CAPÍTULO 5

Siempre todas nuestras primeras veces nos crean algo de ansiedad, pero en mi caso si esa primera vez se trataba de madrugar un lunes en la mañana, créanme que no.

—¡AAAAAAH! —grité con todas mis fuerzas, la almohada amortiguando mi voz.

Odiaba el sonido del despertador y jamás ese sentimiento cambiaría.

¡Estaba por besar a Henry! ¡Henry!

Ni en mis sueños podría besar a ese semental perfecto.

Me levanté maldiciendo a todo objeto que se me atravesara por el camino y me desvestí para entrar a la ducha, no fue hasta ese momento que mi cerebro despertó y razoné.

No había escuchado más alarmas…yo siempre tenía ocho alarmas.

¿Qué significaba?

Ocho posibilidades que tenía para despertar y empezar mi día.

—Si no ha sonado más alarmas significa que… ¡mierda! —me apuré en el baño y salí cuanto antes para vestirme.

Agradecí dejar listo desde la noche anterior mi outfit del día, un jean de cuero negro, una camisa manga larga del mismo color, tenis blancos con gris y un gorro gris. Me arreglé, sequé mi cabelló con el secador y me puse algo de corrector y agarré mi bolso, estaba lista.

Era un récord.

Fui hasta la planta baja y…

—¡Por todos los cielos! —mi pie derecho se había tropezado en el antepenúltimo escalón y esta vez sí que había caído saludando de cara al piso—. Al paso que voy creo que necesitare una rinoplastia.

Esperé unos segundos mientras el dolor se apaciguaba y me levanté con la inexistente vergüenza que poseía. Fui a la sala a buscar a Jayden, frunciendo mi ceño. Era raro no escucharlo gritar sobre el poco tiempo que teníamos en llegar, siempre lo hacía en el instituto.

—¡Jayden! —grité, yendo hasta la cocina, aunque dudaba encontrarlo y…ok, si estaba—. ¿Qué haces aquí? ¡¿por qué estas tan tranquilo cuando vamos tarde?!

Ahora era yo la que estaba estresada, no quería llegar más tarde de lo que posiblemente íbamos…quería estar de primera en el aula, no tocar la puerta y recibir un regaño delante de todos.

—Hermanita, estoy desayunando…siéntate y haz lo mismo —respondió tranquilo, bastante sereno para alguien que amaba la puntualidad.

Fruncí por segunda vez mi ceño. No entendía lo que estaba sucediendo.

—Vamos tarde —dije obvia, una pequeña sonrisa empezaba a nacer en sus labios cuando susurró un lo siento y lo entendí todo.

Miré rápidamente el reloj de la cocina y maldije entre dientes.

—¡¿Por qué lo hiciste?! —grité, agarrando una manzana y tirándosela—. Sabes que amo dormir. ¡Son las siete! ¡Las siete cuando tengo mi primera clase a las ocho y media!

—Tengo entrenamiento a las ocho, era irte con nosotros o agarrar el transporte y tardarte más tiempo de lo normal —se encogió de hombros, levantándose y llevando su plato al fregadero—. Ahí está tu desayuno, no creas que iras a la universidad sin desayunar…no estas en Atlanta.

Miré el desayuno y me sorprendí, vamos que Jayden era muy bueno en casi todo menos en la cocina y esos huevos revueltos con salchicha, mi amado chocolate favorito y peor, esos panqueques perfectos no los había hecho él.

—¿Quién hizo esto? —señalé sorprendida, estaba cada cosa que amaba y que consideraba como mi desayuno favorito.

—Noah —respondió obvio—. Sabes que soy un desastre.

—¿Por qué? —pregunté sin aliento al escuchar su nombre.

Tomo todo de mi para no llevar una mano a mi pecho.

Él se detuvo y su ceño se frunció, ¿Qué acaso no tenía una respuesta?

—¿Por qué haces tantas preguntas, Alison? Hizo el desayuno para nosotros dos, pero le pedí que también te sirviera sabiendo de antemano que no harías el tuyo y te irías sin desayunar. Tienes diez minutos, te esperamos afuera.

Ahora sí que llevé mi mano a mi pecho, sintiendo el rápido latir de mi corazón. Estaba sorprendida y era confuso esta situación.

¿Por qué algo me decía que no había sido por eso? era algo loco pensar que…primeramente él había hecho el desayuno para mí, y si era así, ¿Cómo sabia mi desayuno favorito? ¿por qué hacerlo?

