Capítulo 6

EVERLY

Nunca he tenido la fortuna de conocer a una mujer tan agradable como está resultando ser Analy Griffin, llevamos poco más de media hora hablando y siento que ya la quiero, aunque no sea cierto, ya que necesitamos comenzar a convivir más, a mi padre se le ve contento y no paramos de reír juntos hasta que el padre de una de mis compañeras viene por él. Dejándonos solas. Sus ojos azules me detallan con cariño y le regalo una sonrisa. 

—Eres muy hermosa, Everly —menciona con encanto elegante. 

Mis mejillas se calientan y estoy segura de que se han teñido de rojo. 

—Tú también lo eres, ahora entiendo por qué mi papá canta hasta en la ducha. 

Suelta una risita que denota nerviosismo, luego revisa un mensaje de texto que le llaga y su felicidad se atenúa. Teclea rápido y molesta mete el móvil en el bolso  

—No debo preocuparme de algún ex demente que quiera recuperarte ¿cierto? —pregunto con cautela. 

—Por supuesto que no, tranquila, cariño, es solo mi hijo, es un poco…

—¿Maniaco del trabajo? —enarco una ceja con diversión y ella parece relajar los hombros. 

—Podría decirse que sí, es un buen hombre. 

Lo dice con un tono amargo que me ocasiona curiosidad. 

—Él va a ser mi hermanastro ¿cierto? —inquiero. 

—Sí, le he dicho que no es necesario que venga ya, está ocupado, su nombre es Kavan…

—¡Aquí estás! —Emma y Kimberly llegan obligándome a poner de pie—. ¡Llevamos horas buscándote, Alan va a hacer una fiesta en el club Monsters, vamos! 

—No lo sé… —observo a Analy, quien parece leer un nuevo mensaje, le entra una llamada y se disculpa poniéndose de pie. 

Mis amigas no dejan de parlotear y miro a la pobre mujer afligida caminando con rapidez en dirección de los baños. Su hijo debe ser un verdadero dolor en el culo. Kimberly se marcha y no puedo borrar la mirada cargada de tristeza de la mujer que va a ser mi madrastra. 

—¿Y bien? ¿Qué tal es? —Emma recorre una silla a mi lado y se sienta tomando una nueva copa de vino—. ¿Es tan mala como en los cuentos de hadas? 

Niego con la cabeza esbozando una sencilla sonrisa. 

—Todo lo contrario, esta parece ser una madrastra buena, me gusta para papá, le hace feliz y con eso basta. 

—¿Y qué tal las cosas con Bruno? 

Su pregunta me hace fruncir el ceño. 

—No quiero hablar de ese idiota, hemos terminado, es mi noche esperada, no quiero que nada me lo arruine, mucho menos él. 

—¡Esa es mi chica! 

De soslayo me doy cuenta de que mi padre termina de hablar y se dirige hacia nosotras. 

—¿Y Analy? —pregunta con un destello de preocupación en los ojos. 

—Hace un momento que se fue al tocador, iré a ver si necesita algo —me incorporo y miro a mi amiga, quien no deja de verle el trasero al Quarterback de la escuela—. ¿Vienes? 

—No, mejor te espero para ir al club —Emma se acomoda el escote y mi padre ríe, sabe como es—. Nos vemos, señor Hilton. 

La zorra de mi mejor amiga se lanza a bailar con Abel, este no pierde el tiempo y se aferra a sus caderas de manera promiscua, sonrío aceptando la derrota y aparto mi atención de ella y a lo que ella suele llamar; su presa.  

—Gracias cariño. 

—Enseguida vuelvo —le doy un beso en la mejilla. 

Camino entre la gente, los chicos me saludan, no pierden la oportunidad de lanzarme algún comentario con tema sexual y agradezco el que nadie supiera nunca de mi relación con el idiota de Bruno. Localizo el cuarto de baño, una chica sale y me da el paso, se lo agradezco, entro y no la veo, no hay nadie en los lavabos tampoco, estoy a nada de salir cuando un sollozo me detiene, viene de uno de los cubículos cerrados, las dos últimas chicas salen dejándome sola y me acerco con pasos silenciosos.

—No, te digo que ya no quiero que vengas, me has arruinado la noche y no quiero que le hagas lo mismo a Everly. 

Dice Analy, es su voz, escuchar mi nombre hace que un escalofrío recorra mi espina dorsal y me muerdo el labio inferior al estar indecisa, no sé si debo llamar para que corte la comunicación con el tal Kavan, o si por el contrario deba estar como hasta ahora, escuchando conversaciones que no son de mi incumbencia, el problema era que soy demasiado curiosa y opto por hacer lo segundo. 

—Ya nos vamos —miente—. No, no quiero que vengas, es mi felicidad, ya he sacrificado mucho, merezco ser feliz cariño, y si tú no quieres compartir conmigo estos momentos, y no ser parte de lo bueno que me está brindando la vida, es tu problema, tienes razón, ya no eres un niño. 

Guarda silencio un par de minutos hasta que en un susurro lleno de sollozos, dice: 

—Te quiero, cariño, adiós. 

Hace lo que supongo y cuelga, su débil voz se pierde, no puedo evitar sentir lástima por aquella mujer y sin conocer a su hijo, pierdo el interés de hacerlo, al contrario, creo que nunca me podré llevar bien con ese tipo. La puerta se abre y sus ojos azules chocan contra mis ojos casi del mismo color, solo que los míos más claros. 

—Everly —musita con un hilo de voz. 

Nunca tuve una madre a la que abrazar luego de que la mía muriera de cáncer estando muy pequeña yo todavía, por lo que la necesidad de abrazar a esa mujer con los ojos rojos llenos de agua, nace y es lo que hago sin pensar, la envuelvo entre mis brazos, su cuerpo estaba tenso, sin embargo, al hacerlo se relaja, temo por unos breves instantes su rechazo, pero todo se esfuma cuando acepta mi abrazo y rodea mi cuerpo del mismo modo. 

—Siento que tuvieras que escuchar esto, no le digas nada a tu padre, si se entera se enojará y no quiero enemistad entre ellos, es solo que Kavan tiene mucho trabajo y… 

—No te preocupes, Daddy no se va a enterar —le aseguro apartándome—. Ese hijo tuyo es dolor de cabeza, papá no puede enfadarse con él, no obstante yo sí, esa es la función de las hermanas menores ¿no? 

Mi comentario desata la sonrisa más cálida y amorosa que había visto, seguida de una risa que me hincha el pecho de alegría. 

—Supongo que sí, espero y le saques canas verdes cuando se conozcan, Kavan es un buen hijo, solo tiene un defecto, y es la ambición y la obsesión por el trabajo.

—Eso tenlo por seguro. 

—Gracias por aceptarme, si te soy honesta tenía mucho miedo de que no lo hicieras o que… 

—Eso es una tontería, mírate, eres una mujer hermosa y amas a mi padre, eso se nota desde el primer momento, así que… qué te parece si un día vamos de compras. 

Sus ojos adquieren un brillo que irradia emoción, asiente. 

—Eso me gustaría, siempre quise tener una hija. 

—Pues ya está, es un hecho. 

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