2 ♡Confuso♡

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—Tú, ¿Trabajas aquí? —exclamo sorprendida, queriendo y deseando que algo me golpee en la cabeza de lo apenada que estoy.

El chico de ojos marrones e aparta el cabello del rostro y asiente con el ceño ligeramente fruncido, —Según recuerdo sí. Rocío me dijo que quería contratar a alguien para que me ayude con las tareas del lugar, supongo que ese alguien eres tú.

—Si, soy yo, hablando de eso... te pido por favor que no le digas a tu novia que casi te rompo la cabeza.

Una deslumbrante y cautivadora sonrisa se forma en sus labios y yo lo miro con seriedad, —¿De qué te ríes? No es para nada gracioso burlarse de la mala suerte de otras personas.

—No me burlo de ti, me río de lo que dijiste, ¿Rocío mi novia? Ella es la administradora de la boutique, es verdad que somos amigos, pero es mucho mayor que yo.

—Ah, así que reías por eso —me rasco la cabeza nerviosa, no paro de avergonzarme más y más delante de este chico—. disculpa es que tú hablas de ella como si fuera... no sé, mejor no me hagas caso, buscaré algo para limpiar este desastre.

Su sonrisa se amplia aun más, pero no dice nada, solamente me sigue con la mirada, cuando paso por su lado siento una corriente eléctrica y magnetica recorriendo cada centimetro de mi cuerpo, intento no tomarle importancia y me mantengo seria

Minutos después, ambos nos encontramos agachados recogiendo las rosas de plástico del suelo y guardándolas dentro de las cajas.

—¿Y eres de por aquí? No recuerdo haberte visto nunca —pregunta él para romper el silencio.

—En absoluto, vivo muy cerca de aquí, solamente que nunca vengo a los centros comerciales, no preguntes porqué.

—Me resultas conocida, ¿de casualidad asistes al instituto Belmont Preparatory School?

—Yo...

Antes de que pueda responderle escuchamos que alguien entra a la boutique, nos incorporamos al mismo tiempo y nuestras cabezas chocan, en serio tengo mala suerte hoy y ya se la he contagiado a él.

—Rocío, pensé que no regresarías —le dice él acomodando la caja en el mostrador.

—Sí, he tardado porque tuve que arreglar unos documentos —nos explica y se acerca al mostrador—. ya se conocieron, es increíble como el destino los unió de improviso.

Ambos la miramos confundidos, sin entender lo que quiso decir, como si lo hubiera dicho en otro idioma.

—Parece que sí —responde él frotándose la nuca con la mano derecha.

Sin subir a ningún banco el chico castaño acomoda ambas cajas sobre el mueble, dejándome estupefacta.

—Si, bueno, yo tengo que seguir acomodando las cajas y...

—Aguarda, ni siquiera se han presentado, serán compañeros de trabajo por un largo tiempo —comenta Rocío mostrando una sonrisa en su rostro.

—Sí, tienes razón Ro —afirma él e inmediatamente camina en mi dirección hasta que nos encontramos a un metro de distancia—. un gusto conocerte compañera de trabajo, mi nombre es Matteo Meyer —extiende su mano hacia mí.

Quedo paralizada al darme cuenta que me está hablando un chico guapísimo, está tendiéndome su mano y me está sonriendo con esos ojos de color chocolate tan dulces y deslumbrantes, eso no me sucede a diario, digamos que soy seria y fría con los chicos.

—Yo soy Elisse Cross —no estrecho mi mano con la suya solo digo mi nombre y evito hacer contacto visual con él.

Rocío revisa una vez más los papeles que he traído y me hace algunas preguntas, entre ellas la siguiente: ¿Has trabajado antes en una boutique? a lo que respondí que no, y al finalizar la entrevista dijo, —Bienvenida a Italy Boutique, Elisse —solté un gran suspiro de alivio y ella sonrio por mi reacción, después ella me explicó los horarios en los que vendre a la boutique.

