Capítulo 3: Parte 1

Zack estaba hastiado del maldito reposo, se sentía inútil y temía que, para cuando pudiera salir, ya le hubieran dado el empleo a otra persona

Prendió la pequeña televisión que con gran dificultad habían logrado traer desde Brasil, la boca se le abrió en automático al leer el titular de las noticias... Aún más cuando vio a la persona que estaba hablando

— Señorita Carrington, es usted una de las empresarias más importantes y reconocidas de todo el mundo. Para las personas, su opinión es de vital importancia y es por eso que su comentario negativo en la página de uno de los restaurantes más pretigiosos de Chicago, causó tanto revuelo, además de la entrega masiva de bicicletas que recibieron allí hace unos días... ¿Qué nos puede decir al respecto?—

— Bueno, primero que todo, me gustaría aclarar que mi intención nunca fue calumniar al establecimiento como se está rumorando en los medios. Lo que sucedió es algo que definitivamente no puede repetirse, y es responsabilidad de todos encargarnos de que no suceda—

— ¿Podría profundizar un poco en qué fue lo que la llevó a pronunciarse ante tal hecho?—

Marisa dio su respuesta afirmativa, pensando bien en lo que diría a continuación

— Hace unos días ocurrió un accidente en el que, debido a la irresponsabilidad y el descuido de alguien más, un hombre que iba en bicicleta tuvo que maniobrar y terminámos arrollándolo. Lógicamente tuvimos que llevarlo al hospital y esperar a que fuera atendido para asegurarnos de que todo estuviera en orden. Días después me enteré de que solía ser empleado en Festo, y fue despedido sin razón alguna, y a pesar de que le explicó a su jefe lo ocurrido. Además de haberlo echado de una forma tan injusta y sin ningún tipo de liquidación, le exigieron pagar por la bicicleta que usaba para entregar sus domicilios. Por mi parte tengo para decir que es indignante que cosas como estas pasen y que nadie haga nada para combatirlo, es una vergüenza que como supuesta sociedad civilizada que somos, seamos tan poco empáticos y dictadores. Y ya que al señor Ernesto Parker le urgía recuperar lo que se dañó por causa del accidente, me encargué de que nunca más deba despedir a sus trabajadores por una bicicleta, con mi donación incluso serán tres por persona—

¡No podía ser! ¿Sus ojos lo engañaban? ¿Seguía dormido?

— ¿Qué puede decir acerca de las recientes declaraciones del señor Parker en las que afirma que todo se trató de un mal entendido?—

— Que ya es tarde para intentar mantener su fachada ahora que el velo se cayó, y que nunca más pisaré su restaurante ni lo recomendaré, ni siquiera porque sirvan los mejores platillos de todo Chicago—

— ¿Cree usted que puedan llegar a estancias legales con el restaurante?—

— Cuando hablé con el señor Parker y le exigí que hablara con la verdad y se disculpara con la persona a la que tanto perjudicó, se negó afirmando que no había hecho nada malo. Así que esta mañana me reuní con mis abogados para entablar una demanda y comenzar con un proceso legal en su contra. Me encargaré de que cada quien obtenga lo justo—

— Nos gustaría contactar con el ex empleado de Festo, ¿Cree que podría revelarnos su identidad?—

— Me temo que eso es algo que no puedo hacer sin su previo consentimiento. Gracias al canal por la entrevista, por desgracia, ya debo retirarme. De verdad espero que el señor Parker entre en razón y nos evite la molestia de llegar a los tribunales. Buen día—

Todo el ruido a su alrededor desapareció, es que no podía creerlo. ¿Cómo fue que se enteró de su despido? ¿Todo lo que dijo sería cierto? ¿En verdad hizo aquello?

