Estar: ENTRE BALAS
Estar: ENTRE BALAS
Por: Mk
-Prologó: Primer disparo-

Era momento de actuar, ya había dejado pasar suficiente tiempo, no podían perder más; Zev Dawson no iba a permitir que aquello pasase. Aunque no se arrepentía de haberse mantenido en las sombras, él y sus hombres pudieron realizar una tranquila y minuciosa investigación.

La puerta se escuchó, fuertes pero tranquilos golpeteos. —Señor Dawson— Se trataba de un hombre corpulento que vestía traje oscuro; Sus manos se encontraban ocupadas, él traía consigo una carpeta negra. —Toda la información que pidió esta aquí, tanto información privada como pública—

—Muy bien, puedes retirarte—. Dawson era un hombre frió, calculador y malvado, no había nada bueno en él. Sus ordenes debían ser escuchadas al pie de la letra o el castigo podría ser severo, y él no era alguien poco severo, le gustaba y gozaba del maltrato, era y es un hombre peligroso con el cual tratar. Había hecho una buena elección el seguir los pasos de su padre, un "mafioso" de fama mundial, aunque habían muchos que no conocían de esta red ilícita, gracias al casi impensado camuflaje; Una empresa tecnológica que era valorada a una suma nada exagerada, claro, es lo que sabia el público, pero los de puerta para adentro sabían que en realidad la empresa valía miles, miles de millones.

Eran asquerosamente multimillonarios, pero la avaricia nunca terminaba. El dinero lo compra todo. El dinero te da poder. El dinero es lo único que importa. Era una ambición pura.

Zev Dawson así lo creía, nunca tendría suficiente dinero, sin embargo sabía que algun día el mismo dinero seria su perdición. Pero él trataría de ser cuidadoso, aun tenía muchos años por delante. No gesticulo, solo se encargó de leer en silenció el informe entregado recientemente, la mayoría de las cosas lo sabia y solo lo confirmó. Era momento de proceder, ya que todo parecía estar en orden.

Oprimió el intercomunicador, su secretaria fue rápida y eficaz al escuchar la orden:—Llama a Ryan y dile que lo quiero en mi oficina ahora mismo— El tono de su voz era duro, daba la sensación de que estuviese enojado todo el tiempo, no era así en algunas ocasiones y esta no estaba siendo una de esas ocasiones, todo lo contrario, se sentía de buen humor. Su plan para obtener dominio y control absoluto de la empresa de Harrison Lawrence iba a llevar a cabo. Este sería su gran logró.

Pero aun así Dawson no se permitía reír, no aun.

Ryan, subordinado de Zev Dawson hizo aparición luego de que pasase unos exactos siete minutos, él fue lo más rápido que pudo, pues sabia de las consecuencias al no obedecer las ordenes de su jefe, aunque se podía decir que Dawson era dueño de Ryan, antiguas circunstancias tenían que ver en ello.

—Señor— Ryan se mantuvo con las manos detrás y se inclinó en respeto, un leve saludo. —En que puede ayudarle señor— Su semblante era imperturbable, calculador e intimidante; Fue entrenado bien.

La carpeta se deslizó sobre la mesa, llegando hacia el limite del otro lado del escritorio —Para esto, tienes dos días para prepararte. Tus servicios serán requeridos para el lunes—. Dawson dejó ir su peso en el respaldo de su sillón de estilo colonial ingles, era su trono, nunca había dejado a nadie sentarse ahí, ni siquiera a sus miles de amantes.

La mano pálida de Ryan agarró la carpeta, abriéndola para informarse del nuevo trabajo, solo esperaba que fuera algo de corto tiempo. Él tenia un amor-odio con su estilo de vida, por un lado estaba acostumbrado a vivir su vida de esta manera, de manera ilegal y peligrosa; pero por otro lado estaba cansado, él aun era demasiado joven, podría tener una vida normal, corriente como el resto. Había más, algo mucho más profundo, algo que aun le dolía y hacia desear escapar para nunca ser encontrado por nadie, ni por Dawson, su jefe desde los cinco años. Pero podría decir que no lo odiaba, ese hombre podrido por la avaricia había sido como un padre, lo crio, le dio de comer, trabajo, lo entreno para ser mejor que le resto, le dio una vida; Una vida cruel y fría, pero al menos no lo dejo morir.

