El intercambio

Narra Sara

No se cuanto tiempo llevo aquí encerrada, dos veces me han traído una pieza de fruta y algo de agua.

En un cubo he tenido que hacer mis necesidades, me siento sucia. Lo único que quiero es dormir. En mis sueños no hay dolor y aveces en ellos aparecen un hombre y una mujer que parecen quererme mucho quizás sean mis padres.

He creído con la idea de que mis padres no aguantaron más su vida a mi lado y por eso se quitaron la vida. Ahora estoy pensando que igual eso no es verdad.

La puerta se abre soy arrastrada escaleras arriba, me golpeó las piernas y los brazos en varias ocasiones.

Estoy tirada en el suelo, de pie está mi tía y mi tío y un hombre alto y joven me mira con cara seria.

- Levantate, dice hasta por tres veces.

Mi tía me levanta del pelo y me suelta una gran bofetada.

- Esto no es lo que acordamos, la mercancía está dañada, dice mientras mira los morados de mis brazos y cara.- además está demasiado delgada quien me dice que no esté enferma.

Mi tio se mueve sobre su sitio, está nervioso. Tiene la cara desencajada.

Limpio la sangre de mi labio con mis dedos. Esta vez creo que me lo ha partido.

- Le voy a dar la mitad de lo acordado, dice el hombre llevándose una mano al bolsillo.

Mi tío asiente, mientras coge mi brazo y me lanza hacia ese hombre.

-Fuera de mi casa, aquí ya no pintas nada. Dice mientras cuenta su dinero.

- El hombre del traje negro me indica que lo siga y yo solo obezco.

Estamos en la calle, me abre la puerta de una caja de metal con ruedas. Yo paso y me siento. Que será esto es la primera vez que veo uno.

Derrepente comienza a moverse, doy un respingo hacia delante. Ese hombre no dice nada solo me mira.

- Te voy a explicar cómo va el tema. El señor ha pagado por ti una cantidad de dinero ahora eres de su propiedad. Tendrás que obecerle en todos sus mandatos, hacer lo que él te pida y no molestarlo. Entiendes? Sino lo haces las consecuencias pueden ser fatales.

Yo asiento con la cabeza, y comienzo a mirar por la ventana. El paisaje es muy bonito hemos dejado atrás unos edificios muy altos, había mucho ruido y muchas cajas como estás por todos lados.

Ahora todo es más bonito, es como el jardín pero más grande.

Hemos llegado a una gran casa, el señor del traje negro me dice que pase.

Estoy en una gran sala, los muebles son muy bonitos y hay un gran sofá blanco en medio, como será sentarse ahí. Me pregunto a mí misma.

- Lo siento Kevin no era lo que me había dicho. La chica esta débil y golpeada. No estoy seguro de que sepa hablar. Creo que es la primera vez que sale a la calle.

Veo como el hombre del traje negro se acerca detrás le sigue otro hombre deben de tener la misma edad pero este hombre tiene los ojos igual que el cielo.

Se acerca a mí me mira de arriba a bajo mientras me pregunta:

- Cuantos años tienes?

Yo me mantengo en silencio.

- Sabes hablar? Pregunto de nuevo.

Yo asiento con la cabeza.

- Entonces porque no me contestas? Dice levantando la voz.

- Por.. por.. llevo tantos años sin hablar que me cuesta mucho hacerlo.

- Porque usted no me ha dado permiso. Yo tengo prohibido hablar. Consigo decir al final con mucho esfuerzo.

Veo como se sienta en el sofá y comienza a pasar las manos por su cara, mientras lo escucho suspirar.

Desde el sofá se dirige a mi de nuevo.

- Cuantos años tienes y como te llamas? Dice en tono serio.

Me llamo, me llamo… Sara ese creo que es mi nombre y nose supongo que debo de tener dieciocho años nose si fue ayer o hoy cuando cumplo los años.

Se ve que estás alterado, se levanta de golpe y se dirige hacia mí, yo me arrodilló en el suelo y tapo la cabeza con mis manos.

-Levantate, no te voy a golpear no te he comprado para eso. Dice enojado.

Marck acompáñala a su habitación, dale ropa limpia y que se de un baño más tarde iré a hablar con ella.

Marck ahora se como se llama el chico del traje negro me indica que lo siga, subimos unas escaleras y andamos un poco por un pasillo. Abre una de las puertas.

- Sara, pasa a la habitación, date un baño, en la cama tienes ropa limpia y espera aquí a que venga el señor.

Cierra la puerta y se va. Esta habitación es tan grande como todo el salón de mis tíos, hay una gran cama, también hay un armario.

Tengo una mesa y una silla.

Sobre la mesa hay una pequeña caja cuadrada pero es plana que rara igual más tarde pregunto si la puedo ver.

