Después de que su padre le sirviera un plato de arroz caliente frente a Caprice, ella expresó su gratitud y dijo: —Gracias, papá. John respondió con una sonrisa amable: —De nada, Caprice. Tomó otro plato, con la intención de servirle a Sylvia, pero Sherry, con el ceño fruncido, lo interceptó y lo preparó ella misma. Luego se sentó sin pronunciar palabra. Después de un momento de silencio, John tomó un plato y se unió a ellos en la mesa del comedor. Excepto por el ruido de los utensilios, la atmósfera permaneció tranquila. Al terminar su porción, Caprice declaró: —¡Quiero tomar un poco de sopa! John fue a buscar un cuenco y lo llenó hasta el borde. Caprice le dio las gracias y, tras saborear cada gota de sopa, sonrió y volvió a expresar su agradecimiento. John se volvió hacia Sherry y le sugirió: —Mañana es sábado y Caprice mencionó que quería ir a la playa. Llevémosla juntos. Sherry, agarrando con fuerza la cuchara, declinó la invitación, citando un importante
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