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Miércoles, 01 de Agosto de 2012.

Ciudad de Fantell | Zona de residencia estudiantil.

Hola, soy Harper Preston. Y estudiaré artes escénicas.

No, demasiado amigable.

Termino el delineado en mi ojo derecho, ha quedado perfecto como el otro.

Ahora sí estoy lista, inflo mis mejillas para expulsar un poco de aire con cuidado y verme más sensual en el espejo mientras mis labios se hacen parecer seductores y carnosos. Estoy satisfecha con mi aspecto, aunque no es para nada mi estilo.

Pero hoy es un nuevo comienzo y por lo tanto inicia una nueva versión de mí.

Y a decir verdad espero causar sensaciones, es mi primer día de clases y no puedo estar más ansiosa y a la expectativa.

¿Qué tal? Soy Harper, Harper Preston.

No, suena patético.

Deslizo mi mano por la larga cola de caballo que inicia desde lo más alto de mi cabeza y llega hasta el final de mi espalda. Tanto cabello a veces me desespera, aunque es imposible no amarlo en su color castaño oscuro que me hace ver más blanca de lo que en realidad soy.

Observo mi reflejo algunos segundos de más y por un momento creo que es demasiado, tal vez era mejor la idea de asistir a la universidad bajo perfil. Me pongo muy nerviosa, pero luego reconecto con la idea inicial.

No, no es demasiado, es justo lo necesario para establecer el toque extra que tanto he estudiado. Y  por fin ha llegado el momento de poner en práctica todo lo aprendido, porque  seré la mejor actriz que el mundo conozca jamás.

Hola, soy Harper, díganme Peper.

No, es un apodo estúpido.

Me doy otra repasada al espejo, llevo un conjunto de leggins azul marino corte alto hasta la curvatura de mi cintura con un top cuello tortuga sin mangas bastante ajustado que no cubre mi abdomen, y unos deportivos blancos con medias bailarinas. Mi bolso de una cinta que espera sobre la cama parece sacarme la lengua y rodar sus ojos imaginarios porque he demorado demasiado. Todo tiene que salir bien hoy, he trabajado mucho por esto.

Oh Satán, estoy tan nerviosa. Maldíceme.

Me llamo Harper, soy de Kaltmen y…

No, muy nuevo ingreso. Sonaré como una niña tonta.

—¿Cuánto tiempo pasarás mirándote al espejo, Har? —Esa es Peach.

Me mudé al campus hace dos meses cuando todas las facultades cerraron para dar entrada a las vacaciones de verano e inscribir a los nuevos ingresos en las diferentes carreras y así iniciar el nuevo año escolar. Como soy becada adquirí una vivienda compartida con una chica de intercambio, y esa es Peach, una extranjera morena llena de tatuajes y perforaciones que estudia diseño gráfico, conoce los chismes de todos y asiste a fiestas de fraternidades intentando encajar con el grupo de la élite universitaria. Su acento es bastante gracioso porque naturalmente habla inglés y le cuesta pronunciar bien las erres en español.

Es agradable cuando no está diciendo estupideces, también es demasiado parlanchina y a veces es molesta con su música estruendosa en inglés que no entiendo, pero puedo soportarla, además es muy amable conmigo y necesitaré una amiga mientras que me adapto a la universidad, ella es perfecta para eso, desde que me conoció le caí bien y se ha encargado de enseñarme cada rincón de la pequeña ciudad, poniéndome al tanto de absolutamente todo lo que sucede aquí, desde personajes importantes y destacados, lugares a los que no debo ir sola o acompañada, hasta con quien debería o no hablar y todos aquellos datos que estoy segura de que me servirán.

Sabe demasiado para no ser de aquí.

Tomo mi bolso, dejándolo sobre mi hombro derecho y salimos de la pequeña casa. Al bajar las cortas escaleras me doy cuenta de que la zona de residencia universitaria está llena de chicas y chicos que caminan por las aceras, otros pasan en sus costosos autos escuchando música a todo volumen y algunos zigzaguean con sus bicicletas de camino a la casa de estudios. Ya el área no está desolada como hace dos meses cuando llegué, o como hace tres días, incluso hasta ayer mismo esto parecía un cementerio. Hoy es por completo diferente, quizá porque la mayoría de los becados son del interior del país y vuelven a Fantell la noche antes de retomar las clases.

Un auto azul chicle descapotado nos espera en la calle, estacionado junto a la acera. El chico de lentes empastados que conduce le hace señas a Peach con las manos, lo acompaña una chica de cabello azul eléctrico hasta los hombros con los ojos delineados del mismo color.

