Capitulo 5 Acosadas

Tenía que salir a trabajar temprano y sin poder dormir nada, sabía que le costaría mucho llevar el ritmo en la cafetería, suspiro profundo. De pronto alguien movió el pomo plateado de su puerta, la puso en alerta y de inmediato Eve se despertó.

—Tranquila con esa silla trabando la puerta no podrán abrir.

—Pero ¿Y si entran?

—Tendremos que saltar por la ventana.

Cada vez estremecían más la puerta, definitivamente querían entrar ¿Seria Daren? Escucho una voz gruesa y fuerte detrás de esta.

—Imbécil ¿Qué demonios haces aquí?

—Señor Daren estoy buscando el baño.

—Miserable borracho, el baño esta abajo. Si te veo de nuevo cerca de esta puerta te cortare las manos.

—Sí señor.

—Sé que estas despierta Shery, nadie entrara en esta habitación a menos que sea yo.

Le daba miedo ese hombre, estaba empeñado en tenerlas solo para él, pero estaba equivocado si creía que se saldría con la suya. Ella no respondió.

—Bueno me iré a divertir, si deseas bajar estaré esperándote, tu padre esta ahogado en alcohol así que ni se enterara.

Como siempre su papá de inútil, no se podía contar con él en esos momentos.

—Shery, ese hombre está loco.

—Al menos nadie entrara en la habitación.

—Pero si Daren quiere hacerlo, lo hará.

—Ya lo hubiera hecho, no sé porque, pero algo está tramando.

—Claro, que yo cumpla una edad prudente.

—Aún falta mucho para eso, Eve.

—Debe tener algún trato sucio con papá estoy segura.

—Creo que no podré dormir más.

—Inténtalo por favor, yo haré lo mismo. Dijo la menor.

Ahora que sabía que nadie entrara, excepto el bastardo de Daren podía intentar dormir un poco y falta que le hacía.

A la mañana siguiente la casa olía fatal y se veía peor que todas las veces anteriores. ¡Por el amor del cielo! Que habían hecho, tantas cosas rotas que no sabía si valía la pena limpiar o destruir la casa.

—Esta del asco esta casa, no creo que podamos limpiar todo en dos horas.

—Debemos hacerlo, necesito irme a trabajar.

Comenzaron a recoger con bolsas negras en las manos todo lo que requería que no servía para nada como los vasos, platos, botellas, colillas de cigarrillos y no podían faltar los preservativos. Asearon lo mejor que pudieron, se alistaron y salieron de la casa. Eve pasaría el día en una biblioteca mientras ella trabajaba.

Al llegar la noche, se sorprendieron porque los amigos de su padre habían llegado antes de tiempo, y tenían toda una fiesta armada. Tanto que les había costado limpiar esa casa, daba gracias ya que los domingos eran los únicos días que no hacían fiestas.

—Entraremos rápido, no pasa nada. Dijo Shery.

Y así fue, pero no fueron tan veloces como esperaban. Daren justamente estaba sentado al pie de las escaleras con una morena la cual estaba siendo manoseada. Ambas hermanas se quedaron de pie en el marco de la puerta sin saber qué hacer, las escaleras eran el único acceso para subir a su habitación.

—Que sorpresa tan agradable, mis mujeres han llegado a casa.

—Si nos disculpa queremos irnos a dormir.

—¿Tan pronto? Dijo despachando a la mujer que tenía al lado, sin antes que esta la mirara de pie a cabeza de forma despreciable.

—Estamos cansadas y ustedes ocupados.

—Porque no dejes que tu hermana suba y tú y yo conversamos un rato, tengo algunos asuntos que hablar contigo.

Eve la tomo del brazo, podía oír el latir de su corazón acelerado. Ni loca iría hablar con ese tipo a solas, estaba demente y su sonrisa le daba escalofríos.

—No tenemos nada de qué hablar, con quien debe conversar es con mi papá.

—Lo que te voy a decir te interesa mucho, creo que es mejor que lo oigas.

—No estoy…

—Hablaremos maldición, así que dile a tu preciosa hermana que suba.

Se levantó de las escaleras, esa noche llevaba puesto un saco y pantalones de vestir del mismo juego.

—Eve sube y cierra la puerta te prometo que subiré en unos minutos.

—No Shery no puedo dejarte sola, tú me dijiste que no debíamos separarnos.

—Te dije que no cuestiones mis decisiones, sube, ahora te alcanzo.

Subió molesta las escaleras con lágrimas en los ojos, luego miro a Daren que la miraba complacido por obedecerlo, presentía que nada bueno iba a salir de aquella charla. Estaba atemorizada, no sabía a qué atenerse, pero si no aceptaba, ese hombre podría ponerse furioso y abusar de las dos así sin más.

Y con ese tamaño que se gastaba no lo ponía en duda. La condujo hasta una habitación que anteriormente funcionaba como despacho, pero la verdad es que no había tantos muebles ya que su padre se encargó de venderlo todo. Lo único que había quedado era un pequeño sofá marrón muy manchado, que en ese momento estaba ocupado por una pareja de borrachos.

—Ustedes dos fuera de aquí.

—Si patrón.

—Muy bien, puedes sentarte lindura.

—Prefiero quedarme de pie. Miro el sofá con asco, siempre limpiaban todo antes de poder usarlo. Pero ese mueble jamás lo volvieron a usar.

—¿Te da asco? Ríe él.

—La verdad es que sí.

—Muy bien, entonces hablemos de pie. Hay algo que tu padre no te ha contado, nosotros teníamos un pequeño negocio juntos, algo tonto de hecho, pero que al final él lo hecho a perder.

Aquello no le estaba gustando, su papá le debía plata a ese hombre no se quería ni imaginar que era lo que quería a cambio.

—El hecho es que... él me quedo debiendo algo de dinero mi querida Shery y tenía que pagarme.

Ella dio dos pasos hacia atrás, lo sabía, el bastardo de su padre le había pagado la deuda con sus hijas, que miserable hombre.

—No huyas princesa. Ríe —El me pago con esta casa, así que como veras yo soy el nuevo dueño. Dijo dando dos pasos hacia ella.

—¿Qué hizo qué? Pregunto tapándose la boca con las manos.

—Descuida, no pienso echarte a la calle ni mucho menos a tu hermana. Como ya debes de imaginar ustedes serán mis mujeres.

—¡Nosotras no somos de tu propiedad!

—Claro que sí lo son, y más les vale que no intenten huir de mí, porque las encontrare.

No iban a poder alargar más su estadía en esa casa, debían irse pero ya. Y seguir viviendo en Seattle ya no era una opción. Tenían que abandonarlo todo, o sino, serían las esclavas de Daren por siempre.

Él se aproximó tanto a ella que la arrincono contra la pared, todo su cuerpo temblaba de miedo pero no podía demostrar que lo tenía. Él puso las manos alrededor de su cintura para luego meterse en el hueco  de su cuello, aspirando su aroma.

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