FreyaEl castillo había sido el espacio en el que siempre había soñado vivir desde pequeña. Pensé que iba a ser el mismo, y, sin embargo, solo habían pasado unos años para que todo cambiara radicalmente. Eran las mismas paredes, con los mismos adornos y arreglos. Eran las mismas guerreras protegiendo a Su Majestad, con los mismos trabajadores y consejeros. Y, sin embargo, los cambios no estaban en las paredes ni en las decoraciones.Todo comenzó cuando llegaron las lunas humanas, mostrándonos que nuestro mundo era diferente, no solo de lobos. Lo veía cuando escuchaba la risa de Eva, la ilustre guerrera, en los pasillos bromeando. En Margarita, que había despertado de un sueño aún más largo que el mío. Solía encontrarla en la biblioteca, discutiendo incluso con Su Majestad, mientras Fabrizio la veía con orgullo. Lo veía en las hechiceras, rondando el castillo, despertándolo con sus poderes. Y lo veía, por supuesto, en mi señor: un rey con una mate poderosa, una mujer buena, amable, una
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