-Capítulo 3-

James aun se encontraba en cama, aunque sabia que ya era de mañana, pues los rayos de sol se colaban por el ventanal medio abierto, el cual le habían dicho que mantuviese cerrado de ahora en adelante. Claramente no iba a obedecer ninguna orden que le diera el cretino en la habitación continua. Pero era demasiado temprano como para que James se pusiera de mal humor, por lo que solo dejó aquello a un lado.

Mirando el reloj de mesa dio con la hora, las nueve de la mañana; Y aun tenía algunos días más para despertar a esta hora, si, definitivamente luego seria molesto. Pero bien, él fue el que insistió en retomar la universidad, podría haber hecho mucho más adelante, pero como se había remarcado adelante; James quería tener una vida normal, tener amigos y estudiar arduamente como el resto de los chicos de su edad. Simplemente no quería sentirse como ahora: Solitario.

A veces se ponía a pensar y si su padre había pasado por esto mismo que él, entonces podría sentir un poco de pena por él, solo un poco.

—Déjalo— Su mirada ya estaba frente al espejo en su habitación, fue rápido en vestirse, algo cómodo y deportivo. Iría a correr, le gustaba y disfrutaba mucho de hacer deportes; De hecho había querido ser un nadador profesional, pero ya saben, para el próximo cabecilla de las Industrias Lawrence, aquello no era un conveniente. Por ello ya se encontraba en su tercer año de administración de empresas, su padre así lo quería, y bien, había sido como un acuerdo, no justo, pero algo era algo. James seguiría aquella carrera y su vida en esos años serian algo normales.

Lamentablemente no estaba pasando, ya que al parecer todo el maldito mundo reconocía el apellido Lawrence. Era como maldición, como estas muerto en vida, pero hey, James lo había sabido sobrellevar, al menos tenía un amigo; Matt Rogers, una persona de gustos extraños y muy amigable. Matt tenía tantos amigos... si, fue casi imposible para James el que no sintiera ni un poco celos. Pero estaba bien, se conformaba con eso.

James dejó su habitación, cansado por el rumbo que había tomado sus pensamientos, fue por ello que no se percató de la presencia de otra persona siguiéndole.

—Joven James, su desayuno esta preparado y servido en la mesa—

James le dirigió una cruda mirada a Eleanor, la odiaba, algo en ella no le agradaba, tal vez sea su actuar inocente. Era patética y ridícula, una persona no debería ser así. Sin embargo, siempre se decía a sí mismo que ya estaba pareciéndose a su padre, teniendo ese tipo de pensamiento. Entonces no llegaba a nada, solo a ignorar a la chica o simplemente diciéndole algo para que desapareciese de su vista.

—No desayunare— Siquiera James la miró, dejando la casa de manera rápida. Suspiró estando fuera.

—No deberias saltarte las comidas—

Jamen casi brincó en su sitio ante la abrupta voz cerca suyo, —¿Qué diablos?— Entonces lo vio, joder, por unos minutos se había olvidado de su guardaespaldas, de que su padre le había contrato uno. —Solo iré a correr, vuelve adentro—

Ryan le dirigió una mirada, —¿Aun no entiende que tengo que estar junto a ti todo el día?—

—No me agrada el tono de tu voz, tampoco tú— Pero James sabia que no podía hacer casi nada para cambiar aquello. Porque de nuevo, las ordenes de su padre pesaban mucho más que las suyas. —Como quieras, iré a correr— Se animó a sonreír, no fue una buena sonrisa.—Iremos a correr— corrigió. Aunque no obtuvo nada, ni un solo gesto.

¿Su guardaespaldas era irritante? Por completo.

...

Para la sorpresa de nadie, Ryan pudo seguirle el paso a James, era algo realmente muy obvio, solo un estúpido hubiera pensado lo contrario. El tipo probablemente estaba entrenado en todo, después de todo era un guardaespaldas que había sorprendido a Harrison Lawrence con su CV.

James no detuvo su trote rápido, solo giró levente su cabeza y sus ojos dieron con el hombre a su lado, aunque estaba a una apropiada distancia, como sea. El cretino se veía mucho más varonil. James no era ciego y tampoco negador, su guardaespaldas tenía menos musculatura de el anterior, por esto solo lo hacia lucir mejor proporcionado. Si, tenía un gran cuerpo, y un excelente rostro. Volviendo a mirar al frente, James no podía decir que este hombre fuera alguien feo. ¿Por qué la mayoría de los guardaespaldas eran atractivos?, ¿acaso era una condición a la hora de convertirse en uno?... —Ridículo— Soltó James casi sin aliento. Pero había otra cosa más, ¿desde cuándo opinaba del aspecto de los hombres? Oh claro, James frunció la nariz al recordar que esto era culpa de su amigo, este simplemente hablaba de todo sin problemas, y bien, James se había contagiado de él. Aunque en una que otra ocasión James se preguntaba si su amigo Matt era bisexual, pues el tipo solo.. uh, ¿hablar de los penes de otros hombres era normal?

Negando James sonrió, vamos, así era Matt, único en su especie. Estaba tan agradecido de ser su amigo, solo esperaba que no hablara mal de él a sus espaldas, como el resto.