Por la tarde me pongo mi chamarra y miro a través de las grandes ventanas, ya ha pasado tiempo y se ve que ya está anocheciendo.

Me acerco a Rocío y le digo, —Debo irme, mi madre debe estar esperándome.

—Claro Elisse, mañana te esperamos para que comiencen a trabajar, confío que mi negocio se queda en buenas manos.

—No te equivocas —decimos Matteo y yo al unísono, nuetras miradas se encuentran y una creciente incomodidad se instala entre nosotros.

Me muerdo el labio inferior y le dirijo a Matteo una sonrisa forzada antes de apartar la mirada y volverme hacia Rocio, —Me voy, los veré mañana —dicho esto salgo de la boutique y camino a prisa, coloco los audífonos en mis oídos y escucho mi música favorita a todo volumen, no me detengo hasta que veo de reojo a alguien caminando a mi lado.

—Ya te recuerdo, eres esa chica de tercer año, te he visto en mis partidos, siempre en las gradas sin prestar atención al juego, por lo que sí, estudias en el mismo colegio que yo —veo que mueve los labios diciéndome algo que no logro escuchar por la música de los audífonos, así que no entiendo absolutamente nada de lo que está diciendo.

Bajo el volumen de mi MP3 y le digo en voz alta, —Tengo que irme —sin esperar respuesta subo a mi motocicleta y me voy a casa.

Jamás se me cruzó por la cabeza que ese chico se volvería alguien importante en mi vida, que lo vería en el colegio y en el trabajo, que aparecería en mis sueños y se adueñaría de mis pensamientos.

♡*♡*♡*♡*♡

Al día siguiente en el colegio voy caminando a mi primer clase del día y me veo interrumpida por esa voz que tanto detesto.

—Hey tú, dark —ella y sus amigas se burlan de mi abiertamente, a mis espaldas—. el negro ya pasó de moda Elisse pero contigo va genial, ¿cómo le haces para cada día verte más y más horrenda?

—Supongo que hago lo contrario que tú y tus séquito de amigas descerebradas. Afortunadamente no parezco bruja malvada con cuernos —todas me miran mal, deseando lanzarse sobre mí y desquitarse.

—Espero no puedas pagar el colegio y te saquen de la escuela por ser tan estúpida —grita Samantha furiosa.

La ignoro y bebo un sorbo de mi limonada, —Aguarda un segundo —segundos después le quito la tapa al vaso transparente y les lanzo la limonada encima—. no se metan conmigo o la próxima vez les pondré pegamento en el cabello —una vez dicho esto paso por su lado empujando el hombro de Samantha con molestia.

—Señorita Cross, acompañeme al despacho del director.

¡Mierda! Me he ganado problemas gracias a estas descerebradas.

—Bien —respondo fastidiada, sujetándo mi mochila con más fuerza de la necesaria.

En pocas palabras el director Finegan dijo, —Te quedarás en la hora libre a recojer la bodega escolar, no podrás irte hasta que termines—, le dije que lo haría, prefiero que me quiten esa hora libre a otra hora después de clases, de otro modo no llegaría puntual al trabajo.

En la hora libre voy a la bodega acompañada del profesor, quien abre la puerta con mala cara.

—Adelante, diviértase —entro a la pequeña habitación, la cual parece que no se ha limpiado en siglos, hay telarañas en los muebles y en las sillas, las ventanas están cubiertas de polvo al igual que el piso de madera.

—¿Quieren que limpie esto yo sola?

—Si no termina al horario acordado, no se preocupe, mañana también tendrá que seguir recogiendo —me explica el maestro y me sonríe forzosamente.

¿Se supone que debo alegrarme?

Escuchamos pasos acercandose por el pasillo, segundos después alguien entra, es un chico, lleva la mochila colgando de su hombro y trae puesto el uniforme del equipo de fútbol del colegio, el gorro de la sudadera cubre su cabeza, impidiendo que logre verle la cara.

—Lo olvidaba, este joven también la acompañará en su divertido descanso de limpieza.

