LA DIFERENCIA ENTRE TÜ Y YO

— ¿Cómo que aburrida? — Le reclamo.

Ella solo me sonríe y habla —Esa materia no me gusta — Contestó con un puchero.

Me reí de su respuesta y expresión, siendo acompañada por ella misma. Almorzamos y en lo que restaba de receso nos quedamos charlando, escuchando también el bullicio de la cafetería.

—Me he enterado que hay nuevos alumnos — Dijo Jessica de repente

      — y me encantaría conocerlos.

—Yo no estoy interesada en conocer a nadie — Respondo encogiéndome de hombros.

El timbre tocó por segunda vez y nos dirigimos al salón, pero esta vez me tocaba laboratorio.

 —Jessica ¿Dónde está el salón del laboratorio?— La miro esperando una respuesta.

— ¡Vamos! — Me guía hasta el salón y luego se marcha a su salón.

— ¿Tú no bienes? — Le pregunto a la distancia, ya que esperaba compartir está clase con ella.

—No, ahora tengo inglés, pero nos veremos más tarde.

Al entrar en el salón, busco un asiento y veo uno al último cerca de las ventanas, perfecto para distraerme en caso de aburrimiento. Me siento a mirar lejos mientras os demás se dispersan para hablar, sin embargo, veo entrar al maestro quien nos saluda imponiendo orden y todos lo contestamos de vuelta.

—Buenos días, mi nombre es Edgardo Gallardo, espero que estén con ganas de aprender — Dice mirándonos a todos.

Después de su mini discurso, nos sentamos y comienzo a ver entrar más alumnos que saludan al maestro y este verifica los nombres. Les indica a cada quien donde sentarse, y mientras seguían entrando los nuevos charlaban entre ellos.

Me alegre tanto cuando vi que me sentaría sola, sin ningún tipo de molestia. No es que sea asocial, solo no me gusta hablar mucho y por lo visto esa es la actividad favorita de todos en este lugar. Sin embargo, mi felicidad duró muy poco. Entraron dos jóvenes más y mi sonrisa se borra al instante, ya que solo quedaban dos asientos libres en el salón y uno de ellos era a mi lado.

Uno de ellos es rubio, de contextura delgada, alto, atlético y de ojos azules; mientras que el otro es un poco más bajo, de cabellos más oscuros y ojos marrones. Eran apuestos, no podía negarlo en absoluto, pero no por eso me apetecía interactuar.

El profesor los mira y saluda como a cualquier otro estudiante; al rubio le asigna el asiento justo al lado mío, y al moreno más hacia el centro del salón. El chico se dirige hacia donde estoy mientras el otro chico se dirige al centro.

Desde el momento en que se sentó a mi lado, me hizo sentir incómoda. Era extraño, tenía una mirada intimidante posada fijamente en mí, no de bicho raro como los demás, esta era diferente. Y lo más extraño es que a pesar de no conocerlo, sentía que me invadía un nerviosismo por todo el cuerpo, algo que nunca había sentido. No soy una persona que se intimidaba ante cualquier cosa, por lo que no entendía en absoluto el porqué de todo esto.

Pasaron las horas y parecía que el final de las clases no llegaba, me quedaba estática sin poder hablar ni moverme, como si no quisiera hacerme notar. Cuando parecía que estaba por marearme, escucho el timbre resonar fuertemente.

« ¡Por fin!» Pensé con un suspiro.

Recogí todas sin siquiera mirarlo, caminé lo más pronto posible y salí del salón directo a la cafetería en busca de Jessica. Mis manos temblaban y sudaba frio, los latidos de mi corazón eran demasiado apresurados, por lo que los oídos me pitaban un poco.

Era algo muy raro, pero realmente sentía que ese chico era peligroso, pero ¿Por qué él se comportaba de esa manera conmigo? Caminaba preguntándome esa y mil preguntas más, hasta por fin llegar junto a Jessica, quien solo me observaba con asombro al verme tan alterada.

— ¿Qué te pasó? ¿Estás bien?  — Indagó preocupada.

Al escucharla reaccioné de forma automática, le conté todo lo que me había pasado con un poco más de calma.

— ¿Quién es el chico? — Preguntó, mientras miraba a los alrededores con suma curiosidad.

—No lo conozco y no lo he visto por el pueblo antes — Respondo.

Inmediatamente visualizo en la entrada al rubio con sus amigos, con la mirada le indico a Jessica de su llegada señalando sutilmente en su dirección, ella los observa de pies a cabeza sin siquiera disimular.

—Es guapo al igual de sus amigos — Dice con asombro.

Es increíble lo que escucho saliendo de su boca, los elogia por su físico mientras que yo sigo en shock ante lo ocurrido.

Mientras que ella sigue observándolos, me doy cuenta de la presencia de otro joven se nos acerca y saluda a mi amiga.

— ¿Cómo estás Jessica? ¿Puedo sentarme con ustedes? —saluda el muchacho.

La reacción de mi amiga es demasiado cómica, se sonroja y sonríen ampliamente.

