6. Los sentimientos de Carlo

Carlo

Conocía perfectamente a las mujeres como Gia Parisi. De hecho, en los clubes nocturnos había muchas de ella. La diferencia, es que aquellas se conformaban con el sueldo de una noche, pero esta resultó lo suficientemente astuta para querer quedarse con una buena parte de la fortuna Ferragni.

Pero que tontería se le había metido en la cabeza a esta tía.

A mí no me engañas, Gia, —Pensé y encendí un cigarrillo—. tu plan lo voy a llevar al precipicio y haré que se venga abajo como en picada.

Esa mañana en la terraza del hospital hacia un frio para coger un buen resfriado. Por eso me había fumado al menos una cuarta parte de la cajetilla de cigarros. De ese modo, el humo de las caladas me haría entrar en calor.

Necesitaba tener la mente lo suficientemente despejada, no sabía que tanto había planeado esta mujer

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