Ambos parecen personajes de ánime, y apuesto mi dignidad a que son otakus.

Ellos deben ser Patrick y Hannah, son hermanos, viven en la costa y regresaron anoche muy tarde, por eso no pasaron por aquí a saludar antes. Peach pasó todas estas semanas hablando sobre ellos y de lo mucho que yo les agradaría, los tres estudian diseño gráfico juntos. Son sus mejores amigos.

—¡Patito! —Grita la morena a mi lado, y se echa a correr al auto con una euforia que me sorprende— ¡Hannah! Los extrañé un montón.

—¡Y nosotros a ti, Peach!

Esa que habla es Hannah, Patrick se sonroja un poco y eso me indica que muy profundamente tiene un crush con mi roomie. Seguro ambos son tan frikis que ni se dan cuenta de ello, porque así son estos niños tontos y cerebritos, saben tanto que no saben nada.

Camino determinada hacia ellos y me presento cuando Peach me señala, resaltando que soy yo la nueva compañera de habitación de la que tanto les ha hablado.

Hola, soy…

Cállate.

—Hola, soy Harper, hasta que por fin los conozco. Peach no ha dejado de hablar sobre ustedes.

Por fin, nada mal.

La chica de cabello azul me sonríe muy alegre y el nerd ni voltea a mirarme.

Vale, lo capto, acaba de flecharse conmigo y es tan tonto que no puede disimular su sonrojo y su vergüenza.

—Bienvenida al club, Harper. —Me anima Hannah.

Sonrío.

Peach y yo subimos al auto, los tres emprenden una charla en la que yo sólo soy oyente. Estoy demasiado ansiosa como para socializar con ellos ahora, nada más  quiero llegar a la universidad y mirar el que será mi próximo hogar, el lugar donde pasaré la mayoría de mi tiempo a partir de hoy.

Son las siete y diez minutos de la mañana, hora perfecta.

Hannah no deja de hablar sobre sus divertidas vacaciones en la costa, dice que había echado  de menos a sus padres, también cuenta que extrañaba demasiado las playas de su tierra y que por eso no hubo un día en el que no visitara el mar, para que al regresar no pudiera olvidar tan pronto lo divino que se siente nadar en agua salada. Patrick se burla de ella por ser tan regionalista y la invita a visitar los ríos de la ciudad a los que ha ido con compañeros de clases. Peach lo apoya y hasta sugieren ir al Oeste de Fantell, a las cabañas boscosas.

Cabañas boscosas me suena a película de terror.

—Aunque desde el accidente no es igual que antes. —Dice el nerd, a través del retrovisor puedo ver sus ojos grises posarse en mí por un momento. Y vuelve a sonrojarse.

Qué chistoso.

—Sí, las cabañas boscosas perdieron la clase. Pero podemos ir a los ríos y así ves que no hay nada que envidiarle a la playa.

—Me lo pensaré. —Responde Hannah divertida.

Es bastante bonita con sus ojos grises en contraste con ese llamativo color de cabello,  su actitud me indica que es de esas chicas demasiado amables que se convierten en consejeras.

—Disculpen mi ignorancia, pero ¿Qué son las cabañas boscosas? —Inevitable mi curiosidad.

—Era el lugar más top de la élite universitaria, donde se hacían las mejores fiestas y reuniones, era muy visitado por todos. Pero el año pasado una chica se suicidó allí y la gente dejo de ir. Dicen las malas lenguas que van a cerrarlo porque quebraron.

La morena está a mi lado hablando y hablando sin parar, tiene complejo de cronista. En definitiva le encanta hablar de la ciudad y chismosear sobre la gente de aquí, creo que su hobbie es ser una metiche, y eso es bueno porque es una carta especial para mí, una excelente guía. Me servirá de mucho.

Aunque Fantell es una ciudad pequeña también es muy complicada, todo el mundo se conoce y es por ello que cuesta adaptarse. Bien dicen que pueblo pequeño infierno grande.

—Para mí no fue suicidio, Peach. Todo fue muy raro, pero como yo sólo soy una estudiante de diseño gráfico mejor me callo, que hablen los de criminalística. —Se ríe la peliazul. Su risa se me hace bonita—. O los de medicina forense.

—Ay no seas loca, tú siempre con tus conspiraciones enfermas en la cabeza.

—Te apoyo. —Habla Patrick— Estás loquita, hermanita. Desde que viste Colonia quedaste chiflada.

