado de curvar sus labios desde el día anterior, mostrando a cada segundo su desquiciado gesto de pura soberbia. Sus muñecas se encuentran sujetas por las esposas, pero aquello no parece importarle en lo más mínimo. Su andar es seguro, tranquilo, como si nada de aquello tuviera importancia y él fuera quien controlara aquel lugar. Y, en cierto modo, él realmente lo cree.Cuando el guardia lo hace detenerse frente a la puerta del privado, no sabe quién lo espera al otro lado, si su abogado o uno de aquellos dos idiotas, pero la expectativa solo añade diversión a su ya de por si buen humor. El guardia abre la puerta y él se toma un momento antes de llevar su mirada al interior, en cuanto la figura de Anastasia se hace visible, Nikolay no puede contenerse y suelta un
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