La expresión en el rostro de Ryan no cambió hasta que dio con otra hoja, leyó en casi un susurró:—Empleando guardaespaldas— La arruga en su entrecejo se visualizó un poco más cuando dio con el perfil de su próximo "jefe". —Lo siento, no entiendo— Esperaba que lo que estaba suponiendo no fuera verdad.

—El lunes serás seleccionado como guardaespaldas del único hijo de Harrison Lawrence—, Dawson se puso de pie, caminado hacia una estantería lujosa de vidrio; La abrió y agarró la única botella de whisky para luego servirse un poco en la copa que también se encontraba ahí. Le dio un corto sorbo, —Será un trabajo de un par de meses—

Algo no estaba bien, y Ryan lo sabia, pues a él no le daban este tipo de trabajos, a él no le dejaban mostrar el rostro. Sus trabajos se basaban en el anonimato completo, en trabajos sucios y desagradables. Esto, ser un guardaespaldas, no... ser una niñera de un niño rico y mimado no estaba y no encajaba en el estilo de trabajo. Era ir de un punto a otro, siendo completamente opuesto.

—Señor Dawson, lo siento pero no puede estar hablando en serio. Yo no estoy entrenado para ser niñera de niños mimados, no soy el indicado para este trabajo— Mantuvo su mirada en su jefe, no le tenia miedo, pero no le agradaba recibir reprimendas. —Solo estoy diciendo qu-

—Eres el único que puede llevar a cabo esta tarea, eres él más joven y él más eficiente. Deberías sentirte orgulloso de que te eligiera a ti para esta importante "misión"—, Dawson sonrió de manera casi burlesca, dándole otro trago a su copa. El tono se su voz seguía siendo relajada, como si estuviera teniendo una charla amistosa con un viejo colega. —Si todo sale a como lo planeado, las propiedades y bienes de las industrias Lawrence serán mías—

—Aun así...-

Dawson se planto frente a su subordinado más joven, —Aun así nada, tú harás lo que te ordene— Su sonrisa de borró, como si nunca hubiera estado ahí. Ryan no supo que más decir, ordenes eran ordenes, pero la duda en su rostro se reflejaba visiblemente. —Bien, haremos esto, aceptaras ser el guardaespaldas del hijo de Lawrence, harás un excelente trabajo de espionaje y no levantaras sospechas, a cambio te podrás ir. Daré por terminado tu trabajo a mi lado—. Si Dawson obtenía lo que quería él ya no necesitaria otras cosas más, entre esas cosas estaba Ryan, su más fiel subordinado por más de quince años, al cual había entrenado para futuras tareas importantes, y esta estaba siendo la más importante de todas.

Ryan no tenia palabra en mente por lo que ni siquiera sabia que decir, pues él nunca pensó en escucharle decir algo así a Zev Dawson, era algo casi imposible. Ryan se había hecho la idea de que trabajaría de por vida con este hombre, y que conseguiría su muerte cumpliendo sus ordenes.

Esto lo tomó por sorpresa.

—¿Tomó un silencio como una aceptación? Vamos, o me puedo arrepentir— No lo haría, lo había estado pensando por mucho tiempo.

Ryan asintió débilmente, —Tomare el labor de guardaespaldas— Se vio decidido, —Y no cometeré ningún error—

—Eso es lo que quería escuchar, ahora ve a leer toda la información de la carpeta— Volvió a su asiento —También quiero que cambies tu actitud, ellos te tienen que ver como alguien de confianza, necesitan confiar en ti como si fueras alguien más de la familia. Se parte de sus vidas, es lo que necesito—, Esta clase de palabrería saliendo la boca de Dawson no parecía ser real, pero lo estaba siendo y Ryan lo estaba escuchando muy atentamente. —Y Ryan, si fallas voy a matarte, espero que lo entiendas... Otra cosa más, no le digas a nadie de esto, no por ahora, ¿entendido?— Su mirada fue fija y sin misericordia.

