3

                                   ♥ Hola, queremos que disfruten este capítulo♥

                                   ★Recuerden, novela no apta para cardiacos

                                                   ˜” *°• Narra Sabrina •°*”˜

Y de eso han pasado tres años, aunque hasta empezamos a salir y nos hicimos novios, de toqueteos y manoseos no pasamos y parece ser que ya Jorge quiere subir de nivel.

Tenemos sexo oral, pero no me ha quitado mi virginidad—en el sentido estricto de lo fisiológico, claro está— pero sigo con mi himen intacto así que aun soy virgen.

Y se que quiere subir de nivel porque me dijo que debía darle una prueba de amor. Y muchas veces pensé que debía esperar hasta casarme, ahora sin embargo me pregunto si vale la pena esperar para entregar mi virginidad. Digo, ya muy inocente no soy, digamos.

Amo a Jorge, pero no sé si debemos dar ese paso.

Oh, mi conciencia me esta matando porque las dudas se estan apoderando de mi, por unos minutos atras habia pensado que todo esto seria bueno, que no es malo entregarme con la persona que amo, pero ahora las dudas se penetran en mi mente y lo que escucho es que no debo hacerlo, no si estoy dudando y a la vez destruyendo el sueño de una niña.

Sí, desde niña he soñado en mi principe azul, ese principe que me sacara de todas mis tristezas, ese hombre seria al que me entregaria en la totalidad, pero hasta que me entregue el anillo, ese anillo de compromiso, para luego venir un anillo de matrimonio. Ah, puede que estaas ideas sean de mojigata, pero es que un principe azul, no deja de ser un principe azul.

Me siento entre la espada y la pared porque antes era la vocera de las chicas, aunque ellas me ignoraban yo le decia que no se dejen llevar por lo que su cuerpo lujurioso siente, todo tiene que ser por amor y porque ambos se aman. Y que no crean nada de eso de la prueba de amor, eso es un vil chantaje, eso lo hacen para presionarte y a la vez obligarte que hagas algo que no deseas.

Ahora comprendo que una mujer enamorada no piensa en lo que hace, se ciega ante el amor y no le da la oportunidad de ver si ese amor es sincero. Me siento una de ellas porque ahora estoy si me entrego a él o debo rechazarlo, aunque tengo que tener presente que todo tiene una consecuencia.

De pronto suena mi teléfono—hablando del rey de Roma.

 —¡Hola! —contesto al tercer repique.

—Sabrina, mi vida, ¿cómo estás? —dice con mucho mimo.

 —Bien, amor y tú qué haces —susurro de la misma forma.

Tengo mi propia habitación, es pequeña, pero tiene todo lo que puedo necesitar. Privacidad por ejemplo.

 —Pensando siempre en ti, pero mi llamada se debe a que quiero invitarte al cumpleaños de un amigo. Necesito que estés lista a las cuatro de la tarde.

Hmmm... No sera una trampa, es que es raro que él me quiera invitar a una fiesta de amigos, aunque sea de cumpleaños, siento que todo esto es especial y a la vez extraño.

 —De acuerdo, estaré lista. —afirmo y él cuelga la llamada.

Una voz irrumpe mi santuario privado. Y he decidido demostrarle al idiota de mi primo, que debe dejarse de necedades, hoy es el día en que sus bolas quedarán al revés.

—Sabrina, no me digas que Jorge te invitó a la fiesta de los riquillos.

—Así lo ha hecho, sí.

 —Sabes que me preocupo por ti, prima. Que es porque sé que vas a salir herida.

Si alguien lo escuchase seguro pensaría que me quiere, pero sus intenciones no son nada honorables, desde que me salieron las tetas, debo aguantar sus miradas lascivas. Están incomodo soportar sus miradas y sus insinuaciones, pero me siento atada porque no puedo decir lo incomoda que él me hace sentir, hasta pueden decir que exagero o de que me he vuelto delicada, asi como dice el pueblo. 

Verán, él no es mi primo de sangre. El esposo de mi tía ya era padre cuando la conoció. Por eso pude vivir aquí, porque mi tía había aceptado a mi tío con todo y su hijo.

—No hay ningún problema primo—le dije mientras caminaba hacia él mirándole la entrepierna.

—Sabes que mis sentimientos son honestos, Brina. Quiero que seamos una pareja.

Lo sabia, eso es algo enfermo, como se atreve a decirme eso, ¡somos familia! No puede sentir eso por mi, no... 

—Somos primos, solo eso.

—No compartimos sangre, Brina.

Y ha llegado el momento, coloco mis manos rodeando su cuello y le susurro al oído.

—¿De verdad me quieres?

—Con todo lo que tengo.

—Debes entender que no te veo como a nada más que a un primo.

Y sé que debo ser rápida. Usando toda mi fuerza levanto la rodilla y conecto a donde quería conectar y mi amado primo cae al suelo gimiendo de dolor.

—A ver si entiendes querido primo, que no me interesas y que si sigues de necio, te golpearé de nuevo.

