Capitulo Cuatro

Cuando Zia levanto la cabeza se encontró con un hombre realmente hermoso, tenía una sonrisa apacible en el rostro, su presencia empequeñecía aquel lugar, media algo más de un metro noventa, tenía el cabello oscuro peinado hacia atrás, de ojos color gris claro, llevaba vaqueros desgastados, y no tenia camisa, dejando al descubierto su torso con sus bien definidos músculos, tenía muchos tatuajes en los brazos, en su pecho, y algunos en el cuello, en su oreja derecha le brillaba un pequeño pendiente, dándole un aspecto intimidante y misterioso a la vez. Zia se encontró con la mirada de aquel hombre tan descaradamente atractivo, su sonrisa solo la irritaba mas, se puso de pie y tomo algunos libros de la estantería y comenzó a arrojárselos.

_ ¡No se me acerque! _ dijo ella mientras utilizaba los libros como proyectiles.

_ Tú misma tendrás que ordenarlos _ dijo el hombre, esquivando cada libro fácilmente y con diversión en su voz. Se acerco a ella rápidamente y la arrincono en la pared, sosteniéndole las manos en cada lado por encima de la cabeza.

_ ¿Qué m****a te pasa? – le grito ella pateándolo. Pero el cansancio y la debilidad que sentía en su cuerpo, hizo que pronto dejara de luchar, y comenzó a respirar con dificultad, estaba teniendo un ataque de pánico.

_ ¿Dónde rayos estoy? _ dijo ella hiperventilando.

_ Si prometes calmarte, te soltare _ dijo el mirándola seriamente. Ella asintió con la cabeza, y el retiro las manos.

Cuando él se alejo de ella, Zia le golpeo las partes nobles con la rodilla y salió corriendo escaleras abajo, cuando abrió la puerta para huir, afuera la esperaban quince hombres. Zia cayó de rodillas mareada y cansada.

_ ¿Qué le pasaba? ¿Por qué le costaba tanto moverse? Pensó. Tapándose la cara con las manos.

_ Disculpe señor, me tomo desprevenido_ dijo el hombre que había encerrado en la habitación donde la tenían.

_ Le triplicas el peso, y le doblas la estatura, y aun así logra burlar tu seguridad _ dijo la voz profunda detrás de ella _ Retírense. Yo me hago cargo.

_ ¿Tú? _ dijo Zia levantándose y girándose hacia el hombre a su espalda _ Era la voz en el intercomunicador en el aserradero. ¿Eres el jefe? Tu eres el que me tiene secuestrada ¿Dime dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué piensas hacer conmigo? Y ¿Por qué me siento tan débil?

_ Muchas preguntas _ bromeo el _ Te sientes así por la droga que usamos para dormirte.

_ ¿Me dopaste como a un caballo? _ grito ella.

_ Algo así _ dijo el arrugando la nariz divertido.

_ Te parece esta situación graciosa imbécil _ le grito ella _ ¿Te resulta entretenido matar a una persona y secuestrar a otra?

_ Deberías ser más amable conmigo, fui yo quien te salvo la vida en primer lugar, mi hombre te iba a volar la tapa de los sesos, y con justificación porque tu le disparaste primero. Esto es culpa tupa, si te hubieras montado en tu maldito coche, ahorita estuvieras en Estado Unidos y no aquí en Italia.

_ ¿QUE? ¿Italia? ¡Oh m****a! ¿Vas a venderme como prostituta? ¿Cierto?, o ¿Me mataras? Porque soy testigo, ya te vi la cara. Si me dejas ir. Te juro que no diré nada. ¡Por favor! Hare lo que me pidas, pero no me hagas daño. Aun tengo cosas que quiero hacer antes de morir, lugares a los que planeaba visitar _ dijo Zia precipitadamente.

_ ¡Oye cálmate! _ dijo el agarrándole una mano y guiándola hasta una silla _ Si hubiera querido matarte, no te hubiera traído hasta mi casa, y no; tampoco pienso venderte como prostituta. Tengo mejores planes para ti.

_ ¡Planes para mí? _ pregunto ella sin comprender.

_ Serás mi amante Zia _ dijo el tranquilamente.

Zia se levanto de la silla y se alejo de él.

_ ¿Qué m****a te pasa? _ le grito.

_ Eres una mujer hermosa Zia, quiero que te metas conmigo cada noche en mi cama _ dijo él con ojos brillantes.

