5

Todos en el edificio sentían la tensión y se mantenían en completo silencio. Milo estaba tan furioso que había perdido la cabeza por completo. Les había gritado a sus empleados y él nunca había perdido la cabeza a ese nivel como para mostrarse ante sus empleados de esa manera. La colección Rosazul había sido robada a solo unos cuantos días de su lanzamiento. Los diseños, la publicidad y algunos diamantes habían desaparecido por completo de la empresa y del sistema. Como si nunca hubiesen existido.

—¿Estás diciendo que hay un infiltrado, en verdad? ¿Un soplón o una soplona?— dijo Milo al mismo tiempo que se llevaba una mano al cuello y jalaba de su corbata negra. Estaba furioso, estresado y tenso. En tan solo unos días era el evento más importante del año y su empresa no tenía nada que presentar. Necesitaba encontrar una obra de arte que pudiera presentar o perdería la oportunidad de conseguir los inversionistas que necesitaba. Las acciones caerían y perdería mucho dinero.— alguien consiguió Rosazul y la patentó anoche mientras yo dormía...¡Hijos de puta!— gritó antes de golpear el escritorio con el puño completamente cerrado. — dime Harry, ¿De dónde conseguiré una nueva colección?

Harry suspiró y se sentó con tranquilidad sobre uno de los asientos de cuero blanco de la elegante oficina de su mejor amigo. Estaba preocupado, si Milo perdía dinero entonces él también perdería dinero. Lo había visto trabajar duro un millón de veces desde que eran pequeños pero con Rosazul se había esforzado más que nunca, había diseñado el mismo cada una de las joyas de la colección y había buscado por sí mismo los diamantes perfectos. Toda  la colección había sido obra suya, ni siquiera los diseñadores se habían enterado de Rosazul hasta que había sido necesario pero ahora todo ese trabajo se había ido por completo a la b****a.

—Creo que tienes que organizar una reunión de emergencia. Por el momento no nos enfoquemos en encontrar al culpable. Por el momento enfoquémonos en conseguir una buena colección— dijo Harry antes de levantarse del asiento y suspirar. Milo lo observó y se cruzó de brazos antes de observar al hombre de cabello rizado.

—¿Qué es lo que harás?

—¿No es obvio? Salvaré tu fragil pellejo, buscaré al proveedor y conseguiré los diamantes más hermosos que encuentre. Tú convoca la reunión y habla con tu personal. Trabajemos duro. Recuerda lo que digo...

—Un milagro solo nace del trabajo duro — susurró Milo antes de asentir y caminar hacia la puerta de su oficina. Harry tenía razón, tenía que trabajar duro para demostrarles a sus enemigos que podía contra ellos y con muchísimos más.

Solo necesitó de diez minutos para frenar cada una de las actividades de su empresa y llenar la sala de audiovisual con todos sus empleados. Esta vez el ambiente no era feliz, esta vez no estaban reunidos para comenzar la celebración de Febrero. Esta vez estaban ahí para ser regañados y recibir malas noticias.

Milo entró a la sala de audiovisual con el rostro completamente tenso, apretando los puños dentro de los bolsillos del pantalón. Lo primero que vio al levantar la mirada fue el rostro de Natasha con el ceño levemente fruncido mientras lo veía con sus temerosos ojos. Ella lo observó negar después de verla y se aterró por completo ante la idea de que ese sería su último día en ese trabajo de ensueño. Le había faltado el respeto a su jefe y con probabilidad él no la perdonaría. Se sentía como una estúpida por creer que un hombre como él la perdonaría por un par de galletas. Se había sentido completamente bien al ver la sonrisa de Juliet al recibir sus galletas caseras pero ella sabía que no tendría la misma  satisfacción  al entregárselas a su jefe. 

—Anoche—dijo Milo con un gran nudo en la garganta. Suspiró y se aclaró la garganta antes de decidir volver a hablar.— ayer alguien entró a la empresa y robó mi colección Rosazul. Trabajé tan duro para desarrollar ese proyecto por mi mismo por qué quería quitarles un poco de su carga laboral…maldita sea—susurró ante el micrófono. Natasha lo observó y por un momento creyó que él rompería en llanto.— encontraré al culpable, solo espero que no esté entre nosotros por qué yo los he elegido a cada uno de ustedes con mi corazón—dijo antes de mirar a Natasha. 