El subordinado se inclinó, —Lo entiendo señor, no pienso fallarle y tampoco divulgare nada. Con su permiso—. Sus piernas cedieron un poco más cuando dejó la oficina de su jefe y cerró la puerta detrás de él. Apenas y dio unos cuantos pasos.

—¿Ocurre algo, Ryan?— Preguntó Rachel, una de las secretaria de la última planta. —No luces del todo bien—

—No es nada—, Sin más Ryan caminó hacia los ascensores, y ahora si las palabras en su mente comenzaron a surgir sin freno, dejándole ido y confundido. El primer pensamiento fue: Seré libre... un pensamiento bastante penoso viniendo de él, pero luego las dudas y contradicciones lo golpearon, él no debía confiar en alguien como Zev Dawson; Lo conocía como a la palma de su mano y lo sabia, sabia que ese hombre no era de fiar; Aunque había algo mucho o igual de curioso, él nunca le había mentido a Ryan, su relación podría ser parecida como la de un padre e hijo.

Pero lo haría, él cumpliría con su tarea sin quejas alguna y complacería a Zev Dawson. Solo tendría que soportar por un par de meses, o tal vez consiguiese lo que quería mucho antes. Era un ganar-ganar, él ya no estaría bajo las ordenes de nadie y su jefe iba a conseguir lo suyo. Nadie saldría lastimado esta vez, y esto tal vez era lo que le asustaba un poco, él podía dar golpes, buenos golpes que llevaban a la muerte, había sido entrenado para ello. El control no era algo que lo llevaba dentro suyo, aniquilaría a cualquiera ya sea sin querer o por gusto.

Genial, ¿tendría que ir a esas clases de manejo de la ira?... Aquello le sacó una sonrisa sin humor, no ese tipo de personas, sus asuntos y emociones las controlaría el mismo y sin ayuda de nadie.

...

Ryan no vivía mal, y era claro el porque, sus servicios siempre eran bien pagados, y sabia que su jefe no apretaba el bolsillo con él. Era, uh, el consentido, por así decirlo. Entonces, la puerta de su cómodo departamento fue abierta, el lugar era grande y estaba muy bien amueblado, claramente no le hacia falta nada, pero tampoco era de esos que desperdiciaban el dinero en cosas que no usaría. Su departamento tenia una sala de estar con muebles y un gran televisor; Una cocina con una alacena y heladera llena; Una habitación con una cama, un armario, un escritorio y un baño propio. Solo lo necesario, y bien, él tenia que pasar desapercibido, ser uno más del montón, no tenia que verse como lo que realmente era; Un asesino que era parte de una red ilícita de criminales.

Su camuflaje era bueno, y la mayoría de sus compañeros de trabajo hacían lo mismo, era parte del contrato.

Dejó la carpeta en el sillón, luego de una ducha lo leería por completo. Se desvistió quedando en ropa interior, lanzando la ropa sucia en el canasto que se encontraba dentro del cuarto de baño. Abrió el agua de la ducha, era un día caluroso, por lo que el agua salió fría. La dejó correr, quedándose frente al espejo que se encontraba en el lavamanos. Su mano recayó en su barbilla, necesitaba afeitarse, no lo haría hoy; También necesitaba un corte de cabello, pero otra vez, hoy no pasaría.

Era sábado, se encargaría de ello mañana por mañana. Y con respecto a los dos días de preparación que tenia, uhm.. en realidad vendría a ser uno, ya eran las siente de la noche, el sábado se había ido casi por completo. Pero no era algo que no pudiera manejar, estuvo en peores circunstancias, aunque ninguna de las anteriores se parecía a la de ahora, pues ahora al parecer no habría perdidas de vidas, y en esta ocasión ganaría dejar de ser un subordinado de una red criminal.

