POV CLARADespierto con una calma extraña. No es que me sienta bien, pero al menos mi cabeza ya no da vueltas y el mareo ha pasado. Aun así, sé que algo cambió. Lo siento en los huesos, en la piel, como si una capa invisible me envolviera, más ligera y, al mismo tiempo, más intensa.Respiro hondo. El aire huele a madera tibia, a infusión de hierbas… y a lavanda. Una parte de mí reconoce ese aroma como algo reconfortante, seguro. La otra parte, la nueva, esa que se despertó tras la visión, percibe mucho más: las notas de magia sutil flotando en el ambiente, el crujido del fuego en la sala contigua, y el latido suave, constante, de una presencia que me acompaña.—¿Estás despierta? —La voz de Hernán llega baja, como si supiera que mi mundo aún no se ha acomodado del todo.Abro los ojos. Él está sentado junto a la cama, apoyado en el respaldo de la silla, con las manos entrelazadas y los codos en las rodillas. Pero sus ojos están clavados en mí. Intensos. Atentos. Cálidos.—Hola —susurro.
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