Capítulo cuatro. Como aceite y como el agua

—Es lo que dije, ¿tienen algún problema con eso? —preguntó ajeno a los pensamientos de la pareja.

—Bueno, papá. No sé qué decirte, podemos rentar dos pisos en el mismo edificio y ser vecinos. Digo para tu tranquilidad —Emma casi se atragantó con su respuesta.

—Podríamos hacerlo —convino Michael moviendo el lapicero sobre los documentos.

—Emma tiene razón, ella necesita privacidad y no se vería muy bien que los dos estemos viviendo en la misma casa —Ryan aportó su granito de arena.

—No entiendo cuál es el problema. Por supuesto que los dos tendrán su privacidad. Les he pedido que vivan juntos, no que duerman en la misma habitación —soltó Michael casi en tono divertido al ver a su hija y su mejor amigo argumentar los motivos por los que no podían vivir juntos.

Por supuesto, ninguno lo convenció.

—Vamos a matarnos, papá —dijo como último recurso la chica.

—¿De verdad?

—Emma y yo no sobreviviremos ni una sola noche estando en el mismo lugar —secundó Ryan.

—Pensé que estaban llevándose bie
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