—Será mejor que no cometas ningún error— Le habló a su reflejo en el espejo. —Es solo cuidar de un niño mimado—. Comenzó a planificar sus próximas acciones en su cabeza, el como debería actuar o verse. Metido en ello arrastró sus piernas hacia el interior de la ducha, el agua fría chico con su piel caliente. La sensación fue buena. Sus ojos se cerraron y las gotas de agua fría cayeron placenteramente en su rostro, su cabello termino mojándose por completo. Sus pensamientos, planes, siguieron en marcha.

... La ducha fue reconfortante para su cuerpo, pero en cambio para su cerebro no lo fue, pues lo mantuvo en marcha todo ese tiempo. Con la tolla enrolada en su cintura se dirigió hacia el sillón de la sala principal, encendió el televisor y reviso la carpeta. Él sabia de la rivalidad que había entre su jefe y Harrison, pero nunca ninguno había hecho nada para perjudicar al otro, hasta ahora, o simplemente no estaba informado de ello; digamos que no era su área, él se encargaba del trabajo sucio y ya, no preguntaba alguna otra cosa que no sea importante. Solo hacia su trabajo muy "limpiamente", terminaba pisando charcos de sangre y piel, pero nunca dejó un rastro suyo, ni siquiera sospechas.

En fin, prosiguió leyendo, informándose. Una vez terminó con el perfil de Harrison, siguió con el de su único hijo; James Lawrence, un chico de veinte años, de una estatura de 1,73, de cabellos claros, castaño y de ojos... Ryan nunca le había dedicado tanto tiempo a una fotografía, fueron unos cuantos minutos en los que se quedo viendo la fotografía de aquel chico. No podía decir que era feo, el chico era hermoso. Y sus ojos de diferentes colores solo le hacían resaltar esa bonita cara de ángel; El ojo derecho era de color miel, y el izquierdo era verde. Hermoso. Pero no había más, solo era un chico más, uno parte de su trabajo.

La lectura de Ryan siguió, dando con el perfil de la esposa fallecida de Harrison, algo le llamó la atención, sus ojos no eran de colores distintos; Pensó que James Lawrence los había heredado de su madre, pero al parecer no era así. De todas formas él no era un experto en estos temas, por lo que no le dio segundos pensamientos. Y fue casi al final que se enteró de algo más, de algo que nunca antes había pensado hacer, al menos no algo que el resto hacia con normalidad.

—Debes estar jodiéndome— Sus palabras salieron sin humor, releyendo lo que estaba escrito en la hoja de papel. Ahora podía entender el porque él era perfecto para este "misión", y maldición, si tan solo su libertad no dependiera de esto él hubiera rechazado por completo esta orden, sin importar que. Pero había quedado claro, él no podía dejarlo. —¡Mierda!— La carpeta fue a parar el piso, no estaba de humor para seguir con la lectura, de todas formas ya había leído suficiente y lo más importante.

Ryan no solo seria el guardaespaldas de James Lawrence, sino que también se haría pasar por un estudiante universitario. Siendo así un trabajo de guardaespaldas de veinticuatro horas. Bien, las horas ahora no eran importante, lo que realmente importaba era el hecho de él siendo un estudiante universitario rodeado de más estudiantes con vidas aburridas y normales. ¿Realmente estaría haciendo esto?... la respuesta era obvio, si, claro que si.

Habían tantos panoramas futuros, no eran muy buenos. Suspiró cansado y molesto, dirigiéndose nuevamente hacia su habitación para vestirse, hoy no saldría a conseguir sexo de una noche ni a beber, hoy se quedaría en su departamento tragándose su amargura y la idea de ser un maldito estudiante.

Pero no fue una noche tan dura, tuvo peores, conciliar el sueño le resulto bastante fácil. Pero sus pesadillas seguían ahí, intactas como en cada noche, la costumbre era su compañera. Ya no despertaba como hace unos diez años atrás, toda esa sangre y muerte le había hecho fuerte, tan frío y algo malvado. Pero aun era joven, tan solo contaba con veinticuatro años, él estaba a tiempo de cambiar y estaba teniendo la oportunidad, pero no se metería, seria un largo y duro camino el que tendría que atravesar. 

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