— ¿Lo viste? ¿Lo viste? ¡Por favor dime que lo viste! ¡Marisa, ella...!— Cassandra entró a la pequeña sala dando saltos como gacela, estaba llena de pintura, harina y otras cosas que no pudo identificar

— Acabo de verlo, ¿Pero cómo... Cómo pudo enterarse?—

— Creo que es mi culpa, ¿Recuerdas que te dije que me encontré con Alessandra el otro día? Quizás le haya mencionado lo que pasó y a lo mejor se lo dijo a ella... ¡Es que no puede ser! ¿Te das cuenta de lo que significa?—

— Cassie, no debiste decirle nada... Sabes que debemos poder pasar desapercibidos—

— Bueno pero es que no pensé que se lo fuera a decir y mucho menos que haría algo como eso. Ni en mis más descabellados sueños lo habría imaginado—

— Solo espero que la marea se calme y todos lo olviden—

— No creo que eso pase, ya es tendencia en todos lados—

— ¡Cassie!— La voz de Tamara interrumpió la charla — ¿Puedes venir hija? Necesito ayuda—

Casi imperceptiblemente, la muchacha suspiró, pero Zack lo notó. Estaba agotada, y necesitaba una ducha urgente

— Yo voy—

— No, lo hago yo. Aprovecho para saludarla porque no la he visto en todo el día, los niños necesitan ayuda con la tarea, ¿Puedes encargarte?—

— Claro, luego ve a bañarte que ya me encargué de la cena—

— ¿Cocinaste?— Lo miró con reproche — Zacharian Frier, se supone que estás en reposo y eso implica quedarte quieto—

— Preparé un poco de sopa, no corrí un maratón. Anda, debes irte a dormir temprano. Mañana me gustaría que me acompañes a mi entrevista de trabajo—

—Claro, cuenta con eso—

Ayudó a sus hermanitos con los deberes y le dio los medicamentos a su mamá, quien tuvo un buen día y estaba muy feliz, sus hijos igual luego de notar que estaba perfectamente lúcida

— ¿Cómo te sientes cariño? Tu hermana dijo que hoy te duele menos el cuerpo—

— Ya estoy listo para volver al ruido mãe—

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Marisa apenas recordaba vagamente la última vez que había podido darse el lujo de tener un día de spa con su hija, parecía que habían pasado siglos. Eso era una exageración, pero definitivamente habían transcurrido más de dos años

— Nani y yo te vimos en las noticias mami, ¿Estás en problemas?—

— No mi amor, yo no, no te angusties—

La pequeña miró a su madre con una sonrisita traviesa

— El tío Josh prometió que vendría para mi cumpleaños... ¿Cuándo llega?—

— No hemos hablado, pero estoy segura de que por nada del mundo va a quedarle mal a su sobrinita adorada— Picoteó con cariño su nariz, la niña sonrío con mayor ímpetu

— ¿Podrás estar en el día de la familia? Es el próximo fin de semana— Había ilusión en su tono

— Sabes que mami no puede prometer cosas como esas, pero sí puedo asegurarte que voy a esforzarme mucho para poder estar ahí. Lo primero que haré al llegar a casa será comprar las boletas— Esa respuesta bastó para que Gabriela aplaudiera y sus ojos brillaran. Con su dedo tomó un poco de la mascarilla de chocolate que traía y la llevó a su boca — Te va a doler el estómago de comer tanto dulce— Le advirtió Marisa divertida

Una hora después pasaron a la zona de masajes y se recostaron en la camilla para esperar su turno. Su teléfono comenzó a sonar y, al ver que se trataba de Sophia, tomó la llamada

— Sé que no desea ser molestada señorita, solo quería pedirle su autorización para darle su número de teléfono al señor Smith—

— ¿Solicitó hablar conmigo? Se supone que nos veremos pasado mañana para revisar los temas legales de nuestro contrato—

— No mencionó nada al respecto, pero sonaba apurado—

No sabía por qué, pero deseaba volver a hablar con él de algo que no fuera trabajo así como aquella tarde

— Bien, dáselo entonces. ¿Tienes lista la agenda de la semana?—

— Se la envíe a su correo hace media hora—

— Gracias Soph, nos vemos en la oficina. Termina de tener un lindo Domingo—

Gabriela, siendo tan simpática como siempre, comenzó a hablar con la chica de los masajes acerca de sus programas favoritos. Marisa se carcajeó escuchando a la chica decir que también los veía con su pequeño sobrino. Hablaban con tal entusiasmo que la contagiaban. La estaba pasando tan bien... No quería que el día terminara

— Tienes muchos nudos Isa, tanto trabajo te tiene más allá de tiesa— Edna, su masajista, comentó — Al menos deberías venir más seguido y tener algo de tiempo para ti—