—Zorra…

Oh, eso no me afecta en nada, no permitire que se atreva a meter conmigo, tiene que respetarme, somos familia, ademas mis ojos lo ven con desprecio, no quiero tener nada con él y menos lo pienso... Ah, de solo pensarlo me da asco.

—¿Zorra yo? Quizás mi tía quiera opinar sobre eso.

Provaré amenazarlo con mi tía, puede que lo ignore, pero tambien esta la posibilidad que le tema. 

—No…no le digas…

—Pendejo, eso eres. No le diré pero quédate lejos de mí.

—Lo siento, he sido un idiota.

Asi me gusta verte, eres una maldito idiota enfermo. Juro por mi vida que no permitire que se salga con la suya.

—Estamos de acuerdo.

—Si le dices, mamá se sentirá mal.

—Lo sé, pero si sigues molestándome vas a seguir recibiendo de mis muestras de afecto.

Mi tía nos escucha discutir y entra a mi habitación. Al inicio viene revisando su celular y habla sin mirarnos.

 —Muchachos tan de mañana y ya están discutiendo

Héctor sigue en el suelo y gime al tratar de moverse.

Hijito, ¿Qué te pasó? —ella se acerca a él mirándose preocupada.

Ay, no... No se si ella me crea por que ese sinverguenza es su hijo, tengo que llevar todo esto por otro lado.

—Tía, es culpa mía. Ya sabes que Héctor es alérgico a las abejas y vi una sobre su pantalón. Reaccioné por instinto y le di con mi pie.

—¿Una de tus famosas patadas? Auch…vamos hijo, te ayudaré a llegar a tu cuarto.

—Iré por hielo, debe estar que no aguanta. Espero no se quede sin poder tener hijos.

Unas horas después, nos sentamos a cenar. Mi queridísimo Héctor me miraba…no con miedo sino con respeto—¿loco, no?

 —Mamá, escuché que tu niña saldrá hoy y es una fiesta con los riquillos —me señala—, y sabes que nosotros somos pobres y no somos bienvenidos a este tipo de lugares.

No te saldrás con la tuya, no quiere que salga porque tiene celos verme con mi novio. Ahora más que nunca sañdré y le demostrare a él que siempre luchare para estar con mi novio.

 —Lo he pensado, pero en el mundo ambas clases coexisten. No me voy a casar con ese joven millonario. Iré a la fiesta y si me siento incómoda saldré de ahí.

—Mi niña, no tienes que explicarme nada por qué es tu vida y yo la respeto —alza su mano y la lleva a mi mejilla—, además tienes que buscar qué ponerte para qué vayas bellísima, y si me permites yo te puedo ayudar—dice en un hilo de voz.

Waooo... Me sorprende escuchar a mi tía, no me espere que me dijera que me ayudará a arreglarme, sí, pense que se pondría en el lugar de su hijo. 

 —Si tía de mi corazón —me abalanzo a sus brazos—, claro que me puedes ayudar.

Obvio, esto me pone demasiado feliz porque no me lo esperaba, hasta puedo decir que siento muchas mariposas en mi estomago. ¡Que raro!

 —Mamá, ¿cómo vas a hacer cómplice de todo esto?

El hombre protesta, se opone a que su propia madre me ayude, que su propia madre sea participe de mi salida. 

 —Héctor, cállate ¿entendido? —mi tía se aleja de mí para enfrentar a su hijo.

Eso tía, de todo corazón te agradezco por estar de mi parte, me has elejido a mí sobre todas las cosas.

 —¡Está bien madre!  —gruñe tras salir de la habitación y dejarme con mi tía.

 He ganado esta vez, pero no creo que él se quede quieto.

◆◆◆

Esa misma noche, mi tía sale a algo fuera de la ciudad y mi primo, toca a mi puerta y trae dos vasos de alcohol, ese es mi delirio y lo acepto, no deberia gustarme pero lo hace.

—Para hacer las paces, Brina.

—Has sido un idiota.

—No supe mostrarte mis intenciones de forma correcta, me enamoré de ti de forma tan fuerte que actué como un crio.

Después de mi tercer trago me siento relajada, así que me acomodo en la cama, mi primo que no es mi primo, se acuesta a mi lado, ambos mirándonos el rostro.

—¿Por qué no puedes amarme?

—Somos…

Su dedo índice va a mis labios, me manda a callar y se que me dirá que no somos de la misma sangre. No sé si es el alcohol o si mi despertar sexual ataca, porque cuando Héctor desliza su dedo índice desde mi labio superior al inferior, entreabriéndome los labios, saco la punta de mi lengua y lo acaricio.

Esa invitación fue suficiente como para que se acercara con rapidez y me besara. Se colocó sobre mi y empezó a desvestirse. No lo detuve, estaba caliente y ansiosa y por eso mientras lo miraba desnudarse, empecé a quitarme la ropa.

Se levantó a prisa y cerró la puerta, nadie nos iba a molestar aquella noche.

—Brina, me mata el deseo.

