CAPÍTULO 6 + 7

Capítulo 6 – La realidad es dura, y los sueños hay que dejarlos atrás.

A la mañana siguiente Emily estaba feliz, pues había quedado con Murray en unas horas y estaba realmente impaciente por empezar aquella ruta histórica.

Se preparaba el desayuno, en aquella enorme cocina. Acababa de sacar la leche sin lactosa del frigorífico cuando un sonido la asustó.

Caminó hacia la mesa de la cocina, donde su teléfono móvil sonaba sin cese. Se asomó sobre este, admirando el nombre de la persona que llamaba:

  • ¡Mamá! – exclamó, justo después de contestar al teléfono - ¿qué tal va todo por allí? – preguntaba, mucho más animada que de costumbre, haciendo que su madre quedase perpleja con aquello - ¿cómo está Meredith?
  • Estamos bien – respondía - ¿y tú?
  • También lo estoy.
  • Estuve hablando con el doctor – comenzó, dejando claro que traía malas noticias – le estuve contando las cosas extrañas que nos dijiste al despertar, todo el tema de ese sueño tan intenso que tuviste … - aclaraba, dejando claro que entre ella y el médico no había secretos, y haciendo que su hija se arrepintiese de haberle contado la verdad sobre William, el hombre al que amó, el que parecía no haber existido jamás – dice que lo que te ocurrió es a causa de un trastorno de soledad obsesivo.
  • ¿qué?
  • Asegura que imaginaste todo eso, que ansiabas tanto tener a alguien en tu vida, alguien especial que volviste a traer a la vida a William, tu amigo imaginario de tu adolescencia, y creaste todo un mundo imaginario alrededor de él.
  • No creo que …
  • Emily, deberías volver a casa – rogaba su madre – el doctor Thomson, quiere hacerte unos estudios, y posteriormente podría recetarte algo más para tu problema, no es bueno que andes por ahí enferma.
  • Déjame hablar con ella – decía otra voz, algo lejana, haciendo que la madre de Emily le diese el teléfono al doctor, y este comenzase a hablar con ella – Emily, si es cierto que estuviste en casa de tus abuelos, si es cierto que te caíste del tejado … - comenzaba, haciendo que un hilo de esperanza apareciese en su vida - … si es cierto que perdieses una parte de tu memoria, pero no es cierto que él estuviese allí contigo. Hablé con tus abuelos, estabas sola allí, no había nadie más ayudando a tu abuelo con el campo.- proseguía, haciendo que la muchacha perdiese toda la esperanza que mantenía en su corazón – Emily, tienes que volver, es importante que tratemos esta obsesión tuya, es un problema grave que confundas la realidad con los sueños.
  • Él no es real – reconoció, mientras sus lágrimas caían por su rostro, dándose cuenta de que ellos tenían razón. Tenía tantas ganas de volver a ver al William de su juventud que seguramente lo habría imaginado todo, seguramente todo era producto de su imaginación, provocado por esas ansias que tenía de conocer a alguien que lo diese todo por ella, a alguien que la cuidase de la forma que nunca nadie había podido hacer.

Emily nunca había tenido un cariño real hacia nadie, pues su padre murió cuando ella era una niña, rompiendo la única conexión real que sentía con alguien, y su madre nunca la dejó visitar a su abuela loca, así que siempre había tenido esa falta de conexión con alguien, pues su hermana Kayla y su madre, no pudieron llenar nunca el vacío tan grande que su padre había dejado en ella.

Por eso quizás, se inventó un amigo imaginario que tuviese esa conexión con ella, al que llamó William, al que nadie más veía o conocía en el pueblo.

Y así fue como comprendió, en aquel momento, que su madre y el doctor tenían razón sobre aquello, William Drake no existía, tan sólo era un producto de su imaginación, y ella estaba enferma, necesitaba aprender a diferenciar la realidad de los sueños.

Colgó el teléfono, sin responder si quiera a las insistencias del doctor por que volviese a casa, se sentó sobre la silla junto a la mesa, con la mirada perdida en el suelo, resignada a dejar todos aquellos sueños atrás, pues ya no sabía lo que era real de lo que no, y estaba tan confundida.

Su hermana entró en la cocina, seguida por Murray, que al parecer llegaba pronto, haciendo que la joven levantase la cabeza para mirar hacia ellos, limpiándose las lágrimas con rapidez, haciendo que ambos dejasen de hablar y mirasen hacia ella.

  • Emily – comenzó su hermana, asustada - ¿estás bien?
  • No creo que pueda ir a nuestra excursión – comenzó hacia el joven, con la mirada fija en la ventana de la cocina, por donde se podía ver el mar, al mismo tiempo que sus lágrimas se morían por salir de sus ojos – no me encuentro muy bien – aseguró, para luego darse la vuelta y caminar hacia su habitación, haciendo que su hermana se preocupase por ella.
  • Iré a ver qué le ocurre – aclaró hacia su amigo, mientras seguía a la muchacha hasta su habitación - ¿qué es lo que ha pasado?
  • Tenías razón – decía, mientras se quitaba las zapatillas y abría la cama, con la intención de volver a ella – interesarme por la historia de piratas no hará que él sea más real, no debería ir a esa excursión, no me hará bien.
  • ¡Emily! – le llamó la muchacha, cogiéndola del brazo, impidiendo que pudiese acostarse en la cama.
  • Mamá ha llamado – aseguró, al mismo tiempo que una lágrima caía por su mejilla – dice que estoy enferma, que mi mente ha inventado a William para hacerme sentir mejor.

Capítulo 7 – Una alucinación muy lúcida.

