||Capítulo 3. Una fracasada||

Me siento fatal, hoy es de esos días que mi depresión, mi ansiedad y mi baja autoestima me la están jugando muy mal, llevo todo el día llorando y sintiendo pena por mí misma. Estoy del asco y siento que todo lo que hago es un fracaso.

Este mes ha sido el peor de todos, recordar que perdí esos premios tan importantes en las comunidad de escritores y haber recibido esa m*****a llamada que terminó de joder la poca estabilidad emocional que alguna vez tuve.

Estoy acostada en mi cama mientras veo I*******m con mi celular, lo dejo de lado porque la vista se me cansó un poco.

El celular comienza a sonar, pero no logré atender a la primera, volvió a sonar y esta vez sí pude tomar la llamada.

—¿Quién habla? —ni siquiera ví el nombre de la persona.

—Aly...

—¿Betty? —pregunté confundida, hace mucho tiempo que no hablamos.

—Si, soy yo, ¿estas sentada? —pregunta, su voz se oye entrecortada.

—Estoy acostada —respondo con simpleza.

—Bien, eso sirve —hace una pausa y suspira— Lorenzo murió.

—¿Qué? —fue lo único que pude decir.

—Que Lorenzo murió, Alaia, hace una semana un carro lo atropelló, no pudieron hacer nada por él.

No quise oír más y colgué la llamada, tiré el celular lo más lejos que pude. Comencé a llorar y a gritar como una desesperada.

No, no, no y mil veces no, mi hermano mayor no puede estar muerto, él me prometió que vendría para estar conmigo, que íbamos a vivir juntos, él iba a ser papá...

Él no me dejó sola, no...

¡Maldita sea!, ¡¿por qué?!, ¡¿por qué él?!, teníamos tantos planes...

Me tiré al suelo y escondí mi cara entre mis rodillas sin dejar de llorar, ni siquiera pude abrazarlo por última vez o decirle lo mucho que me importaba y eso no será posible, porque él ya no está.

Ese día creí que mis padres me darían algún tipo de consuelo al verme tan mal, pero no, no le dieron importancia y les dió igual.

Tantas cosas casi me llevan al borde del suicidio, pero por alguna razón esta vez no tuve el valor, simplemente dejo que todo me consuma y me revuelco en mi miseria, en la realidad donde sólo soy una m*****a fracasada que no sabe lidiar con sus sentimientos cada que aparecen de la nada.

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—Te vez fatal, Alaia.

—Gracias Álex, lo sé —le saco el dedo de en medio y sigo viendo vídeos tristes de gatitos.

—Dime que al menos ya no andas suicida —pregunta preocupado.

—No Álex, ya no estoy suicida —digo para tranquilizarlo.

—Alaia —cierra mi computadora y se coloca en frente de mí— sé que todo te está consumiendo, pero tú eres más que eso, pareces una perra depresiva —me reprocha, sé que no le gusta verme así.

Suspiré rendida— lo siento, en serio lo siento.

—No te preocupes funfita, me tienes a mí, no estás sola estúpida —me dice con una sonrisa y aprieta mi nariz— eres una buena hermana.

—Y tú un adoptado —reí a carcajadas.

—Contigo nunca se puede —niega con la cabeza repetidas veces, me lanza una almohada y se va de mi habitación.

Es increíble como todo entre nosotros ha cambiado tanto, hace unos años Álex y yo no podíamos vernos sin caernos a piñas, pero con el pasar del tiempo todo ha ido mejorando y ahora somos más unidos que nunca. Él es mi hermano menor y a decir verdad lo he moldeado a mi conveniencia, pero sinceramente él es hasta mucho peor que yo, aún así lo quiero con todo mi corazón, es mi hermanito y no importa que tan cruel sea, siempre estaré ahí para protegerlo y ayudarlo de ser necesario.

Vuelvo a abrir mi laptop para seguir viendo mis vídeos de gatitos y sin verlo venir me quedé dormida.

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—Si entendí bien —dice divertida— él te ignoró cuando se conocieron —se echa a reír como foca epiléptica.

—Si, Lucy —digo entre dientes fastidiada— no sé cuantas veces te lo voy a repetir —bufé y volteé los ojos.

Lucy llegó hace un rato, estaba teniendo el mejor sueño de mi vida con el papasito de Sasha Buric y la muy perra me despertó a la fuerza, se tiró encima de mí y me echó agua en spray. De mala gana me termine de despertar para lanzarle una almohada en la cara.

—Quiero seguir durmiendo, Lucy —me quejé e hice un puchero como la malcriada que soy.

—Deja de quejarte tanto Aly —estruja mis cachetes.

Con esta mujer no se puede, volteé los ojos nuevamente, decidí colocar gatos depresivos en Youtube, a ella no le quedó de otra más que aguantarse y verlos conmigo.

Digamos que Lucy, Luna y Sivone son mis amigas más importantes —las que más me soportan—, incluso son como hermanas para mí.

Ustedes dirán, ¿por qué tanto relleno?, porque quiero y porque puedo, además ellas tres son muy esenciales en esta historia y quiero que las conozcan bien.

Comencemos por Lucy, ella es mi mejor amiga hace más de un año, a decir verdad nos conocemos desde hace más o menos seis años, pero no fue hasta un día al azar que comenzamos a hablar y a los tres días ya éramos mejores amigas, un poco loco, pero por ahí dicen que lo mejor se da cuando no lo planeas.

Luego tenemos a Luna y a Sivone, a ambas las conocí en las reuniones de zorras, por casualidades del destino veía como todos los días se reunían y me dió mucha curiosidad, me acerque a su grupo y me incluyeron como un miembro más; agradezco ese día porque no solo las conocí a ellas sino a otras personas increíbles.

La cosa es que ellas tres y Álex, son las personas que más quiero es este mundo —a parte de mi familia, claro está—.

—¿Hasta cuando vídeos de gatitos triste? —pregunta irritada.

—Hasta que yo quiera —le respondo con simpleza— mi computadora, mis reglas —le sonreí inocente.

—Zorra.

—Gracias —le guiñe un ojo.

Suspiró vencida y se cruzó de brazos, su gesto me dió mucha gracia y no aguante mi risa escandalosa, ella frunció su ceño y me sacó el dedo de en medio. Me apiade de ella y coloqué una de sus películas favoritas.

Y así se terminó de pasar mi día, mi mejor amiga, yo, películas, muchas papas y mucha Coca-Cola.

Mis mejores días son así y no los cambiaría por nada en el mundo, agradezco el universo el día que ella llegó a mi vida y la hizo muchísimo mejor, porque creo que sin sus pendejadas ya estaría más que muerta.

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