James volvió a concentrarse en el ahora, vamos, él estaba corriendo, tenía que estar relajándose, no preocupándose de todo como un niño. Miró a su alrededor, la plaza poco a poco comenzaba a llenarse de personas, debió de despertar más temprano, o salir por la noche. Al menos no había nadie interponiéndose en su camino. Fueron exactos doce minutos los que trascurrieron cuando comenzó a sentir mal, su cabeza comenzó a dolor, al igual su estómago, pronto su vista se volvió borrosa. Aquello le hizo, le obligó a detenerse.

—Mierda— Se irguió, apoyando sus manos en sus rodillas, tratando de mantenerse y no caer. Pero se sentía débil. Había sido mala idea salir a correr sin nada en el estómago, no tenía energías.

—Hey, ¿estas bien?— Pero Ryan ya estaba cargando a un desvanecido James, —Diablos, sabia que algo así podría pasar. Eres un chico idiota—

—P-puedo.. escucharte aun.. imbécil...— Su voz era débil, y sus párpados se mantenían cerrados.

Primer día siendo oficialmente un guardaespaldas y ya tenía a la persona que tenía que cuidar, desmayado en sus brazos. ¿Molesto? Por supuesto, si no estuviera en su actual situación como protector, él solo hubiera dejado el chico en el suelo, ni siquiera le hubiera dado una segunda mirada. Pero ya ven, el cuento era otro.

Ryan observó por unos segundos al chico en sus brazos, era bastante ligero, pero no era momento para seguir con ello. Las miradas de al rededor ya comenzaban a molestarle aun más, por lo que se puso en marcha para llevarlos devuelta a mansión. Era bueno que estuviera cerca.

Y cuando Ryan había ingresado a la casa con el joven James en brazos, las mucamas pusieron el grito en el cielo, se vieron casi horrorizadas. Algo que llegó a llamar la atención de Ryan, solo fue raro y demasiado dramático. Es decir, ya les había dicho que solo se trataba de un simple desmayo, pero ellas aun estaban pálidas.

James fue recostado en su cama, y Ryan dio la orden de que el desayuno de este fuera recalentado, pues él se encargaría de despertar al mocoso. Claro no dijo la palabra mocoso en voz alta, solo se escuchó fuerte dentro de su cabeza.

Con la ayuda de un poco de algodón empapado en alcohol, James fue despertando de a poco, frunciendo la nariz ante el fuerte aroma.—¿Qué fue lo que...- El recuerdo le golpeó con rapidez, aunque... —¿Me atacaron?—. James puso ver que así no había sido por la expresión casi sin vida de su guardaespaldas, pero él estaba jugando. —Comeré algo, ¿bien?—

La puerta se escuchó, Eleanor ingresó con una bandeja de comida ; Un plato con huevos revueltos, tocino y ensalada de palta; Y un gran vaso con licuado de fresas. Pero algo no estaba bien, —¿Se les olvido que no como tocino? Inútiles, tírenlo a la b****a y cocinen otra cosa sin tocino—

Eleanor asintió y se disculpó, —Enseguida estará su desayuno, joven James—

—Espera— Ryan tomó el plato de huevos y tocino —Me lo comeré yo, seria un desperdicio— Era cierto, pero también lo era el hecho de que aun estaba hambriento, aunque él si había desayunado.

Eleanor le sonrió y dejó la habitación.

Já, James no podía creerlo, él cretino de su guardaespaldas actuado como el dueño de la casa.

—No tienes permitido hacer eso—

Ryan ya estaba masticando su comida, su mirada lo decía: ¿No tengo permitido hacer que?

—Bastardo— James no supo que más decirle, algo le decía que lo que sea que le dijese iba a ser lo mismo para el tipo. Entonces lo pateó, por que si, el bastardo estaba sentado en su cama. —No tienes permitido estar en mi cama, aléjate—

Ryan se puso de pie, y él no tuvo problema en comer de pie, vamos, no es como si no lo hubiera hecho antes. Fue rápido en comer, pues no había mucho tampoco, y tal vez ahora entendía porque el chico era así de débil y ligero.

El silenció terminó cuando nuevamente Eleanor se hizo presente con otro plato de comida. Ya no había tocino. Sin embargo:—No quiero que seas tú la que entre a mi habitación, ya no lo tienes permitido. ¿Entendido?—

—Si, joven James— La mucama dejó la habitación.

—Eso fue muy rudo de tu parte, joven James— Ryan no pudo tragarse su comentario, o más bien regaño, ya que lo sintió un tanto injusto. Porque si, él habría sido criado de manera cruel, pero siempre se le fue inculcado el respeto hacia las personas trabajadoras, sobretodo a las personas que realizaban trabajos esclavos.

—Lo que yo le diga o haga con los empleados de esta casa no es de tú incumbencia, mantén tu boca cerrada—

Y ninguno de los dos dijo nada, Ryan se quedó de pie en la puerta, no podía irse aun, no cuando el tonto chico aun estaba en riesgo de tener otro desmayo. Al menos este había encendido el televisor.

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