Capítulo 6

Miro el reflejo en el espejo, doy asco, mi cabello tiene la apariencia de un nido de pájaros a pesar de que seguí la recomendación de mi tia. Gracias a mi siesta vespertina no pude pegar un solo ojo en toda la noche por lo que amaneci cansada y con unas terribles bolsas oscuras debajo de los ojos.

¡No hay remedio!

Observo esa parte de mi rostro que siempre me hace suspirar, los ojos de mamá. Al nacer me heredo sus ojos, pero cuando ella murió me dolia mirarme al espejo.

Recuerdo haber visitado Galway con ella alguna vez, admirar a su lado los campos verdes, y pasear por su hermoso bosque y admirar el castillo que destacaba por su extraordinaria belleza, alguna vez imagine con vivir ahi y casarme con el gobernante de aquel lugar para convertirme en la reina de estas tierras, pero las cosas no son como lo soñe de niña, ahi no gobierna un rey como yo pensé , el verdadero gobernante es un arrogante que despilfarraba el dinero de sus padres y a pesar de que le dan todo lo que él desea no tiene ni una pizca de respeto por ellos.

Me humedezco el rostro para poder volver a mi realidad. Son las 10 de la mañana, seguramente mi tia Moira ya no está en casa por lo que tomo mi tiempo para alistarme.

Me pongo el uniforme, un pantalon color caqui que hace ver mi trasero enorme y una playera de polo azul marino que tiene mi apellido escrito en la placa: Murphy.

Luego junto la mata de cabello castaño con una liga y aplico un poco de crema y bloqueador facial. En la mansión hay muchas reglas y una de ellas es que las empleadas no pueden usar maquillaje llamativo, ni siquiera un poco de rimel o delineador de ojos por lo que no me molesto en sacar el poco que tengo

Bajo al primer piso sin mucho ánimo, arrastrando mi pies por el suelo hasta llegar a la cocina, sobre la barra veo un recipiente de plastico y una nota:

"Dejalo tres minutos en el horno, lavas lo que utilices y no olvides revisar el pizarrón"

Levantó la vista, sobre el muro de la escalera se encuentra un pizarrón de tareas que ella colocó ahi para dividirnos las labores de la casa, que en realidad no son muchas ya que pasabamos muy poco tiempo aquí.

Desayunó un poco de pure de papas con guisantes y un filete, por lo general ninguna de las dos cocina, ya que el trabajo incluye dos comidas al dia, estando aqui nuestros desayunos suelen ser cereal o si tenemos suerte comida congelada, yo prefiero el cereal, pero desgraciadamente se acabó.

Al terminar lavo mi plato y el recipiente que utilice, luego reviso el pizarron de tareas, me toca lavar la ropa y obviamente asear mi habitación. Aunque esas tareas son practicamente sencillas, me tomo mi tiempo, de hecho no tengo nada más que hacer, tengo un telefono, pero en mis contactos solo se encuentran el número de tia Moira y el de mi padre, tenia dos número más, pero los borre, era de una amiga o mas bien una supuesta amiga y el único novio que tuve.

Cuando termino miro mi reloj, son las dos de la tarde, aun es muy temprano para ir al trabajo, pero ya no quiero seguir ahi, necesito distraerme con algo para ya no pensar en el pasado, siempre que estoy sola, suelo pensar en ellos.

Abro instragram, las unicas publicaciones que aparecen son de paginas aesthetic que me gustan, les doy like y continuó, abro el buscador e introduzco el usuario de aquella a quien alguna vez llame amiga.

A pesar de lo que pasó entre las dos, ella consiguió continuar con su vida, es evidente gracias a las fotografías que tiene en su feed con su nuevo novio. En cambio yo, tuve que huir.

No la culpo por lo que sucedió, eso fue cosa de Ethan, pero en su momento, la odie. Estar aqui me hizo comprender que no tiene caso sentir rencor.