Todos se ríen, yo también me les uno porque me ha causado gracia la burla; le suben el volumen a la estéreo y muy pronto todos están cantando una canción ruidosa a todo pulmón de camino al campus. Yo no, yo me dedico a mirar los alrededores, a los chicos que caminan con sus auriculares, a los novios que van de manos agarradas y flirteando, a otros que esperan el transporte público y a aquellos que se toman fotos de camino al campus a pie.

La zona de residencia universitaria queda en los alrededores de la Universidad de Fantell, así que por aquí no hay urbanizaciones de personas externas o clubes, o abastos. Sólo hay adolescentes nuevos ingresos y universitarios avanzados que viven en la localidad. Todo esto es como una pequeña ciudad universitaria. Ya al salir de la zona sí entras al corazón de Fantell, donde viven los demás que no tienen nada que ver con la universidad, los que son oriundos de aquí, o los que no han aplicado a la beca completa y no necesitan vivir con un compañero en alguna residencia asignada.

A las siete y veinticinco minutos miro mi celular, ya hemos llegado y Patrick está estacionando el auto en su puesto del parqueadero, según me cuenta la morena a mi lado todos aquí en el campus tienen un puesto fijo para sus vehículos, sean bicicletas, motocicletas o automóviles.

Cool.

Miro de nuevo el reloj, siete y veintiocho, es la hora perfecta para llegar, hay muchísimas personas en los alrededores y me emociono demasiado porque por fin estoy aquí.

Aleluya.

—¿Qué vas a estudiar, Harper?  —Se anima a preguntar por fin Patrick, pasa el brazo por encima del espaldar de al lado y voltea hacia tras para ir de retroceso.

—Artes escénicas, estás frente a la mejor actriz de Fantell.

—¡Amo tu seguridad! —Responde.

Sí, yo también.

—¡Genial! Yo quería estudiar artes escénicas pero mis padres dijeron que… pues que iba a morir de hambre si lo hacía.

Esa que habla es Hannah.

Me echo a reír.

—Puede ser, pero hay que ver ¿no? Nunca está de más intentar. Además, realmente soy muy buena, sin alardear, no es porque sea yo. —Me río medio apenada— Sueño con llegar a Hollywood algún día, así sea de paseo.

Peach asiente orgullosa a mi lado. Ella me cae bien aunque es medio rara, Hannah y Patrick se ríen satisfechos con mi respuesta. Comienzan a agradarme.

Siete y treinta y uno.

Bajo del auto cuando Patrick pasa el suiche apagándolo. Apenas pongo un pie afuera un escalofrío me sacude, son los nervios del primer día de clases, suelo ser muy ansiosa y cuando anhelo algo con muchas fuerzas presento síntomas propios del trastorno de ansiedad, me dan desde escalofríos hasta sensaciones de hormigueo en la cara.

Algunos chicos me miran y soy muy consciente de que se debe a mi licra ajustada que marca mi buena silueta, no soy muy alta y justo por eso mi trasero y mis piernas trabajadas se hacen más notable.

Lástima que no puedo decir algo parecido de mis senos que parecen dos limones, o mejor, dos abortos de limones.

—¿Te acompañamos a tu escuela para que no te pierdas? —Peach se ve muy preocupada a pesar de haberme dado un par de clases sobre los espacios de la universidad y de como llegar a la escuela de artes escénicas, hasta me regaló un mapa.

Sí que exagera.

—No, tranquila, creo que no me perderé. Gracias por ofrecerte, tienes mi número, me llamas si hacen planes. —Le guiño el ojo y ella asiente, Hannah se despide con un beso en la mejilla y Patrick me regala una sonrisa.

Ellos toman su camino y yo el mío.

Aquí vamos.

Camino a paso decidido, estoy del otro lado de la entrada principal de la universidad donde casualmente queda la escuela de Artes, así que tendré que caminar un buen trecho. Atravieso el cercado verde y algunas mujeres me observan curiosas, otros chicos me silban al avanzar y aunque mantengo mi rostro serio parece que eso les da pie para seguir silbando o murmurándome obscenidades cuando paso por su lado.

A través de los parlantes escucho que transmiten un programa en la radio universitaria, y es genial. Todo aquí es muy top, muy de clase, a la vanguardia. El locutor da la bienvenida a un nuevo año estudiantil resaltando los logros deportivos y académicos de los estudiantes más sobresalientes del curso pasado, y después de un emotivo y bonito discurso en el que también le da la bienvenida a los nuevos ingresos veo a varias personas aplaudirle aunque saben que el tipo no los puede ver, o tal vez sí ¡No lo sé!