—No es un descanso si vamos a limpiar —aclara el chico desconocido mirando al otro lado de la ventana, desinteresado por la situación.

—Y tampoco tendrán un descanso si no ponen ya mismo sus cuatro manos a trabajar —nos dice el profesor con fastidio y sale de la bodega cerrando la puerta tras sí.

En silencio comienzo a acomodar algunas cajas sobre la estantería. El chico se sienta en un sillón polveado, saca de su mochila una bolsa de frituras y comienza a comérselas luciendo del todo relajado.

—No pensarás que limpiaré todo esto yo sola, te recuerdo que nos castigaron a ambos.

—No me fastidies, vale, debieron mandar aquí al otro tipo con el que pelié.

Al notar el tono conocido de su voz volteo a verlo, es él, está aquí, el compañero de trabajo que conocí ayer, estoy hablando del mismo.

Vaya sorpresa, de ochocientos estudiantes que asisten a esta institución me tenía que tocar estar justamente con él aquí.

Siento su mirada castaña en mí, me volteo de espaldas para que no reconozca que soy yo y me aclaro la garganta para hacerle ver que su mirada fija me incomoda.

—¿Por qué te castigaron? —le pregunto mientras barro el piso, el polvo se esparce por la habitación y comienzo a toser sin parar.

—Digamos que no me gusta contarle a nadie mis problemas, pero visto que no te conozco y probablemente no te volveré a ver después de hoy, te lo diré. Yo estaba jugando tranquilamente fútbol en la cancha, Ryan Sanders comenzó a fastidiarme diciendo que él jugaba mejor que yo, me retó a jugar, al terminar el partido mi equipo ganó, y el muy idiota de coraje vino y me dio un puñetazo en el rostro, entonces comenzamos una gran pelea.

—Vaya, que chico más imbécil —confieso y esquivo su mirada al pasar por su lado.

—Lo que más me fastidia es que gracias a él no pude ir a ver a una chica al lugar que teníamos planeado.

—Estoy segura que otro día tendrán su cita —le digo en un intento de animarlo y vuelvo a toser por el polvo que ya se metido en mis vías respiratorias.

—¿Cita? Puedo asegurarte que conozco cualquier concepto excepto ese, las citas no van conmigo.

Alzo los hombros para restarle importancia, —Si tú lo dices, ahora, ¿puedes ayudarme?

—Solamente si me dices porqué estás aquí.

—Un grupo de chicas de mi salón me estaban molestando, les lancé mi bebida encima y terminé aquí contigo.

—¡Fantástico! —se levanta del sillón, deja sus frituras en su mochila, después toma algunos libros viejos de un mueble y los coloca en un estante de libros—. ¿Te conozco de algún lado?

Niego con la cabeza y me coloco el gorro de la sudadera en la cabeza, cubriendo mi rostro, —En absoluto, debes ser tan popular que me estás confundiendo.

—Es que en serio... —escucho que se acerca y se detiene a un paso de distancia, con tanto polvo no logro ver nada solo puedo sentir su aliento detrás de mí, sobre mi oído—. siento que ya nos conocemos.

Doy media vuelta y quedamos frente a frente, él acerca su mano a mi cabello, después muy lentamente se agacha a mi altura. Retrocedo por impulso (y por su repentino acercamiento) y tropiezo con una lámpara, resbalo y caigo de espaldas al suelo.

—Perdona, no pretendía que cayeras —extiende su brazo en mi dirección y en una fracción de segundos su mirada encuentra la mía, nos miramos fijamente durante dos micro segundos que me parecen eternos—. Elisse.

Hay momentos en la vida, donde no esperas conocer a alguien y justo cuando lo conoces cambia tu mundo gris a uno de color.

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Si has llegado hasta aquí, aprecio que sigas leyendo la historia y le des la oportunidad de ser leída por tu lindos ojos. Segundo capítulo y ya estoy emocionada, ¿Ustedes lo están? si es así dejen su voto y comenten.

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