Paula, furiosa, levantó los ojos al cielo.Si no entraba, ¿acaso no habría sido un completo desperdicio caerse de esa manera?¡Doler, dolía un montón!Con la voz entrecortada por las lágrimas, continuó: —José, ¿y ahora qué? ¿Acaso ya no podré volver a pintar? Mi brazo no responde… ¡snif! José, ¿cómo voy a vivir si ya no puedo pintar?José, impasible, respondió: —No te preocupes, conmigo no vas a pasar hambre, además, aún no has ido al médico. No te asustes, todo va a estar bien.Era imposible hacerlo entrar en razón.Paula estaba a punto de estallar.Justo cuando pensaba seguir insistiendo para que José entrara, escuchó una voz desde fuera: —Señor, el médico ha llegado.Vaya.Parece que todo el sufrimiento de hoy era en vano.Pero no importaba, Paula controló su enojo y comenzó a pensar en otras alternativas.—¿Cómo está?La doctora, sin rodeos, explicó: —Es un poco grave, debe ser trasladada al hospital para una radiografía. Si se confirma que tiene una fractura, necesitará cirugía. L
Leer más