El pasillo por el que avanzo está repleto de personas, veo la entrada a la escuela de Leyes y me caga el largo camino que me queda antes de llegar a mi destino. Observo la placa de bienvenida en la entrada, es una balanza con una serpiente alrededor de ella. A su lado consigo a uno de los tipos que me resaltó Peach debía estar alejada.

Ez Hudson.

Diecinueve años, y hermano intermedio de la familia más influyente de la ciudad. Los Hudson.

Travis Hudson, su padre, es el gobernador de la ciudad. Ella dijo que son raros al estilo de la familia Cullen y que si no eran vampiros estaban muy cerca de serlo, eso me causó mucha risa, Peach es fanática de Harry Potter y Crepúsculo, para ella todo tiene misterio y magia. Yo la verdad veo a un chico normal y serio fumar un cigarrillo mientras que habla con una rubia linda que babea por él en sus narices. No puedo negar que es guapo con su cabello negro, corto y peinado de lado resaltando la palidez de su piel, ojos oscuros y profundos, vestido a la moda en una escala de grises y un reloj enorme en su mano izquierda.

Nada de misterio ni de magia.

Estás loquita, Peach.

Sigo con mi camino, voy distraída observando todo con brillos en los ojos, estoy muy feliz de por fin estar aquí, me dio mucho trabajo obtener mi beca completa en una de las mejores universidades del país pero lo logré.

Me detengo en un cruce de pasillos porque ya no sé por dónde avanzar, intento recordar la explicación que me dio Peach para llegar a mi escuela anoche… Pero es que ella habla tanto que enreda y ahora no sé nada, no tengo ni una jodida idea de por dónde ir.

Tengo dos opciones, el punto A y el B, derecha e izquierda.

De tin marín de do pingüe.

Pero me distraigo en cuanto veo a los gemelos Hudson avanzar en mi dirección por el pasillo B, Peach también me habló de ellos. Son los hermanos mayores de los cuatro hijos de Travis Hudson, y aunque son gemelos ambos tienen personalidades tan opuestas que por sus aspectos son visiblemente diferentes, cualquiera los puede distinguir.

Draco Hudson trae un pantalón de vestir con una camisa de botones blanca arremangada por los codos, un enorme celular sobresale del bolsillo delantero izquierdo de su pantalón. El tipo saluda a todo el mundo, se ve bastante social y agradable, lleva el cabello negro peinado con un copete medianamente pequeño y una barba incipiente pero sacada a la perfección que le da un atractivo suculento.

Debo resaltar que son los hombres más altos que haya visto antes, yo les calculo por ahí el metro noventa y tanto.

Y su hermano gemelo, Drake Hudson, es lo opuesto, sin barba y con el cabello largo rozándole la nuca, peinado hacia atrás con un arete pequeño en su oreja derecha, usa lentes empastados de último modelo y viste como un bohemio, con botas marrones y enormes chaquetas. Tanta diferencia se debe según Peach a que Draco está en el último año de leyes y es el capitán de la selección de Rugby de la UFA, mientras que Drake va en el último año de la licenciatura en Letras y es el capitán de la selección estadal de deletreo.

Dos polos opuestos.

El popular y el friki.

Los ojos de Draco se posan por un momento en mí y no tardo nada en conectar visualmente con él, para que sepa que yo también lo miro. Pero tropieza con otro compañero a su lado y desvía su atención para saludar al chico de cabello platino que lo ha abordado.

El anzuelo ha sido mordido con éxito.

Los gemelos pasan por mi lado, ambos parecen ir rumbo a la escuela de Leyes. Pero Drake se despide de su hermano y sigue hasta la salida por la que yo entré.

Como ya me he distraído lo suficiente decido irme por el camino izquierdo y avanzar rápido para llegar temprano a mi primera clase.

Soy demasiado entrometida y me detengo una vez más al ver a un montón de estudiantes que llevan flores a un pequeño altar en una zona abierta a mi mano derecha, me llena de mucha curiosidad porque al parecer se trata de un estudiante fallecido. Veo de lejos una foto tipo afiche de una chica rubia que sonríe muy alegre pegada a la pared y muchos velones debajo de ella, los estudiantes están dejándole flores. Me acerco curiosa y observo el espacio con algo de pena.

Qué carajos.