— ¡Claro!  — Dice ella

— Pero primero te presento a la nueva pobladora, ella es Deyanira Collins y él es mi compañero de clase Ethan Word, vive en las afueras del pueblo.

Ambos extendimos la mano en forma de saludo, mientras no dejo observar un tatuaje bastante llamativo en dirección del cuello, pero no indago al respecto. Estábamos en una charla bastante animada con risas, aliviando por fin ese malestar que me dejo aquel rubio. Era bastante cordial este chico, pero por lo que veo a mi amiga le encantaba, así que decidí darle un poco de espacio.

Me retiro al sanitario un momento, porque además necesitaba un poco de soledad y silencio. Cuando me disponía a lavarme el rostro, suena mi celular. No podía creerlo, era mi ex novio quien llamaba y por obvias razones solo colgué. Sin embargo, era tan insistente que tuve que responder.

— ¡Hola Jeremy! ¿A qué se debe tu llamada? — Indago, ya que hace meses que no le hablo, desde nuestra ruptura.

— ¡Hola amor, te extraño! Estaba pensando en ir a visitarte — Me quedo en silencio al escuchar aquello.

« ¿Acaso tiene amnesia?» Pensé confundida ante sus insinuaciones.

— ¿Esto es broma? Vamos Jeremy, creo que no es conveniente...

—Estaría viajando dentro de dos semanas, besos cariño — Me interrumpe y cuelga.

No puedo creer, lo que me faltaba para terminar mi día de hoy y catalogarla como lo peor. ¿Que más me podría pasar hoy que lo empeore?

«Esto debe ser una broma de mal gusto» pensé y me dirigí a la cafetería nuevamente. Cuando entro, no veo a Jessica por ninguna parte, por lo que me dirijo a mi casillero para guardar mis cosas y retirarme. No esperaba ni quería más sorpresas por el resto del día, solo regresar a casa y descansar.

Cuando me dirigía a la salida los pensamientos en mi cabeza eran desenfrenados, por lo que no doy atención a mi alrededor, hasta que siento que choco con algo tan fuerte que me caigo sentada en el suelo, dejando caer mis cuadernos.

— ¡Ay! — Me quejo del dolor.

Desde el suelo veo dos piernas bastantes firmes frente a mí, con zapatillas azules y un jean color marrón. Levanto mi mirada poco a poco y ahí estaba el chico que tanto quería evitar. Al ver su rostro, noto que estaba tenso, con las cejas bien definidas y unos ojos azules intensos.

— ¿No puedes ver por dónde caminas? — Le reclamo.

Mientras me da la espalda, veo una sonrisa malvada dibujarse en su perfilado rostro. Instantáneamente se da vuelta en mi dirección, mirándome fijo y desafiante, como si le cayera bastante mal.

—Yo no tengo la culpa que no pongas atención por donde caminas —Vocifera con tono bastante desagradable.

Esas palabras me enfurecieron tanto, que no reparé en modales para contestarle.

 — ¿Tu familia no te supo enseñar modales? —Recalcó, mientras me levanto del suelo con mi rostro en alto

— Además ¿Quién te crees que eres para hablarme de esa manera? ¿Acaso eres un patán?

Respondí de la misma manera que lo ha hecho él, y quizás que exageré, pero la rabia en mi crecía como una ola que es capaz de arrasar con lo que fuera.

Le doy la espalda dejándolo con la palabra en la boca, cuando siento que unos brazos fuertes me tenían arrinconada contra la pared. Mil ojos inevitablemente se cruzaron con los suyos, reflejando aún más ira de la que yo misma sentía.

— ¡No vuelvas hablarme así en lo que te queda de vida, y mantente alejada de mí yo no socializo con humanos insignificantes! — Acerca su rostro al mío y siento su respiración chocando mi rostro.

En ese momento mi valentía se esfumo, siendo remplazada por miedo puro. Y, aun así, logré ver que sus ojos cambiaron de a un azul esmeralda brillante, pero daban la sensación de ser un tono bastante frío y con mucho odio.

— ¡Suéltame! No puedo respirar — Exigí como pude, dando golpes sus manos con desesperación ya que sentía que el aire no llegaba a mis pulmones

En un segundo, me suelta el cuello por lo que caigo al suelo quedando inclinada mientras que dejo entrar una bocanada de aire, luchando por volver a respirar y normalizar mi respiración. Cuando levanto la mirada, ya no estaba por los alrededores, pero tampoco iba a esperarlo. No podía estabilizarme sola, me vi obligada a apoyarme en las paredes camino a la salida. Al llegar, el frio aire del exterior raspa mi piel mientras veo los alrededores detenidamente.

Me recuesto por un instante en aquellas paredes mirando al cielo, por mis mejillas resbalaban unas lágrimas rebeldes. No podía creer lo que me ocurrió, la impotencia me carcomía desde dentro. ¿Cuál era su problema? Por poco me mata. Una vez recuperada el ánimo, decido caminar para volver a mi casa, sentía la necesidad de alejarme de ese lugar.

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