No puede ser el baño, esto es demasiado hermoso, hay un cubo alargado muy grande tiene varios grifos, hay otro mueble con una pila y un gran espejo.

Si me acerco pasará algo. Mejor no.

Quito mi ropa la dejo caer sobre el suelo. Me meto dentro de ese cubo y abro un grifo. El agua quema doy un grito y me echo hacia atrás.

Una señora mayor pasa corriendo hacia el baño. Yo me tapo avergonzada.

- Señorita está bien, pasa algo?

-Yo, yo… Nose usar esto, me he quemado. Consigo decir avergonzada nunca nadie me había visto desnuda.

Ella se acerca mueve las palancas y un agua tibia comienza a caer. Acerca dos botes y me dice.

- El azul es para el cabello y el rosa para el cuerpo de todos modos lo pone en la etiqueta. Dice mientras camina hacia la puerta dándome intimidad.

- Señora, señora discúlpeme que es azul y rosa. Además yo no sé leer. Digo cabizbaja.

La señora me sonríe y se acerca de nuevo a mi. Me indica cuál es el azul y cuál es el rosa.

Y me deja allí bajo el agua. De verdad que siente agradable.

Vierto el líquido sobre mis manos y lo frotó por mi cuerpo. Huele muy bien como las flores del jardín.

Ahora vierto el liquido del pelo y lo comienzo a frotar.

Entra en mis ojos y duele, escuece esto no me gusta nada.

Salgo y me envuelvo en una toalla, busco un peine para el pelo y veo que dentro del cajón hay un montón de peines diferentes. Escojo uno al azar.

Hay otro espejo en la habitación me dirijo a él tengo miedo pero el ha dicho que no me a comprado para golpearme así que me acerco.

Miró mi cara mi nariz es pequeña mis labios son carnosos, tienen una herida del golpe recibido, y un morado en la mejillas.

Mis ojos son grandes tienen largas pestañas y son como la hierba del jardín.

Me acerco a tocar el espejo quiero saber si se ha roto. No me doy cuenta cuando la puerta se abre sigo mirando de cerca el espejo.

- Qué haces con el espejo. Dice con una voz ronca Kevin.

Doy un salto del susto y la toalla que lo cubría queda tendida en el suelo.

Me agachó rápido a coger la toalla pero el es más rápido y ha cogido la toalla antes, tapo lo que puedo con mis pequeñas manos y mis delgados brazos.

El se acerca a mí.

- Déjame quiero mirarte, dice mientras pasa los dedos sobre la cicatrices de mi espalda, lo veo fruncir el ceño.

- Como te hicistes esto? Pregunta algo enfadado.

- Yo..,yo tenía seis años quería probar un helado y mi tío me pilló, estuve una semana sin poder moverme, supongo que me las hizo ahí pero tampoco estoy segura es la primera vez que me veo en un espejo. Digo con la voz tímida.

-Y porque lo estabas tocando? Pregunto curioso mientras me entrega la toalla.

-Yo comprobaba que no estuviera roto, mi prima siempre me decía que si me acercaba a un espejo se rompería al reflejar una cara y un cuerpo tan desagrable.

Lo escucho reír y no se porque, vístete te voy a explicar unas cosas te espero en la sala de la entrada.

Ya estoy lista llevo un vestido corto rosa es precioso no me lo pienso quitar nunca. Y unas zapatillas blancas nuevas.

Bajo las escaleras y me dirijo a la sala donde estuve cuando llegue.

El estado sentado en el sofá me indica que me siente, vaciló y si lo mancho es tan bonito. El se da cuenta de que vaciló y me invita de nuevo a sentarme.

- Vamos a ver… Voy a ser franco contigo, tu principal función aquí es satisfacer mis necesidades sexuales. En las noches principalmente será cuando busque tu presencia. El resto del día podrás hacer lo que quieras, siempre que sea dentro de la propiedad. Entiendes Sara?

- Sii, digo tímidamente, puedes retirarte.

Que será eso de mis necesidades sexuales. Si tan solo alguien me pudiera explicar.

Estoy en mi habitación tocan a la puerta.

Abren la puerta y aparece La señora mayor.

- Señorita la cena está lista donde desea cenar en el comedor o en la habitación.

- Donde ordene el señor. Digo obediente.

El señor ha tenido que salir a atender unos asuntos, no llegara para cenar. Me ha pedido que cuide de usted. Dice con voz cariñosa.

- Vale, pues cenanare contigo entonces. Digo en un tono firme.

Estamos sentadas en la mesa de la cocina hay tanta comida que hasta me siento incómoda.

Nunca en toda mi vida había comido tanto.

Es hora de dormir, he probado a dormir en la cama, es imposible así que cojo una manta y me tumbo en el suelo.

Al poco tiempo caigo en un profundo sueño. Me parece que alguien me levanta y me deposita en la cama.

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