—No se que me has hecho, es el licor pero quiero esto. Dios sabe cuanto necesito ser tocada por alguien.

—Has sido mala, no sé que tan lejos llegaste con Jorge…

—Soy virgen, a él le gusta que lo tome con la boca…se supone que espera hacerme suya pero no había sucedido.

—Mia, pequeña prima, vas a ser mía.

No imaginé que una primera vez sería así, Héctor no fue amoroso, entró en mi con violencia y lo dejé, porque estaba más allá de este mundo. Lo que fuese que me puso en la bebida no solo me había generado un hambre sexual intensa sino que aunque me estaba violando, me encontré disfrutándolo. Debería guardarme esos comentarios pero, mi voluntad no estaba, mi cerebro quería gritar pero mi cuerpo no respondía.

Y me avergüenza haber gemido, me avergüenza haberlo besado con ansias. Porque en el fondo de mi mente, no quería aquello.

Y la rutina con mi primo se hizo más normal, ya no necesitaba la droga ni el alcohol, porque en mi mente, estaba que habíamos hecho mal pero mi cuerpo necesitaba de aquello.

Le dije a Jorge la verdad y este en lugar de enojarse me dijo que él querría participar en algún momento de un encuentro sexual y cuando mi tía tuvo que salir de la ciudad, Jorge fue por mi y por Héctor y fuimos a su casa.

En la mesa, había polvo blanco, los vi hacer una raya y aspirar. Me uní a ellos pensando que no sería la gran cosa pero fue asombroso. Los tres estábamos desnudos, Jorge me abrazaba la cintura, estaba de rodillas y lo sentía hundir su rostro entre mis glúteos y lamer. Héctor estaba al frente, poniéndole atención a mis senos. No sé cuánto tiempo pasamos, luego los vi tocándose entre ellos, frotándose y mientras se daban amor, mi mano fue a mi entrepierna.

Mis gemidos los enloquecieron y en una nube de deseo y gritos, acabamos durmiendo todos en la misma cama.

Un par de semanas después, Héctor tuvo un accidente mortal y falleció. Me dolió más de lo que puedan imaginar y para mi tía fue devastador. Y aunque mis noches con Jorge seguían siendo tan calientes, los siguientes seis meses extrañamos a aquel que había sido nuestro compañero de cama.

Una tarde fui a mirar un pequeño riachuelo, estaba lloviendo y llevaba mi paraguas rojo. Miraba la corriente embravecida mientras pensaba en lo que era ahora, una mujer que ansiaba el toque de los hombres, una que consideraba que aquello podía ser la forma de irme del pueblo, de hacer dinero y marcharme para nunca volver.

Un par de noches después de que cumplimos ocho meses de relación, me invitaron a ir a un burdel. No haría nada más que estar con Jorge y si quería, alguno de sus amigos. Era la prueba definitiva para saber si serviría para aquel mundo.

Entré con una enagua sin bragas, una blusa blanca, ligeramente transparente sin brassier. Las miradas de los hombres fueron a mi, y se levantaron. No entendía bien como funcionaba aquello pero hablaron con Jorge y le dieron fajos con billetes.

—¿Qué pasa?

—Hay más de setecientos dólares aquí, para ti.

—¿A cambio de qué?

—Quieren comerte el coño.

—¿Solo eso?

—Si, todos quieren comerte mientras todos miran. Sus fantasías son fetiches sobre lamer coños en público.

—Nunca lo he hecho.

—Nunca es tarde para una primera vez.

Jorge me da la mano y me sienta en un sofá, me recuesta contra el respaldo y separa mis piernas.

—Miren, mi mujer se rasura el coño. ¿La quieren?

Cuando el primer desconocido pasó su lengua por mi carne pensé que moriría, Jorge entonces se sentó detrás de mí, me abrazaba y tocaba los senos mientras orgasmo tras orgasmo, atendí a los clientes.

Y fueron varias noches las que me permitieron recoger suficiente dinero para dejar el pueblo.

Unos días después, Jorge me invitó a una fiesta dónde un hombre, proveniente de Londres y su amigo, querían pagar por mí. Seis mil dólares habían dicho de los cuales recibiría un noventa por ciento. No sonaba nada mal, para variar.

                      ༒ 🅽🅾🆃🅰 🅳🅴 🅻🅰🆂 🅰🆄🆃🅾🆁🅰🆂

Muchísimas gracias por leernos. Queremos recordarles que es una novela de ficción. En ningún momento nos basamos en nadie conocido y tampoco queremos que imiten las conductas de Sabrina y de muchos que la rodean.

Esperamos que disfruten la lectura recordando que es ficción y que no es bueno que nos lastimemos físicamente.

Un abrazo grande y déjennos saber desde dónde nos leen.

Con Amor  

𝙼𝚊𝚛𝚢 𝙼𝚎𝚗𝚎𝚜𝚎𝚜 & 𝙲𝚊𝚜𝚜𝚊𝚗𝚍𝚛𝚊 𝙷𝚊𝚛𝚝

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo