Mateo la examinó de arriba abajo y soltó una risa despectiva: —¿No te dolía el estómago? Te veo bastante bien.Bajo su mirada penetrante, Sofía sintió como si hubiera visto a través de su pobre actuación.—Sin ti en casa, no tengo con quién hablar, me siento tan sola...Mateo la interrumpió bruscamente: —Si estás aburrida, lee o estudia, haz lo que sea. ¿No eres estudiante? ¿No tienes clases? ¿No ibas a hacer un posgrado?—Si tienes tanto tiempo libre, veo que María está ocupada, ¿por qué no la ayudas?Sofía balbuceó sin poder responder.Mateo la miró con ojos fríos como el hielo; había visto sus trucos tantas veces, ¡eran tan básicos y torpes!Cuando se dio la vuelta para irse, un cuerpo suave se le pegó por detrás, con brazos que le rodearon firmemente la cintura.Mateo podía sentir la suavidad rozando su espalda: —Mateo, no te vayas, hace mucho que no te veo, te extraño tanto. Quédate conmigo, ¿sí? Aunque me detestes, por favor, hazlo por el bebé...La mandíbula de Mateo se tensó y
Leer más