Introduzco el usuario de Ethan y al ver su feed notó que sigue siendo el mismo desgraciado de siempre, fotografias de conciertos, bares y fiestas donde está con chicas diferentes, no vale la pena seguir espiandolo por una cuenta falsa, ver su rostro solo me hace enfadar.

Decido irme para no seguir pensando en eso. Abro la puerta y me aseguro de cerrar la casa, luego escondo la llave debajo del tapete, colocarla ahi es absurdo, cualquier persona con malas intenciones puede tomarla y entrar como perro por su casa, pero ciertamente las personas de la localidad no son asi, además la tia Moira no tiene cosas de valor más alla del teléfono fijo y la televisión de la sala.

Camino hacia la mansión, pero lo hago lentamente para disfrutar del panorama, el lago se ve hermoso, me siento orgullosa de haber aportado mi granito de arena para limpiar la suciedad y restos de planta muerta.

Instintivamente levanto la vista al notar que el lago no resplandece como todos los días y observo con pena un nubarron grisaceo que comienza a cubrir el firmamento. Si algo odio de irlanda es la lluvia, eso y el fango.

Súbitamente escucho el sonido de un motor acercandose y al mirar hacia atras dislumbro un auto deportivo aproximarse rápidamente, me hago a un lado, lo más que puedo para que el auto no me arrolle, pero al pasar a mi lado las llantas salpican la suciedad del suelo hacia mi pantalón, un segundo más tarde pasa otro y luego otro, teniendo el mismo resultado, sin embargo, ningun automovil tiene la decencia de detenerse.

—Maldita sea—musito al ver mi uniforme. ¿Cómo se supone que voy a trabajar estando asi?

Miro mi reloj, falta media hora para mi hora de entrada, pero tardare más tiempo en volver y cambiarme de ropa, no hay más remedio que continuar mi camino e intentar hacer algo con las manchas.

Tengo muy mala suerte con los autos, específicamente los que entran a esa casa.

Al llegar veo los autos mal estacionados en el patio de servicio, es amplio por lo que hay espacio suficiente incluso para mas de cinco autos, pero me fastidia tener que rodearlos para pasar. Al acercarme noto que los autos son atractivos, por supuesto, para un auto, eso significa elegante, pero sus conductores ni si quiera se molestaron en cerrar los techos antes de que la lluvia caiga, eso solo quiere decir que aquel imbecil, a quien se supone debo dirigirme como señor, ha llegado.

—¿Qué te paso?—pregunta Anna sorprendida cuando entro por la puerta de empleados. Su mirada escudriña mi uniforme, mis zapatos y mi pantalón están completamente llenos de fango.

—Odio irlanda— exclamo irritada, aunque lo que realmente quería decir era: «Odio a Aidan»

—¿Acaso donde tú vivías no había charcos en los caminos?—bromea mostrando una sonrisa—¿Por qué viniste así a trabajar?

—Era esto o perder mi bono de puntualidad por ir a cambiarme—me encogo de hombros, avergonzada—¿Tienes algo que pueda usar?

—Si, si claro—asiente, desvía su vista de mi cuerpo y toma mi mano para guiarme hacia su habitación. Mantenemos un perfil bajo y prácticamente caminamos a hurtadillas hacia su dormitorio para evitar que alguien me vea, o más bien evitar que mi tia Moira se de cuenta del como he llegado.

Anna se detiene frente a una puerta, saca la llave y la mete en la cerradura, al dar la vuelta esta cede, pero lo que veo no es algo fuera de lo común, de hecho me sorprende ver tan pocas cosas en su interior. Dos camas, un pequeño armario y buro que dividía la habitación.

Se encamina hacia su guardarropa mientras yo cierro la puerta, la habitación no es tan pequeña, ya que tiene que compartirla con Matilde, una chica local que al igual que ella solo trabaja aqui por vacaciones.