El color subió a mis mejillas y me golpeé mentalmente por pensar tantas idioteces, tal vez siempre hacia lo mismo con Jayden…tal vez debería de dejar en buscar una doble explicación a todo.

Desayuné rápidamente, deleitándome con lo exquisito que estaba todo, no pondría problema si él hiciera el desayuno todos los días.

Al terminar subí a mi habitación a cepillarme, ver nuevamente si me hacía falta algo y salí de la casa. No podía esperar mas tiempo para verlo y darle las gracias por esto.  

Un hermoso Jeep compass último modelo, color gris mate entró en mi campo de visión. Gemí de sorpresa al ver semejante y hermoso vehículo. Mi celular vibró, había un nuevo mensaje de Mason, la puerta de atrás se abrió y me apresuré a entrar mientras respondía rápidamente el mensaje de buenos días que me dejaba.

—Eh…Noah gracias por… —me detuve un momento, al sentir una intensa mirada sobre mí, miré a mi lado encontrándome con la barbie.

Estaba un poco sorprendida, había pensado que solo seríamos nosotros tres.

—Aun no nos han presentado, soy Charlotte Hoffman, porrista, capitana, estudiante de Estadística y la hermosa, perfecta y próximamente…de nuevo —rio, moviendo su cabello hacia un lado—. Novia de Noah Anderson… —me extendió su mano con una sonrisa.

¿Si le estrechaba la mano se me pegaría esa voz tan chillona y su personalidad? ¿era un virus?

Bueno, no podía quedar como una grosera.

—Mmm Alison Walker, no porrista, menos capitana, tal vez futura integrante del equipo de volleyball, economía y finanzas y la hermosa, perfecta hermana de Jayden Walker —ironicé lo último y le estreché su mano.

¿Qué era eso? Literal ella acababa de restregarme en su cara todas sus cualidades y peor, acababa de mear alrededor de Noah marcándolo como suyo.

Soltó una suave risa y asintió hacia Jayden.

—Me agrada, esperemos que así se mantenga —esta vez me miró seriamente, ¿acaso era una advertencia?

¿Qué m****a?

—¿Ibas a decirme algo? —me miró por el retrovisor.

Volteé a ver a Charlotte, quien estaba muy al pendiente de lo que diría y supe que no podía hablar sobre el desayuno, así que improvisé.

—Gracias por llevarnos.

Por la mirada que me dio, supe que él sabía que no se trataba de esto, pero le resté importancia y empecé a textearme con Mason en todo el camino. La conversación que mantenían los tres o mejor dicho mi hermano y Charlotte no me interesaba en lo absoluto, Noah no volvió hablar más, solo asentía distraído cuando uno de ellos le preguntaba algo directamente.

—Gracias por traerme, bubu —se inclinó para besar a Noah, pero él sutilmente volteó su rostro hacia el otro lado.

La miré fijamente para saber que iba hacer, pero le restó importancia y salió, ni siquiera se despidió. Sacudí mi cabeza, centrándome en lo meramente importante y era que habíamos llegado, estábamos en el estacionamiento y era mi primer día en esta universidad.

No conocía a nadie, pero muy posiblemente las personas ya sabían quién era yo, no podía atraer más la atención cuando saliera de este automóvil.

—Walker —la voz de Noah me atrajo nuevamente—. Tienes que salir.

Tenía una sonrisa divertida en su rostro, lo que me distrajo unos segundos. Miré en el lado del copiloto y Jayden ya no estaba.

—Ah, sí —musité, abriendo la puerta, pero su mano en mi brazo me detuvo—. ¿Qué?

—¿Qué ibas a decirme? —se notaba bastante interesado en lo que diría.

Me sorprendí al escucharlo y de antemano que no se había tragado el cuento de las gracias.

—¿Por qué el desayuno? —solté de golpe, mirándolo fijamente.

Miró tras de mí y frunció su ceño, inmediatamente su mano retiro el suave agarre que tenía en mi brazo.

—Jayden nos espera —volteé a ver y era cierto, empezaba acercarse nuevamente.

—Dime —insistí.

—No desayunabas…Walker.

Fue lo que respondió antes de salir de su auto, dejándome con miles de preguntas en mi cabeza.

Las suficientes como para que su nombre no me abandonara en todo el día.

Suficientes como para anhelar nuestro próximo encuentro.

