Una Oportunidad Para Amarte
Una Oportunidad Para Amarte
Por: Ana Dambler
Triste Realidad

POV ISABELLA

En toda mi vida jamás me pude haber imaginado en la patética situación que me encuentro en estos momentos y es que … ¿Cómo podría haberlo hecho? Siempre fui la niña mimada; la que creció creyendo que la vida era fácil, porque nunca tuvo razones para pensar lo contrario.

—     ¡Que equivocada estaba! — Lo dije al aire y solté una risa tan amarga que hizo eco en toda la oscura habitación; con el tiempo me di cuenta que, en definitiva, no es fácil y muchísimo menos cuando estas rodeada de personas que te odian sin una aparente razón lógica, la lista es más larga de lo que me gustaría admitir.

Las cosas buenas que tuve, solo quedan en un triste pasado al cual por más que desee no puedo volver; ahora solo me queda enfrentar mi destino con la mejor cara posible, pero entonces… ¿Por qué tengo tanto miedo?

Estoy sentada en el frio piso de mi habitación, temblando incontrolablemente y con una prueba de embarazo en mis manos que dice…positivo.

—     Esto no puede estar pasando ¡Que tonta soy! — Me reprimo a mí misma, lo peor que me pudo haber pasado, está sucediendo justamente frente a mis ojos.

Es irónica esta situación si lo pienso bien, soy una mujer “Felizmente casada” según las personas que me rodean y el observar esta prueba solo provoca lágrimas en mí, pero no son para nada de felicidad lo que sería habitual en estas ocasiones. Por qué si de una cosa estoy completamente segura y sé muy bien, es que el estará terriblemente molesto, porque en su vida jamás imagino tener un hijo con una mujer a la que no ama, una mujer a la cual detesta y que juro el mismo día de su matrimonio nunca amar.

Es por eso que mi vida de casada ha sido un infierno en carne propia; nunca me llegaba a dirigir la palabra y si lo hacía, era para repetirme en multiples ocasiones lo feliz que sería si yo no estuviera a su lado, no dormíamos juntos y era obvio que él no me había tocado en estos 3 años que teníamos casados, el tampoco volvía a la casa y jamás tuvo el más mínimo interés en cambiar esa situación, por más que me viera completamente triste.

Pero algo raro había pasado hace dos meses, él había regresado del trabajo ebrio y su rostro tenía una apariencia tan miserable que no pude evitar querer ayudarlo.

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Hace dos meses

Me encontraba en mi habitación lista para irme a dormir cuando escuché un ruido muy intenso en la sala, así que decidí bajar a ver que lo había provocado. Al llegar pude ver a mi esposo.

—     Déjame ayudarte Nikolas — Le pedí tranquilamente mientras me acercaba para intentar quitarle el saco que llevaba puesto, ya que estaba en una batalla para poder quitárselo el mismo.

—     ¡Si claro! Mi bella esposa me va a desvestir — Pude notar como decía eso con burla, pero no quería pelear como tantas veces, solo quería ayudarlo.

Nikolas Walker había sido mi amigo desde que tengo memoria, era un tipo tan encantador con cualquier persona que tuviera la dicha de conocerlo, solía ser el centro de atención por muchas razones; entre algunas de ellas podría mencionar que era increíblemente guapo, casi costaba creer que era real; tenía los ojos azules más bellos y profundos que pudiera haber visto en mi vida, su rostro estaba perfectamente simétrico, tenía una barbilla prominente, cabello castaño claro y un cuerpo perfectamente trabajado que lo hacía parecer un ángel que bajo a la tierra para el deleite de la vista o bueno, esa era la forma en como lo veían todas las chicas de la escuela; Pero para mí, Nikolás no solo era atractivo, también era muy inteligente, yo me esforzaba mucho en mis estudios…demasiado a decir verdad, pero constantemente caía en segundo lugar frente a él, eso me llevo a admirarlo mucho más.

Y bueno…supongo que muchas personas mencionarían también el hecho de que él era increíblemente rico, ya que su familia pertenecía a una de las cinco familias más poderosas del país. Dueños de empresas de autos de lujo, tecnología y de entretenimiento, los Walker eran sin duda personas importantes.

