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Todos os capítulos do Los Guardianes del Éter : Capítulo 11 - Capítulo 14
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11. Entre las sombras y el silencio
La madrugada envolvía el campamento improvisado con un manto frío y nebuloso. El grupo se había refugiado en una cueva que Marcos había encontrado en el borde de un acantilado. Aunque estaban fuera del alcance de sus enemigos inmediatos, el peligro acechaba en cada rincón.Tara no podía dormir. Su mente giraba en espiral, repasando cada detalle del ataque, los gritos de las gemelas, las miradas de desesperación en los rostros de su familia. Aunque habían sobrevivido, la sensación de incertidumbre la mantenía en constante alerta. Caminó hacia la entrada de la cueva, buscando la frescura del aire y un momento de tranquilidad.Allí estaba Tobías, de pie, observando la oscuridad con la misma intensidad con la que siempre analizaba las situaciones. No dijo nada cuando Tara se acercó. Solo se mantuvo firme, como si su presencia fuera natural, casi necesaria en ese espacio compartido.—¿Algún movimiento? —preguntó Tara en voz baja, rompiendo el silencio.Tobías negó con la cabeza, sin apartar
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12. Ecos del pasado
La luz del amanecer apenas había comenzado a iluminar el horizonte cuando el grupo se puso en marcha nuevamente. El peligro de los exploradores desconocidos seguía acechando, pero Tara y Tobías, al igual que el resto, se mantenían alerta, sintiendo que cada paso los acercaba más a una confrontación inminente. La tensión entre ellos, sin embargo, no era solo por el peligro. Había algo más, algo que no podían ignorar, una tensión emocional que había crecido entre los silencios compartidos y las miradas que se cruzaban sin ser intencionadas. El camino hacia las montañas era rocoso y empinado, pero Marcos lideraba el grupo con determinación, revisando cada piedra, cada sombra que pareciera fuera de lugar. No podía permitir que los atraparan desprevenidos. Mientras avanzaban, Tara sentía el peso de las miradas de sus compañeros, como si todos, de alguna manera, estuvieran conscientes del cambio sutil en la dinámica entre ella y Tobías. La noche anterior había marcado un antes y un despu
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13. Cambios Sutiles
La niebla se disipaba lentamente mientras el grupo se detenía ante las ruinas. Ante ellos se erigía un santuario olvidado por el tiempo, cubierto de musgo y enredaderas. Las columnas que alguna vez debieron sostener un techo majestuoso ahora estaban quebradas, como si el propio cielo se hubiera desplomado sobre él. —¿Esto es todo? —preguntó Lysanne con una mezcla de incredulidad y decepción en su voz. Marcos caminó hacia el centro del lugar, estudiando los símbolos antiguos tallados en las piedras. Tara, por su parte, no podía evitar sentir una extraña energía en el aire, como si las ruinas estuvieran cargadas de un poder que todavía latía bajo la superficie. —Este santuario no es lo que parece —dijo Tobías mientras se acercaba, sus ojos recorriendo cada detalle—. Está escondiendo algo. Tara se agachó junto a una de las piedras, tocando su superficie rugosa. Casi de inmediato, una corriente de energía recorrió su cuerpo, haciéndola retroceder instintivamente. —Aquí hay magia —susu
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14. El santuario del fuego
ara pasó la yema de los dedos sobre la pared del santuario, sintiendo la rugosidad de la piedra fría bajo su tacto. A pesar del polvo acumulado por los años, las inscripciones aún eran legibles, talladas con una precisión inquietante. Tobías se mantuvo a su lado, en silencio, analizando cada símbolo con el ceño fruncido.—¿Entiendes algo? —preguntó ella en voz baja.—Algunas palabras me resultan familiares —respondió él, sin apartar la vista de los grabados—, pero el significado completo… aún se me escapa.El aire dentro del santuario se sentía más denso, como si la atmósfera misma estuviera cargada de un peso invisible. Tara intentó ignorar la sensación de opresión que se aferraba a su pecho, pero su instinto le gritaba que debían tener cuidado.—No me gusta esto —murmuró Lysanne, abrazándose a sí misma—. Algo nos está observando.El silencio que siguió a sus palabras fue más aterrador que cualquier sonido.De repente, una ráfaga de viento recorrió el pasillo, apagando algunas antorc
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