_ ¿Cómo sabes mi nombre? _ dijo ella sorprendida _ Claro… Mi coche_ respondía ella al ver la expresión divertida en el rostro de el _ Entonces sabrás que también estoy casada, con un hombre al que amo con toda mi alma, y no necesita secuestrarme para tenerme en su cama, un hombre que estará buscándome.

_ Tranquila, mis hombres se ocuparon de eso _ dijo el restándole importancia con un gesto de la mano.

Zia se llevo una mano al estomago.

_ ¿Acaso lo… lo… mataste? _ Las lagrimas corrieron por su rostro.

_ No, claro que no. Crees que soy un asesino desarmado Zia _ dijo con una sonrisa sarcástica _ Tú te despediste de él, le enviaste un mensaje desde tu teléfono móvil, y le dijiste que ya no querías seguir viviendo con él, aburrida y sin sexo.

_ ¿Cómo es que sabes todo eso? _ dijo ella confundida.

_ Tu amiga te dejo un mensaje preguntándote si habías pensado mejor las cosas y tu le dijiste que ya habías tomado la decisión y no había marcha atrás _ dijo el hombre en tono inocente.

_ ¡Eres un cerdo! Un egoísta imbécil, como te atreves a jugar así con la vida de las personas _ dijo ella furiosa, levanto una mano y lo abofeteo, él le sostuvo la mano y la atrajo contra su cuerpo.

_ Estas muy nerviosa, necesitas comer y descansar _ dijo el cerca de su boca y ella pudo sentir su cálido aliento en sus labios entreabiertos por la sorpresa de la cercanía.

_ Quitas tus asquerosas manos de mi _ dijo ella con voz temblorosa _ Tendrás que meterme a tu cama a la fuerza o matarme antes. Pero por mi propia voluntad no entrare en tu cama. Así que puedes pensar en irme vendiendo como prostituta.

_ Soy un hombre de treinta y dos años Zia, y hasta ahora no he tenido que forzar a ninguna mujer para que vaya a la cama conmigo, ellas me suplican para que les de atención y placer _ dijo él con tono seductor.

_ Y dinero. ¿Cierto? Solo eso puede importarles a esas mujeres, para estar como un hombre como tú, eres un asesino, así tengas las manos limpias detrás de tus libros. Eres quien da las órdenes y eso no te hace menos culpable _ dijo ella con odio.

_ Eres una mujer con una lengua muy afilada, es algo que tendré que corregir _ la amenazo el _ Siéntete libre en esta casa, eres mi invitada, no mi prisionera. Igual hay cámaras de seguridad en cada rincón, así que no piénsese en salir de ella, mis hombres te traerían de vuelta en pocos minutos.

_ No puedes tenerme encerrada aquí para siempre _ dijo ella desesperada _ Prometo que no volverás a saber de mi, solo dime como salir de aquí y me iré.

_ ¡Sabes nadar? _ le pregunto él con una media sonrisa en los labios.

_ ¿Nadar? _ dijo ella confundida.

_ Si, nadar _ dijo él con voz calmada _ Veras; estamos en un isla privada, a kilómetros de cualquier rastro de civilización, la única forma de salir de aquí es  por aire, y es obvio que no tienes alas, aunque tengas cara de ángel, y tampoco tienes aletas o cola de sirena _ se burlo él.

_ ¿Acaso te burlas de mi?, imbécil, no me conoces, y te aseguro que encontrare una forma de salir de aquí _ le dijo Zia con resolución.

_ Te aseguro que me divertiré mucho viendo como lo intentas _ dijo el hombre sin inmutarse _ Gino llamo a uno de sus guardaespaldas apostado en la puerta _ acompaña a mi invitada a su habitación. Pronto cenaremos y necesita asearse.

El hombre llamado Gino era un sujeto que parecía un personaje sacado de alguna película de gánster, tenía el cabello largo recogido en un moño atrás de la nuca, se le veía una cicatriz en la cara, y también llevaba muchos tatuajes en sus brazos, era un hombre intimidante, y al cual no quisieras llevarle la contraria, porque seguramente lo terminarías lamentando. Ella lo siguió en silencio y cuando Zia entro en la habitación este cerró la puerta, ella espero a que sonara el pestillo pero no sonó, no la había encerrado.

“Hay cámaras en cada rincón de la casa”. Recordó lo que le había dicho el sujeto odioso.

  

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