Muy suficiente como para m****r al diablo la advertencia de Oliva en cuanto a Charlotte.

Mi corazón se había saltado un latido en cuanto las palabras abandonaron sus labios. Salí y justo antes de acercarme a ellos, pude escuchar algo de su conversación un poco efusiva que tenían ambos.

—Sé que no tengo que repetírtelo Noah, …sabes la regla.

—¿Cuál regla? —pregunté inocentemente, sabiendo posiblemente de que se trataba la conversación que estaban teniendo.

Regla número uno en la lista de Jayden.

Cualquier relación amorosa con Alison Walker, queda totalmente prohibida.

A veces lo entendía, si era novia de uno de sus mejores amigos y la relación se terminaba, sería algo incómodo para los tres, yo tendría que seguir viéndolo si Jayden tomaba la decisión de seguir su amistad o seria la culpable de la decisión de que ambos hombres no siguieran con su amistad.

No quería estar involucrada en una situación tan difícil como esa y él tampoco lo quería, por eso siempre ponía esas condiciones.

—Nada Alison, nosotros iremos a entrenar…nos vemos en el almuerzo —besó mi frente y se llevó a Noah, ni siquiera había dejado que se despidiera.

Cuando me vi sola en ese estacionamiento, sin saber el rumbo que debía de tomar, empecé a estresarme en sobre manera y el nerviosismo a invadirme, pero recordé a Mason y lo llamé inmediatamente.

A los tres timbres me contestó.

—Alison.

—Uhm hola, necesito ayuda —confesé, empezando a caminar hacia donde todos se estaban dirigiendo—. No sé dónde queda mi primera clase, Jayden acaba de abandonarme a mi suerte y no quiero parecer como si no tuviera ni p**a idea de a donde ir…aunque posiblemente ya lo parezca —susurré esto último.

 —Creo que te estoy viendo, ¿puedes voltearte? —arrugué mi entrecejo y lo hice, sonriendo al instante al verlo.

La luz al final del camino —

Esperé a que llegara y le agradecí eternamente.

Me hizo un rápido recorrido por los lugares esenciales, también mostrándome como podría encontrar los salones y, por último, llevándome hasta donde sería mi primera clase del día.

—Y aquí termina tu recorrido, hermosa —posó su mano en la pared, apoyándose y viéndose realmente sexy en el proceso.

—Eres muy sexy… ¿lo sabías? —inquirí seriamente, su rostro se tornó rojo de inmediato y abrí mis ojos por tal acto—. Te ruborizaste, ¡oh por dios que tierno! ¡te quiero para llevar!

Por lo general no era muy amistosa, se me hacía difícil abrirme a las personas, pero él me daba esa confianza y si todo seguía por este rumbo, seriamos muy buenos amigos.

Tenía una sonrisa en mi rostro al momento de abrir la puerta, tuve un delicioso desayuno hecho por el mismísimo Noah Anderson, había llegado temprano, no había pasado por nada vergonzoso desde que pisé la universidad y obviando la pequeña caída que tuve en mi casa, el día parecía pintar bastante bueno.

Entré de un salto e hice mi baile de victoria.

—Sigue así Alison —susurré, acabando con una vuelta y mi mano alzada.

—¿Señorita Alison Walker?

Me congelé en mi sitio al escuchar una voz que evidentemente no era la mía.

¿Por qué Dios?

Abrí abruptamente mis ojos, topándome con muchos pares de ojos mirándome divertidos ante la situación.

Dirigí mi mirada al profesor de la clase, quien me veía con pena y lo entendía.

Miré nuevamente a la clase, después al profesor y por último al suelo, pensando en qué momento se abriría y me escupiría en Argentina. Al saber que evidentemente no sucedería, caminé hacia el profesor y dije lo mas obvio.

—Gracias a mi hermano pude levantarme a tiempo, según esto —señalé el horario—. La clase empieza a las ocho y media, son solo las siete y cincuenta. No entiendo por qué ya están aquí… ¿hay algo que no sepa?

—Hubo un comunicado por el grupo de W******p, como no esta aun la agregaré…lo siento por esto, ahora vaya y siéntese, debo seguir con mi clase.

Lo único que pude fue asentir y dirigirme al primer puesto que estuviera libre. Todos me observaban.

Todos hablaban entre susurros.

Todos empezaban a saber que mi hermano era Jayden.

Todos empezaban a sacar conclusiones erradas de mí.

¡Todos se podían ir a la fregada!

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