Capitulo 6 Vendidas

—He esperado tanto por ti Shery, tu virginidad es un gran trofeo para mí, ¿Sabes que las vírgenes son mi debilidad? Susurro.

—Por favor no hagas esto. Dijo casi en suplica.

—Pero pasara, ya te lo dije tú y tu hermana serán mías.

—Déjanos en paz, nosotras no tenemos nada que ver con nuestro padre.

—Eso ya lo sé, y es por eso que me gustas tanto. Tu hermana solo será un pasatiempo.

Seguía oliéndola como si fuera un perro, subía hasta su oreja mientras le hablaba en silencio. Sentía mucho asco y desprecio, ella apenas era una niña para él.

—Ya tienes muchas mujeres, para que querer a un par de inexpertas.

—Ustedes serán mis preferidas, nadie las tocara excepto yo.

Las manos de él bajaron hasta sus nalgas, si no lo apartaba la iba a ultrajar allí mismo. Actuó sin pensarlo mucho, le dio un rodillazo en el centro de sus entrepiernas tirándolo al piso del dolor. Ella salió corriendo hasta su habitación para no volver a salir al menos que fuese por la ventana.

—¿Qué paso? Pregunto su hermana acercándose a ella.

—Eve el loco de papá perdió la casa en una deuda con Daren, ahora él es el nuevo dueño.

—¡No puede ser! ¿Qué haremos ahora?

—Una sola cosa, irnos eso es lo que tenemos que hacer.

Dentro de la habitación no podían hacer mucho, si salían al exterior se toparían con algún borracho y eso no sería buena idea. Como sospechaba que algo podría pasar, saco comida de la cafetería, bueno de hecho Lancer el cocinero y jefe se la regalo. El más que nadie sabía por lo que ella vivía con su hermana en casa. Busco en su mochila y saco los envases con comida.

—¿De dónde has sacado esa comida?

—De la cafetería.

—¿Te la has robado?

—¿Como crees?, no seas tonta Eve. Lancer me la regalo.

—¡Oh! eso es genial, porque muero de hambre.

—Entonces comamos.

Las chicas comían de prisa, casi sin respirar, siempre tenían agua embotellada para beber en su recámara ya que era muy difícil para ellas tener que bajar por un poco de agua, cosa que era inexistente en su refrigerador.

—Escucha Steven aún falta porque termines de pagar tu deuda, ahora con este trabajo de ayer donde la cagaste por completo me debes mucho más.

—Te lo pagare Daren sabes que siempre lo hago.

—Sí, Hmm… ¿Y cómo lo harás?

—No lo sé, pero ya se me ocurrirá algo.

—Bueno yo sé con algo con lo que puedas cancelar todo.

El hombre lo miro uniendo sus cejas, tratando de adivinar de qué se trataba pero no se le ocurría nada.

—¿De qué se trata?

—Esas dos bellezas que duermen arriba me interesan mucho.

—Mis hijas no tienen nada de valor, son unas mujerzuelas.

—Eso no es lo importante aquí. Las quiero a las dos.

—Daren yo te estimo, pero no te las puedo dar, Eve apenas es menor y Shery no hace mucho que cumplió la edad suficiente. Además, ella son un poco locas, por no hablar de rebeldes. Me culparían por negligencia con Eve.

—Ya lo sé… pero aún así las quiero a ambas.

Steven permaneció callado por lo que fueron un par de minutos de los cuales parecieron horas, estaban los dos solos sentados en un rincón de la casa que no estaba lleno de hombres follando con las mujeres.

Este miraba hacia todos lados sin saber que responderle a su jefe, ya había perdido la casa a pesar de eso Daren le dijo que podían seguir viviendo allí, él sabía que lo hacía por las chicas. Pero si se las daba, él se quedaría en la calle y siempre pensó que las dos crías podrían proporcionarla una fortuna.

—No quiero que escapen o les pase algo malo, mucho menos que alguien las tocase ¿esta entendido?

—¿Quién podría hacerles algo? Ellas solo estudia y regresan aquí.

—Hablo de ti, he visto como las miras, eres un cerdo.

Steven apretó la mandíbula por la rabia que lo carcomía por dentro en ese momento, pero intento disimularla.

—Yo no las tocare, solo las reprendo cuando es necesario.

—Bien como sea… Cuando Eve sea un poco mayor me las llevare a las dos, no falta mucho para que la joven cumpla año, así que esperare un poco. La prefiero un poco más madurita.

—Si de acuerdo.      

—Entonces vendidas...

No podía negarse, Daren podía ser muy cruel cuando alguien le negaba algo. Aunque sentía curiosidad por saber qué interés tenía en las chicas, eran como cualquier otra de las mujeres que siempre iban a la fiesta. Negó con la cabeza, no podía preocuparse por el bienestar de esas mocosas, además se podían cuidar muy bien ellas solas lo habían hecho durante años.

Lo que más le preocupaba era de donde iba a sacar el dinero que le quedaba debiendo a su jefe. Si con sus hijas pagaba sus deudas, no solucionaba la el problema de que no tenía ni un centavo en los bolsillos.

Al día siguiente era domingo, Eve y Shery después de limpiar la casa salían muy temprano y regresaban por la noche, el no entendía que hacían todo un día fuera de casa, pero a él no le importaba en lo absoluto.

Después de ver como las jóvenes salían, el abandonó su habitación, entrando en el de las jóvenes. Siempre lo cerraban con llave, pero ellas no contaban que él era el dueño y tenía llaves de todos los cuartos. Al mirarlo todo estaba muy ordenado y limpio, no había nada más de lo usual. Busco cuidadosamente para que no se dieran cuenta que alguien había entrado allí, entre su ropa interior tampoco había nada ¿pero que estaba buscando exactamente?

Entro sin ninguna razón, se agacho debajo de la cama de ambas hermanas y noto algo que si era muy inusual. Se arrastró dentro, saco su navaja la que siempre cargaba encima por si se presentaba algo que pusiera en riesgo su vida. Con el filo de la hoja de metal abrió el pequeño escondite en el suelo.

—¡Pequeña tramposa!

Miro el contenido y vio que había dinero guardado, sonrió de satisfacción. Su hija había donado para sus fondos ¿pero de donde había sacado todo ese dinero? Se preguntó.

—Qué más da, con esto podre  mantenerme por unas semanas más. Dijo metiéndose el dinero en el bolsillo.

Observo a su alrededor, dudaba que existiera más plata en esa habitación, pero con lo que tenía le era suficiente por ahora. Salió cerrando la puerta, dejando todo como estaba, excepto porque le había quitado a las chicas su única oportunidad de ser libres.

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