Cuando Clara Bella sacó el brazalete que le regalé en su cumpleaños del pantalón de Ana, sentí un dolor en el pecho un tanto inexplicable, era una mezcla entre coraje y decepción, esa niña tenía algo especial, algo que me hacía pensar que era una buena chica.
Me di la vuelta y caminé hacia mi oficina, Clara caminaba detrás de mí exigiéndome que llamara a la policía.
—¡Tienes que meterla en la cárcel! ¡No puedes permitir que esa ladrona se quede sin castigo!
—¡Clara ya cállate! — Le grité y se asustó porque nunca lo había hecho— ¡Ya recuperaste tu joya, ya olvídalo!
Entré en la oficina y le cerré la puerta para que no entrara, teníamos una relación de años, pero había veces que me atosigaba su presencia.
Me dejé caer