Ella bajó la mirada y la clavó en sus manos para evitar verlo a toda costa.

—Me odia—susurró Natasha— soy la más nueva de la empresa, tal vez cree que yo lo he hecho—susurró para ella sin importarle qué Juliet pudiera escucharla.— maldición, no he sido yo.

—Solo quería informarles eso, por el momento tal vez tengamos que trabajar un poco más. Cuento con ustedes en poder sacar una colección de emergencia. Vayan a trabajar —dijo Milo.— ah, señorita Natasha, favor de quedarse. 

En ese momento Natasha pudo sentir que su corazón se detenía y su cabeza le gritaba que corriera lo más que pudiera hasta que él no pudiera verla. Sabía lo que le iba a pedir y aunque quería romper en llanto se tragó cada uno de sus sentimientos para permitir controlarse. Juliet miró a Natasha y se preguntó si en verdad Milo tendría el valor de correrla a tan solo unos días de su llegada. 

—Pase lo que pase… estoy contigo—dijo Juliet.— te aseguro que no será nada malo.

Natasha asintió y la observó alejarse junto a todos los demás empleados. La sala de audiovisual quedó prácticamente vacía cuando todos salieron. Milo alzó una ceja mientras la veía, intentando analizarla.

—Está vez no saldrás corriendo, ¿Cierto? — le preguntó él, la soledad del lugar hizo que su voz gruesa hiciera un poco de eco por el lugar. Natasha se levantó de su asiento y se mordisqueó el labio antes de acercarse a él. 

Ella sabía que necesitaba darle una explicación, pedirle perdón y tal vez rogarle por su empleo. Milo guardó silencio y la miró fijamente mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón. Ella se detuvo justo frente a él y le regaló una mirada llena de nerviosismo e inocencia.

—Lo siento—susurró ella antes de morderse el labio con fuerza— jefe, lo siento por haberlo tratado de esa manera… se lo suplico no me quite mi empleo. 

—A partir de este momento serás mi secretaria— le anunció él con completa seguridad— mantendré mis ojos en ti— le susurró antes de dar un paso hacia ella.—me aseguraré que trabajes bien— dijo antes de un segundo paso. Natasha bajo la mirada y finalmente se percató de la poca distancia entre ellos.

—¡Ah por favor!— dijo antes de retroceder dos pasos.—¡No por que sea febrero signifique que puede actuar de esa manera! Por favor respéteme y le prometo que haré lo mismo con usted— dijo Natasha antes de cruzarse de brazos y fruncir el ceño con fuerza. 

—Ahh…—fue lo único que pudo decir Milo, ella lo miró llevarse la mano a la cabeza y finalmente rascarse la nuca.— lo siento, en ningún momento quise incomodarla. Le pido una disculpa si la ofendí con acercarme. Solo estaba bromeando. 

—Está bien… solo que no me interesan esas cosas. 

—¿Qué es lo que no le interesa?— le preguntó Milo—¿El trabajo o yo? — preguntó antes de sonreír y guiñarle el ojo. 

—¡Ash!— dijo Natasha antes de escuchar reír a su jefe. 

—Bien, bien. Vayamos a trabajar que tengo mucho que hacer— dijo Milo antes de comenzar a caminar hacia la puerta. Natasha lo observó y por un momento se sintió mal por él. Ella misma sabía la sensación de trabajar por algo tan duro y perderlo en segundos. Lo sabía por qué su “hermana” siempre le había robado todos sus esfuerzos. 

—Disculpe…—susurró ella. Milo se detuvo y volteó a verla antes de levantar una ceja y regalarle una sonrisa totalmente coqueta.

—¿Quieres que nos quedemos encerraditos aquí todo el día? 

—¿Puedo ir a casa?— preguntó ella. Milo frunció el ceño y miró el lujoso reloj de su muñeca.

—¿Estas enferma?

—No— dijo ella antes de negar.