—Era una buena amiga. —Habla una chica a mi lado, trae un suéter negro ancho y su cabello negro recogido en una coleta. Sus ojos están adornados por dos medias lunas que denotan cansancio. Luce mal— Era mi mejor amiga.

Siento pena por ella, se ve tan triste que si dice algo más de seguro empieza a llover.

—¿Qué le paso?

—Se suicidó el año pasado.

Asiento.

—Es una lástima, lo siento mucho. —Intento sonar tranquila.

Me mira con lágrimas en los ojos y asiente, mordiéndose los labios, evitando decir algo más.

Hay casi veinte personas reunidas aquí dejando flores, cuadernos y otros objetos bajo el afiche. Hablan entre ellos, unos ríen y otros solo están callados mirando la imagen de la rubia muerta. Hay otros como yo más alejados mirando la escena nada más.

—¿Cómo se llamaba tu amiga?

—Kelsey Bale, era hermosa. Brillaba. —Responde a mi lado. Su voz suena rota— Todos la querían, se hizo una líder estudiantil de temer en poco tiempo.

Seguro que sí, lástima que decidiera acabar con su vida.

Me da pena por esa chica y por el futuro brillante que de seguro tendría pero que ella misma cortó, también siento pena por su amiga y por su familia.

Es difícil superar una pérdida, yo también tuve una y aún no me repongo. Pero aún más difícil es luchar contra la depresión y con las voces que te susurran ideas para acabar con tu vida.

Ya debo irme, quiero llegar temprano a mi primera clase y he paseado demasiado. Me despido de la desconocida y sigo mi camino dejando atrás la nostalgia que estaba empezando a embargarme. Por suerte llego a la escuela de artes escénicas sin dudar otra vez por cual camino ir, supongo que es suerte de novata. Espero no perderme mañana.

Mis piernas se mueven con rapidez mientras busco una presentación decente en mi mente para agradarle a mis nuevos compañeros.

Hola, soy Harper. Y soy de…

No.

Mucho gusto, me llamo Harp…

No.

Buen día, yo soy Harper Preston y…

Qué patética sueno.

No puedo concentrarme, entre la ansiedad y mi inseguridad termino Googleando el nombre de Kelsey Bale en el buscador de mi BlackBerry, me aparece enseguida la noticia de la chica del afiche. Murió un fin de semana de Agosto 2011.

Suicidio en las cabañas del bosque.

Entonces ella es la chica del accidente que mencionó Patrick y Hannah.

Me siento medio decaída algunos segundos, luego reacciono y miro a los estudiantes pasarme por un lado, cada quien concentrado en su vida, soportando los demonios y susurros en secreto. Sin demostrar que tienen una vida de m****a o un peso maligno en la espalda.

Cuidado, Harper. No te vayas por ahí.

Tropiezo con una mujer de cabello castaño oscuro que se va degradando hasta ser rubio en las puntas, la tipa me asesina con la mirada antes de pegarme un grito en toda la cara que me timbra y deja helada frente a ella:

—¡Fíjate por donde vas, bicha rara! ¿ACASO NO VES BIEN O QUÉ?

Ay no, Susana Twing.

Peach dijo que ella es la bruja del grupo élite universitario, y que debía evitarla por completo si quería sobrevivir a mi primer año sin problema alguno. Sí, todo lo que vi en películas y series sobre los chicos populares y malos de secundaria no son más que una verdad tergiversada, porque en este país no hay nada de eso en las secundarias, pero al parecer sí en las universidades.

Lo peor es que ni siquiera ha sido intencional, apenas la medio tropecé con el hombro, no fue nada grave.

—Discúlpate, bicha. —Ordena cual reina.

¿Perdón?

Algunas personas nos observan, quiero terminar de entrar a la escuela para pedir mi horario y largarme a mi salón de clases cuanto antes, pero la mujer está en todo el medio y parece que no planea dejarme ir tan fácil.

Ay no, no quería toparme con esta tipa tan pronto.

—Disculpa, Susana, ahora si me permites voy apresurada, gracias. —La rodeo y veo que las personas que nos miraban antes amplían sus ojos, medio impresionadas.

La oigo aclarar su garganta detrás de mí.

—¿Cómo te llamas?

Es raro que vaya sola, Peach dice que siempre está acompañada por su amiga Nany, una sumisa chica que asesinaría y haría cualquier cosa por ella.

—Soy Harper Preston. —Respondo sin voltearme, tampoco me detengo.

Y he llegado para acabar y hundir a todos aquellos que…

Cuidado, tú también estás en mi lista, Sussie.

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