—     No quiero desvestirte, solo quiero ayudarte a quitarte el saco y que así puedas llegar seguro a tu habitación — Aun después de tanto tiempo de conocerlo, solía intimidarme y ponerme nerviosa estar en su presencia; debo reconocer que era difícil ocultarlo, ya que antes solo me veía como su mejor amiga y no como la chica que estaba perdidamente enamorada de él y bueno, cuando nos casamos pase de ser una amiga a su aparente enemiga principal.

—     Bueno…Podríamos divertirnos un rato, estamos casados ¿O no cariño? — Me lo dijo mientras sostenía mi rostro y me observaba con una mirada que solo podría interpretar como ¿Deseo?

—     No creo que sea buena idea, estas borracho y necesitas descansar un poco — Lo dije intentando alejarme de él, ya que lo que estaba haciendo era muy raro, el jamás había tocado mi rostro así y mucho menos mostrar interés en estar conmigo de esa forma, no pude evitar ponerme un poco inquieta.

—     Yo creo que es una increíble idea, estas hermosa esta noche y no puedo dejar pasar esta oportunidad — Se acerco como un tigre buscando a su presa, aunque intenté alejarme no pude lograrlo y de repente sentí sus labios sobre los míos; eran tan suaves y tenían un ligero sabor a alcohol ostentoso.

Intente zafarme rápidamente, pero se dio cuenta de lo que trataba de hacer y me tomo por la cintura pegándome completamente a su cuerpo.

—     Nikolas yo no… — Le dije completamente sonrojada y un poco asustada por lo que estaba pensando hacer.

—     Shhhh, no digas nada…sé que ambos queremos esto — Lo dijo como un susurro tan profundo, después procedió a enredar sus dedos entre mi cabello y decidió luchar para poder meter su lengua dentro de mi boca.

El tenía mucha razón, por lo menos de mi parte había soñado con estar entre sus brazos desde hace mucho tiempo y cuando nos casamos; creí que mi sueño se había hecho realidad...pero no fue así.

Era intoxicante el aroma tan masculino que desprendía, pero en el momento decidí que si íbamos a hacer esto…el tenía que responder una pregunta antes:

—     ¿Por qué ahora? —Pude observar como se detuvo por un momento al escucharme y después aclaro un poco su garganta.

—      Supongo que me he reprimido tanto en no desearte, que he logrado justo lo contrario — Y me dio la sonrisa más seductora que jamás pude haber visto, esos perfectos dientes blancos y esos labios hinchados por el beso que me había dado anteriormente, mostraron esa misma sonrisa que me tenía cautivada desde el primer día que lo conocí.

Lo demás paso tan rápido que ya no lo puedo recordar con detalle, pero lo que si recuerdo claramente fue lo que me dijo al terminar y que hizo que mi corazón pasara de creer que estaba en el mismo cielo, a romperse completamente en mil pedazos.

—     Esto es lo que querías ¿No? ¡Ahora vete! — Me lo dijo abrochando sus pantalones y con una voz tan fría que sentí que había hecho algo que estaba completamente mal y sobre todo lo que más me dolió fue esa mirada tan llena de rencor hacia mí. No supe que hacer y solo reaccioné a levantar mi ropa y dirigirme con el poco orgullo que me quedaba hacia mi habitación.

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—     ¿Cuándo dejaras de ser tan estúpida Isabella? Él no te quiere y aun así te entregaste a él, en la primera oportunidad que se te presento — No podía parar las lágrimas que recorrían mis mejillas y tras pensar que ninguna persona se podía sentir peor que yo en estos momentos, se me presento una ligera esperanza dentro de mi cabeza.

—     Quizás el no me quiera, pero vamos a tener un bebe…quizás eso cambie la situación de alguna manera — Claro que era ridículo lo que estaba diciendo, el usar un hijo como una especie de anzuelo era caer muy bajo, pero…estaba desesperada.

Así que con el poco valor que tenía reunido dentro de mí, me levante, arregle un poco mi vestido y después limpie mis lágrimas con un pañuelo.

—     Me veo horrible — Dije al observar mi rostro en el espejo, así que me maquillé sutilmente y decidí enfrentar esta situación.

—     Pasara lo que tenga que pasar­ — Suspire pesadamente y salí de mi habitación para encontrarme con él en su despacho y decirle toda la verdad, esperando no cometer una terrible equivocación.

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