—¿Entonces? 

—Necesito traer algo de mi casa.

—Entonces te llevo.— dijo él, Natasha lo miró y negó rápidamente.

—¡Solo tardaré unos minutos!— dijo antes de salir corriendo de la sala de audiovisuales. 

—Nuevamente salió corriendo—susurró Milo. 

Para Milo las horas pasaron corriendo dentro de su oficina. Había creado tres diseños y todos los odiaba.  Natasha había regresado rápido al trabajo pero Milo no había recibirla como hubiese querido. Cada minuto que pasaba era un kilogramo más de presión sobre su cuerpo. Se sentía tenso y molesto. 

A Natasha solo le costó minutos entender el rostro de Milo. Se sentía completamente agradecida con él por no haberle quitado el empleo. Haberle permitido continuar en ese lugar había sido un completo milagro para ella. 

—¡Natasha!— dijo Juliet con una gran sonrisa mientras se acercaba al que solía ser su lugar de trabajo—¡Mira lo que traigo para ti!— dijo antes de darle un pequeño sobre rojo lleno de corazones.—¡Es la persona a la que le tendrás que hacer la vida feliz por un mes! 

—¡Dije que no participaría!

—¿No? Ups te metí, le entregaré su sobre a Milo— dijo Juliet con una gran sonrisa. Natasha la observó acomodarse el cabello y entrar de manera coqueta a la oficina de Milo. 

—¡Jefe le traigo a su personita!— dijo Juliet. Milo asintió y tomó el sobre prácticamente sin despegar la mirada de sus bocetos de diseños. 

—Gracias, retírate por favor, estoy ocupado. 

Juliet asintió y suspiró antes de salir de la oficina. Natasha la miró y suspiró.

—¿Cómo se juega esto?— preguntó, rindiéndose por completo.

Juliet chilló emocionada y se sentó frente a Natasha con una gran sonrisa en su rostro.

—Por nada del mundo puedes decirle a esa persona que eres su cupido. Diario tienes que darle un detalle, un pequeño regalo. ¡Diario! 

—¿Diario?— dijo Natasha sin antes pensar en su mala situación económica. 

—Si pero puede ser cualquier cosa, no cosas caras. Pero el día de San Valentín tienes que darle un buen regalo y el jefe a las personas que lleguen a coincidir les regala un pequeño viaje de fin de semana. Ah y tienes que hacer una lista con las cosas que te gustan y dejarla en recepción para que tú cupido pueda saber que es lo que te gusta. 

—Suena bien — dijo Natasha mientras veía a Juliet sonreír y asentir. 

“Por favor, por favor Dios, no me hagas coincidir con un hombre. Tengo miedo” pensó mientras fruncía levemente el ceño. Juliet se levantó del asiento y le acarició levemente el cabello antes de irse. 

Natasha observó el pequeño sobre rojo y con el estómago lleno de nervios decidió abrirlo para conocer a la persona que tendría que consentir todo el mes. 

Milo suspiró y tomó el pequeño sobre que acababa de dejar sobre el escritorio. Se recargó en su silla y rasgó levemente el papel del sobre para poder sacar el pequeño papel del nombre.

Natasha observó el nombre sobre el papel y se llevó la mano  hacia la boca antes de voltear a ver a su persona. Milo observó el nombre sobre el papel y dibujó una amplia sonrisa en su rostro antes de voltear a ver a Natasha. 

Milo se levantó de su asiento y caminó con completa seguridad hacia la puerta. Natasha apretó su puño y escondió el papel cuando él se detuvo frente a su escritorio. Ella lo miró  y frunció el ceño al verlo extenderle la mano. 

—Creo que es momento de presentarnos —dijo él mientras extendía su mano hacia ella sin borrar la sonrisa de su rostro.

Natasha tomó con timidez la mano de Milo. Tomando por primera vez la mano de un hombre. Milo aceptó por completo la pequeña mano de Natasha y la sintió temblar.

—Un gusto… soy ¿Natasha Brown?— dijo ella sin entender la situación. 

—Un gusto Natasha Brown. Soy tú cupido—dijo él, mirándola a los ojos. 

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