Habían pasado algunos días desde aquello y Emily seguía igual. Se pasaba los días encerrada en su habitación, metida en la cama, llorando, y Kayla estaba comenzando a preocuparse de que su hermana estuviese en aquel estado. Incluso llamó a su madre varias veces para culparla de lo ocurrido, pero la mujer insistía una y otra vez que lo mejor para ella era que ingresara en un centro para ser curada.

Kayla conversaba en el salón con su amigo Alex, que acababa de llegar de una larga gira por el extranjero, ya que el joven era un prometedor músico.

  • Es genial que hayas vuelto – aseguraba la joven haciendo que el muchacho se sonrojase.
  • ¿vas a ir a la fiesta de Murray? – Preguntó, intentando cambiar de tema – He oído que la celebra en mi honor.
  • Entonces habrá que ir – aseguró divertida, haciendo que el muchacho sonriese hacia ella – es una pena que él no esté aquí, seguramente lo pasaría en grande – aseguraba, refiriéndose a su esposo.
  • Murray asegura que tu hermana está aquí – comenzó, haciendo que ella le mirase sorprendida – deberías traerla.
  • Ella está enferma – aclaró la muchacha, haciendo que él la mirase apenado – aunque puede que salir de casa le siente bien.

Apenas unos minutos después entraba en la habitación de su hermana, haciendo que esta se diese la vuelta, indicándole que no estaba de humor para hablar con ella.

  • Esta noche iremos a una fiesta – aclaró, haciendo que la muchacha se enervase de la cama, de pronto, y mirase hacia ella sin comprender, con el rostro repleto de lágrimas – estoy harta de verte así, así que vendrás conmigo esta noche.
  • No es bueno para mi salir de casa – aseguró la muchacha, con la voz apagada – estoy enferma.
  • Si sigues aquí, te enfermarás aún más.

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Emily se asomaba a la ventana, observando el hermoso atardecer, al mismo tiempo que su hermana entraba en la habitación con algunos trajes, pero la joven ni siquiera le prestó atención, pues no le parecía una buena idea salir de aquel lugar, no le apetecía en lo absoluto.

  • Vas a usar el negro, porque es el único a parte del que voy a llevar yo que tiene mangas largas – explicaba, mientras levantaba en alto el negro, haciendo que su hermana dejase de prestar atención al sol que acababa de marcharse y mirase hacia su hermana – Murray ha decidido celebrar la fiesta en el jardín y …
  • ¿de verdad tengo que ir a esa fiesta? – preguntó, desganada, haciendo que su hermana dejase el vestido sobre la cama y corriese hacia ella para cogerla de la mano.
  • Por supuesto que tienes que venir – aseguraba, haciendo que Emily le prestase atención – todos mis amigos están deseando conocerte, sobre todo Alex – explicaba, mientras tiraba de ella hacia el centro de la habitación – Alexander es un músico muy reconocido aquí, acaba de llegar de una gira mundial y …

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Aún no entendía cómo podía haberse dejado convencer por Kayla, odiaba estar allí, se sentía totalmente fuera de lugar en aquel jardín, rodeada de tanta gente que no conocía, todos lucían largos vestidos de noche.

Se apoyó sobre la barandilla, dejando la fiesta tras ella, y miró hacia la espesura de la noche de nuevo.

  • Al final has podido venir – comenzó un hombre junto a ella, apoyándose sobre la barandilla para mirar hacia la oscuridad, también. Pero ella ni si quiera levantó la vista para mirar de quién se trataba, aún se sentía demasiado débil como para relacionarse con otros, por mucho que su hermana intentase obligarla.
  • No debería haberlo hecho – aseguró, haciendo que el muchacho mirase hacia ella sin comprender, observando como una fina lágrima recorría su rostro – aún no es seguro para mí salir así – aseguró.
  • Tu hermana me habló de ti – comenzó, dejando claro que era uno de los amigos de Kayla – de tu enfermedad y …
  • Debería marcharme, no es seguro para mí estar aquí – aseguró, dándose la vuelta, sin mirar hacia aquel muchacho, dispuesta a marcharse de aquel lugar, se sentía demasiado vulnerable allí fuera, necesitaba volver a su habitación, necesitaba…
  • Espera – le llamó el joven, cogiéndola del brazo, haciendo que la muchacha dejase de huir y levantase la mirada para observar al hombre que la había detenido.

Miró hacia el despacio, vislumbrando primeros sus carnosos labios, rodeados de una bien recortada barba, subiendo la mirada un poco más, admirando su perfecta nariz, redondeada y puntiaguda, para luego subirla del todo, observando sus hermosos ojos verdes, haciendo en ese justo instante que Emily comprendiese que tan sólo era una alucinación, como otras muchas, pues aquel hombre que acababa de agarrar su brazo era William Drake.

Se soltó de él, de malas maneras y continuó su marcha, pues ya no podía volver a aceptarle en su vida, dolía demasiado cuando se daba cuenta de que no era real, tan sólo era un producto de su imaginación. Debería haberse quedado en casa, estar allí era tan difícil para ella que apenas sabía muy bien que hacer.

Corrió hacia la playa, con aquel largo vestido, sin tan siquiera despedirse de su hermana, pues estaba demasiado asustada después de haber vuelto a verle, después de haber comprendido que tenía razón, él tan sólo era una alucinación.

Tocó su pecho, afligida, y se lo golpeó con fuerza, mientras se tiraba al suelo de rodillas y comenzaba a llorar desconsoladamente en aquella silenciosa noche, frente al mar, expulsando todo su dolor de su interior, pues sabía que si no lo hacía moriría de dolor.

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