Capítulo 4. Ayuda familiar

Benjamín vio que el señor Smith, estaba dudando y a punto de acceder a la petición de Montes y de Horacio, por ello no dudó en intervenir.

—Señor, usted no puede escucharlos a ellos sin antes esperar que mi esposa termine su presentación, ella es la mejor en su campo y… —sus palabras fueron interrumpidas por un burlesco Horacio.

—¿La mejor en su campo? ¿Qué sabes tú de proyectos de simuladores arquitectónicos, de diseños? Tú no eres más que el marido que papá le compró a mi hermana para evitarnos la vergüenza cuando Paolo Anderson se negó a casarse con ella. ¡No eres nadie! Un muerto de hambre arrimado, que ni siquiera tiene la capacidad de ganarse el pan que se lleva a la boca.

—¡Ya basta, Horacio! Deja de meterte en mi vida y estar diciendo esas cosas… —el hombre la volvió a interrumpir.

—¡¿Es mentira?! ¡¿Qué es un inútil?! ¿Qué lo mantienes?

—Eso no es problema tuyo ni de nadie, si lo mantengo o no es solo asunto de Benjamín y mío, además no es un tema que estemos tratando aquí… no te creas que no sé qué están haciendo esto para ridiculizarme y ustedes quedarse con la cuenta, pero no se los voy a permitir —declaró la chica molesta, apretando las manos para controlar su carácter.

—¿Si y cómo piensas evitarlo? —se sonrió con malicia.

—Yo voy a ayudarla, —expresó Benjamín tragando grueso y tomando su teléfono.

 

—Veremos aquí al poderoso Benjamín Grey —se mofó Horacio con grandes carcajadas a las cuales lo acompañó su hermano Montes.

—Sí, el pobre piensa que porque tiene el mismo apellido de la familia más poderosa del país, lo hace pariente y tiene el poder de arreglar el problema de Ana Sofía, ¡idiota! Y más ella si le cree.

Ante las burlas, Benjamín los ignoró después de todo durante esos años, su paciencia, tranquilidad y control, habían sido probadas con la familia Celedón, se alejó de donde ellos estaban, lo pensó por un par de segundos y tomó una decisión; de todas maneras desde que recibió la llamada de Sirio Robert, era cuestión de tiempo para hacer sus preparativos y regresar, porque si su padre estaba tan enfermo, no podía darle la espalda, así haya sido el responsable de tenerlo allí. 

Sentó al pequeño Alejandro a un lado de su asiento, el bebé estaba balbuceando jugando con la saliva, haciendo trompetas.

—Ale —pronunció.

El niño fijo su mirada inocente, de esos ojos chocolates tan parecidos a los suyos, eso lo hizo recordar, cuando todo empezó, que a pesar de no encontrarse cómodo con ese matrimonio, al saber de la llegada de su hijo, todo cambió porque incluso le hizo sentir admiración por su esposa, al verla como día a día crecía su vientre, y todos los padecimientos sufridos en su embarazo, para poco después convertirse en amor y hoy día podía decir que la amaba y si aguantaba más de lo debido, era por estar con ella.

—Voy a dejarte un momento sentado, mientras realizó una llamada, no puedes bajarte, ni hacer ningún escándalo ¿Entiendes? —ante su pregunta el bebé escupió un chorro de saliva y soltó la carcajada, lo cual Benjamín tomó como un sí.

Respiró profundo y marcó el número que conocía muy bien, no debió esperar mucho para ser atendido, porque al primer repique, escuchó la voz de la mano derecha de su padre.

—Señor Grey, es para mí una agradable noticia atender su llamada, Dígame ¿Reflexionó y tomó la decisión de regresar? —interrogó el hombre, sin poder simular mucho el tono de ansiedad en su voz, lo cual fue notorio para Benjamín, lo que le hizo pensar que realmente les urgía su presencia.

—Aún no lo tengo del todo claro —señaló sin querer negarse de manera abrupta a la petición, de todas maneras no sabía cuándo podría necesitar a la familia, porque últimamente los parientes de su esposa, habían intensificado su burla y su ataque hacia ellos, a pesar de que siempre lo hicieron, ahora, no tenían reparo en humillarlos frente a los terceros, lo que hacía levantar sospechas en él, sin embargo, después pensaría en sus razones.

—Espero pronto pueda tenerlo, hay ciertos asuntos que debe saber y que amenazan la tranquilidad de la familia, e incluso pueden ponerlo en peligro a Usted y a su hijo —mencionó Sirio en un tono serio y sin ocultar su preocupación.

Al escuchar eso las alarmas de Benjamín se encendieron, porque no quería que su familia estuviera en riesgo, por ellos sería capaz de dejar esa doble… interrumpió sus pensamientos, al darse cuenta de que se estaba poniendo introspectivo y volvió a la conversación con el hombre.

—Quiero que me expliques bien esa situación de la cual me estás hablando, aunque primero, me urge resolver un asunto de suma importancia para mí en este momento, necesito que ordenes a la gente de la empresa arquitectónica, darme acceso a los programas arquitectónicos desarrollados —pidió con voz firme y con una seguridad que hubiese dejado boquiabiertos a cualquiera de los miembros de la familia Celedón.

La petición del joven sorprendió a Sirio, en un principio, quiso responderle tal y como lo pensó, no obstante, después de un par de segundos analizando, no le pareció conveniente decirlo, tal vez esa petición serviría para ayudar a su jefe a lograr lo que estaba pidiendo de Benjamín, por eso terminó respondiendo de manera diferente.  

—Entendido, señor Benjamín, déjeme consultarlo con su padre.

Benjamín, no debió esperar mucho porque el hombre le regresó la llamada en escasos segundos.

—Su padre no entiende las razones por las cuales usted no accedió directamente al sistema por su cuenta, sin embargo, si quiere que nosotros le demos el acceso, lo haremos con una condición, debe aceptar venir a ver a su padre, la situación es bastante crítica y lo necesitamos.

Benjamín se quedó por un momento pensándolo, aunque le hubiese gustado negarse, si quería ayudar a su esposa no tenía más opción que aceptar esa condición.

—Está bien, dile a mi padre que iré, solo debe escoger el día y la hora, o esperar que yo pueda sacar algún tiempo disponible —se justificó.

—Señor Benjamín, ¿Acaso no sabe que lo sabemos todo de usted? Tiene todo el tiempo disponible, porque no trabaja, no hace nada, solo se dedica, digamos… —el hombre hizo una pequeña pausa—. A ser amo de casa.

—¿Y quién le dijo que ser amo o ama de casa no es hacer nada? Todo lo contrario Sirio, tienes hora de levantarte más, no de acostarte, porque no es fácil tener una casa funcionando y el cuidado de los hijos y menos cuando tiene menos de un año y medio, adicional a ello, por más que hagas siempre la gente termina diciendo que no haces nada y que eres un sin oficio porque solo trabajas en la casa… Sirio ahora debó centrarme en el motivo de mi llamada, necesito que me den por fin acceso al sistema —pidió una vez más con voz tranquila, sin ninguna expresión en su voz.

—Le envío la información en un mensaje —respondió Sirio. Benjamín colgó la llamada y esperó el mensaje del asistente con la información necesaria, no habían pasado ni siquiera treinta segundos desde que cortó, cuando recibió el mensaje del hombre con toda la información necesaria.

Una vez recibido, accedió al sistema del programa GreyBen y comenzó a restaurar los archivos.

*****

Entretanto, los hermanos de Ana Sofía siguieron burlándose de ella.

—Date por rendida hermanita, te queda mejor reconocer que cometiste un error en la configuración de tu programa y así quedarás con un poco de dignidad, porque demostrarás el grado de responsabilidad con la empresa —habló Montes.  

—De verdad, ¿Crees que él podrá hacer algo por ti? Eres una ilusa, nadie puede recuperar tus archivos… ningún programador podrá hacerlo, a menos que hable directamente con el fabricante y no creo que ninguno tenga contacto directo con el genio de los Grey o algún miembro de la familia, así que prepárate a perder —habló burlonamente Horacio.

Mientras tanto Ana Sofía miraba hacia donde vio salir a Benjamín preguntándose «¿Puedo confiar en que mi marido por primera vez haga algo bien?», se preguntó sin poder controlar esa mezcla de duda y expectación, deseando en el fondo que por un milagro, él por primera vez pudiera ayudarla.

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