— Es lo que yo le digo siempre, pero es una necia— Gabriela la acusó y todas rieron a su costa

Más tarde, salieron del spa luego de una espectacular manicura, morían de hambre. Gabriela tenía antojo de comida chatarra y Marisa, aunque estaba en desacuerdo, la complació porque pocas veces lo hacían. Ella cuidaba mucho de su alimentación y la de su hija, sin ser una enferma controladora que contaba cada caloría que ingería

Se tomaron de la mano para ir a la plazoleta de comidas, había bastante gente por tratarse de un fin de semana. Las personas se quedaban mirándola cuando pasaban, ya se había acostumbrado y su hija igual... Algunos incluso le pedían fotos y jamás denegaba sus solicitudes, salvo cuando se trataba de algún pesado periodista que invadía su espacio y el de su familia para lograr su cometido

Una vez estuvieron ubicadas tomaron una mesa y pidieron su comida. El timbre de su celular volvió a interrumpir, esta vez, era un número desconocido

— ¿Puedo subir al inflable mientras esperamos?— Lo señaló con impaciencia

— Ve con cuidado— Le dio dinero para su entrada — Y vuelves de inmediato por favor—

Atendió sin quitarle los ojos de encima, siendo madre sabía que no podía descuidarse

— Marisa Carrington al habla, ¿En qué qué puedo servirle?—

— Gracias— Pronunció una voz conocida — Me gustaría agendar otra cita para un almuerzo en tu oficina, tengo antojo de ese delicioso sushi y de tu espléndida compañía—

— Señor Smith, ¿A qué se debe el placer de dejarme oír su voz nuevamente?— Sonrió como adolescente enamorada, aunque no lo estaba. Nunca en su vida lo había estado

Escuchó su risita juguetona

— Mi viaje terminó antes de lo previsto y ya estoy de vuelta. Como aún no le digo a mi padre que volví, estoy libre... ¿Te gustaría salir por ahí y pasar el rato?—

— Es una oferta tentadora que por desgracia tendré que declinar. Estoy pasando fuera el día con mi hija—

— Oh bueno, no quiero ser inoportuno. ¿Qué te parece si salimos mañana en la noche? Así no interfiere con nuestras actividades diarias—

Se lo pensó, en verdad lo hizo. Años y años de rechazar citas y huirle a la idea de un compromiso diferente al que tenía con su familia y su empresa... ¿En verdad lo estaba considerando? Jace era encantador, pero no había lugar en su vida para un novio

Sin mencionar que lo último que quería era sufrir por un amor utópico

— Jace yo... Me siento halagada, pero no creo que sea buena idea—

El silencio que surgió del otro lado por algunos instantes comenzaba a causarle ansiedad

— Entiendo. ¿Sería muy atrevido de mi parte si te digo que pienso seguir invitándote hasta que aceptes?—

— No creo que sea atrevido, quizás algo estúpido—

— Quizás, pero tratándose de ti... No me importa—

Volvió a sonreír, era una suerte que no pudiera verla

— Tengo que irme señor Smith, nos veremos para finiquitar nuestra sociedad— 

— Buenas noches señorita Carrington—

Lo que ella no sabía, era que el hombre que tanto conflicto comenzaba a causarle estaba tan solo a unos metros de distancia. No quiso parecer desesperado, fue mera coincidencia haberla encontrado... Las vio poco después de que salían del spa, él estaba haciendo compras de último momento y pensó que... Aceptaría su propuesta

No se desanimó, se aferró más a la idea de conseguir lo que deseaba

La mujer llegó justo para ver a Gabriela salir del juego más animada que nunca, su energía al tope. Le pidió permiso para volver a subir, pero la idea quedó descartada cuando el aparato vibró en la mano de Marisa para indicar que su orden estaba lista

Abrieron las bolsas de salsa, Gabriela amaba la BBQ mientras que la preferida de Marisa era la mostaza. El primer mordisco que le dio la hizo soltar un sonido de satisfacción, por supuesto que su pequeña no dejaría pasar la oportunidad de molestarla

— Creí que odiabas este tipo de cosas, tienen mucha grasa... Y sal... Y químicos— Comenzó a ennumerar