—Ponte esto—indica mostrando un uniforme azul, una falda y un abrigo que hace juego, en la parte superior del pecho del lado izquierdo lleva una placa con su apellido escrito—espero no te importe llamarte Kelly el dia de hoy, es que la placa se atoro, la intente quitar, pero casi rompo la tela, asi que la deje asi.

—No importa, te lo agradezco, no sé que haría sin ti—le expreso agradecida.

—No puedo creer que te tocó el segundo turno cuando los señores Mitchell no están—declara como si trabajar en el segundo turno fuese igual a una tortura.

—¿Tan malo es?

Agacha el rostro y ladea la cabeza, sin embargo, la sonrisa en su rostro me confunde.

—Ni te imaginas, siento pena por ti.

—¿A que te refieres con eso?

—No sé si debería decirte—coloca su mano sobre su mentón y desvía la mirada lejos de mí como si estuviera reflexionando.

—Vamos—mi voz se escucha temblorosa, lo contrario a lo que me hubiese gustado que sonara—¿Qué tan malo puede ser?

Sonrie nerviosamente sin atreverse a dirigirme la mirada y hace un gesto como si estuviese rascado su cuero cabelludo.

—El segundo turno no es malo cuando están los señores Mitchell—declara—pero cuando no están, su hijo hace de las suyas.

—¿Qué se supone que hace?—indago incrédula.

—Fiestas, es todo lo que sabe hacer, pero generalmente alguien del servicio siempre sale pagando los platos rotos—admite descontenta, la expresión en su rostro hace que comprenda que sus palabras en realidad se tratan de una advertencia.

—No juegues conmigo— suplico en cierto tono irónico, no quiero que se de cuenta de que realmente esta comenzando a asustarme.

—Solo en una ocasión tuve que servir al señor Aidan y siendo sincera no fue para nada lindo.

—Debió ser terrible como para que le digas señor—me burlo, ella rie al entender mi broma, una persona como él no merece respeto.

—Ni que lo digas, pero mi contrato me obliga a tratar con respeto a cualquier miembro de la familia así que no hay más remedio. En cuanto a lo del segundo turno, cuando el joven Aidan y sus amigos están ebrios obligan al servicio a beber y si no lo hacen él y sus amigos comienza a romper cosas y culpan a quienes no le obedecen

—Por el amor de Dios ¿Acaso están locos?— exclamo sorprendida—¿Y no han hecho nada para detener sus estupideces?

—¿Como que?

—Decirle a mi tía Moira por ejemplo, estoy segura de que ella podría hacer algo para evitar que el servicio siga sufriendo por culpa de ese...—me quedo en silencio tratando de encontrar la palabra correcta que defina a ese hombre si es que se le puede decir así—patán.

—Brian me dijo que hace dos años alguien lo intento, pero termino despedido, el joven Aidan se encargó de que eso pasara así que después de eso nadie ha hecho nada para evidenciar sus tratos cuando está pasado de copas.

Escuchar aquello me pone más nerviosa, pensar que podría reconocerme y recordar que lo espie en el salón de juego, ya es de por sí malo, pero saber que puede obligarme a beber me pone los pelos de punta. Eso debe acabar, pero probablemente no sere yo quien se rebele contra él, tengo mucho que perder si lo pongo en mi contra.

—Te dejo para que puedas cambiarte—avisa dando media vuela para salir.

Odio la idea de tener que servirle, pero es inevitable. Comienzo a quitarme la ropa sucia de encima, poco a poco me coloco el uniforme que Anna me presto. Desato mi cabello y dejo que caiga con libertad hacia mis hombros.

Al poco rato Anna vuelve, me mira de arriba abajo, pero su mirada se queda justo sobre mis pies, mis zapatos no combinan en lo absoluto.

—Pruebate estos zapatos—expresa sacando de una bolsa negra unas zapatillas azules que hacen juego con el atuendo.

—Perdón por molestarte tanto—le agradezco.

—Por favor no es para tanto, solo es ropa, pero si me quieres pagar el favor. ¿Qué tal si salimos el fin de semana?

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