— No las odio linda, solo intento que llevemos una vida saludable. Esto está bien de vez en cuando—

— De vez en cuando— Levantó su soda para hacer un brindis que su madre correspondió

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Tres días después, se alistaron rápidamente. Gabriela quería que su madre la llevara a la escuela porque según ella necesitaba que la ayudara a repasar algunas cosas antes de su examen. Para poder hacerlo debían irse una hora antes, de otra forma el tráfico se pondría imposible y nunca lo consiguirían

— Buenos días señoritas— Saludó Alvin, el conserje — Les recomiendo que vayan por la parte de atrás señorita Carrington, por allá está lleno de paparazzis... Nadie entra y nadie sale— Se encogió de hombros y la mujer inhalo rogando calma

— Lamento las molestias— Se excusó — Cuando quieren una primicia no hay quien los detenga—

La niña se despidió y siguió a su mamá. Tendrían que bajar al sótano, usar otro auto de bajo perfil y salir esperando que nadie lo notara

— ¿Tú qué dices cariño? ¿Llevamos la camioneta Ford?—

— Sí mami, pero será mejor que te pongas un sombrero y unas gafas. ¿Me dejarías conducir?—

— ¿Y tu licencia? Sin licencia no puedes manejar— Le siguió el juego, sabiendo que era de las cosas que más ilusión le causaba al pensar en crecer

— ¿Necesitan ayuda señoritas?— La jefe de personal del edificio apareció de repente — Vaya mañana—

— Está bien, usaremos la salida subterránea. Se despistarán porque esperan que tomemos el auto que está afuera esperando—

— De acuerdo, si necesitan algo hagánmelo saber—

— Oh, antes de que lo olvide. Necesito hablar con Alexander para saber si recibió un paquete con mi nombre que le encargué hace unos días—

— Vendrá por la tarde a recoger sus cosas—

— ¿Recoger sus cosas? ¿Ya no trabajará más aquí?—

— No, presentó su renuncia la semana pasada por asuntos personales. Recién contratamos a la persona que lo remplazará... Él mismo le dio el visto bueno y le dejó encomendadas algunas cosas... Quizás su paquete esté incluido en ellas, puede preguntarle si gusta. Está justo allá—

Se acercó luego de pedirle a Gabriela que fuera subiendo a la camioneta. El hombre estaba de espaldas, tocó un poco su hombro para llamar su atención... Se reconocieron al instante y reaccionaron al tiempo, con gran sorpresa

— ¡Zack! Creo que te invoqué con el pensamiento, recién estaba pidiéndole a mi abogado que consiguiera tu dirección... ¿Cómo te sientes? ¿Te atendieron bien?—

— Muy bien, gracias... Estoy en deuda con usted... Vi las noticias, no debió—

— Pero claro que sí, cuando Alesa me contó me sentí terrible... No puede quedar impune lo que te hicieron—

— No fue su culpa, así es la vida—

— Ese es el punto, no debería ser así. ¿Trabajas aquí ahora?—

— Recién me contrataron, es más seguro para mí que estar montado en una bicicleta por toda la ciudad... ¿Vive aquí?— Marisa asintió

— Te felicito, me encantaría que celebráramos en estos días... Tengo que irme al trabajo, pero quería preguntarte si Alexander te dejó algún paquete encargado. Se supone que ya debió llegar—

— No, pero no ha terminado de instruirme así que no me sorprendería que me de el resto hoy por la tarde. Será lo primero que le haré saber cuando regrese señorita Carrington—

— Marisa, Zack, llámame Marisa... No te morderé—

— Es solo que... Ahora que trabajo aquí me parece incorrecto tutearte y decirte por tu nombre— Admitió algo apenado — Aunque ya lo hice— Negó decepcionado de si mismo

— No importa, puede quedar entre nosotros si prefieres. Te veré más tarde—

— Que tengas lindo día Marisa—

— Igualmente Zack. Luego hablaremos de tu caso, le pedí a mi abogado que te represente y entre las exigencias está que Parker te pida perdón y te de lo que te corresponde como liquidación—

— Eso no tiene caso... Ya pasó—

— Recuerda que no acepto un no como respuesta. Nos vemos pronto—

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