Capítulo 7.

Dominik POV.

Muy atento, estaba revisando algunos de los documentos que dejaron para mí esta mañana. No eran documentos muy importantes ya que el trabajo ha estado bastante tranquilo estas últimas semanas, sin embargo prefiero darles un vistazo ahora que tengo más tiempo, porque no deseo que el trabajo se acumule para mí cuando ya sea el tiempo límite de enviar las revisiones.

Como es usual, reviso los documentos que hablan de las ventas de los nuevos medicamentos que sacamos al público con el área farmacéutica de la compañía, algo que comenzaba ser preocupante, pues generaba perdidas, por lo menos en este primer bimestres desde su lanzamiento. En mi empresa no es muy común ver perdidas, tenernos profesionales muy competentes, así que cada cosa que sacamos al mercado tiene buena utilidad para nosotros, convirtiéndonos en una de las compañías más prosperas en los últimos años. Pero personalmente creo que la división farmacéutica de la compañía es nuestra parte más débil, ya que no genera buenas ventas, y no tiene la simpatía del público.

No sé en qué estamos fallando, pero ya llevamos medio año vendiendo medicamentos al público, pero nuestras ventas no han mejorado ni se han estabilizado en un buen número de ventas, lo cual es preocupante. Y sea lo que sea en lo que estemos fallando, nos conviene arreglarlo cuanto antes, para que esto no avance más de lo debido y llegue a ser un desastre para nuestras finanzas.

En medio de toda mi concentración mientras sigo leyendo esos documentos, me sorprendo cuando el teléfono de mi oficina suena, llamando mi atención de inmediato. Dejando el documento que leía en ese momento, alargo mi mano hasta la mesa que tengo frente a mí, tomando el teléfono que suena de forma incesante con cortos pitidos.

“¿Qué sucede?” Pregunto hablándole a mi asistente, la única que podía llamarme a ese número.

“Señor Meyer, una joven esa pidiendo una joven está pidiendo una cita urgente con usted en la recepción del edificio” Me informa mi asistente.

Algo extrañado, pregunto: “¿Una joven?”

“Eso es correcto señor, dice que su nombre es Victoria Miller…”

Miller… Con un suspiro cierro los ojos cuando escucho ese nombre dicho por los labios de mi asistente, no puedo evitar sentirme algo abrumado y preocupado. Ni siquiera recordaba el nombre de mi prometida, pero el apellido Miller era imposible de confundir para mí, así que entendiendo de inmediato, solo puedo suspirar con resignación, ya que por un momento creí que ellos realmente desistirían del contrato y no tendría que casarme.

“Déjala subir” Le pido a mi asistente.

“Dejarla… ¿Pasar? Pero ella no tiene una cita” Me dice mi asistente confundida.

“No importa la cita, solo déjala subir hasta aquí”.

Como es usual en el resto de las demás compañías y edificios de las compañías, la oficina del CEO es la que está más arriba en la torre, casi en el último piso del lugar. Y en el caso de mi oficina no era diferente, quedando prácticamente en el último piso del gran edifico de oficinas que tengo bajo mi mando. Así que Victoria tendría que subir en un ascensor para llegar aquí, con un permiso expreso desde la planta baja, ya que los ascensores de la oficina tienen bloqueados estos pisos para los empleados comunes, y solo se puede subir si en la recepción permiten que el ascensor llegue hasta este sitio.

“De acuerdo señor Meyer, entonces pediré que la dejen subir y la traeré a su oficina” Es lo último que me dice mi asistente.

Con un suspiro, cuelgo el teléfono y todo vuelve a estar en silencio. Mirando la hora en uno de los relojes que hay en la pared de mi oficina, calculo que Victoria estará aquí en pocos minutos, incluso menos de 10 minutos si ella camina rápido, y eso no puede evitar ponerme algo nervioso.

No sé qué esperar de esta chica, mi percepción de las mujeres de 18 años no es la mejor, me parecen chicas ruidosas y tontas, vanidosas personas que siguen creyendo en cuentos de hadas. ¿Victoria creerá que todo esto es un cuento de hadas? Tal vez ella cree que soy alguna especie de “príncipe encantado” o alguna tontería semejante, por su edad no me sorprendería. Pero aun si ella me disgusta, ¿Hay algo que puedo hacer al respecto?

No, nada en lo absoluto.

Ese estúpido contrato que estipula nuestro matrimonio arreglado es perfecto, sin fisuras, no hay forma de romperlo mediante alguna artimaña legal o alguna forma semejante, lo único que queda es aceptar que para escapar del matrimonio hay que pagar una suma de dinero increíble a la otra familia involucrada. Y aunque yo por mi mismo tengo suficiente dinero en mis cuentas bancarias, no voy a irme a la quiebra financiera por rechazar un matrimonio. Así que si ella no quiere pagar, y yo tampoco quiero hacerlo, supongo que no hay otra alternativa más que aceptar este tonto casamiento.

Poniéndome de pie para intentar des estresarme, camino a la ventana de vidrio que hay detrás de mi escritorio, por donde entra el sol de la mañana, y me permite ver la ciudad desde las alturas, viendo como a varios metros las personas caminan y los autos corren por la carretera, pensando en todas esas vidas ahí abajo, cuyos problemas son mil veces más simples que yo.

¿Qué estaba esperando de Victoria Miller? Tan solo que no sea una idiota, por su edad no tengo muchas esperanzas, además de que tampoco me dio una buena impresión cuando ayer les hizo un berrinche a sus padres frente a mi familia y frente a mí. Así que solo espero que se comporte como una adulto racional con quien pueda hablar, que no me haga un berrinche o se ponga a llorar aquí ya que no sabría cómo manejar una situación semejante, y que entienda que esto solo son  negocios.

Y que nuestro matrimonio no es un cuento de hadas donde la chica pobre se casa con un hombre rico. Ella debe entender que yo no voy a amarla.

Distrayéndome mirando el exterior en las calles fuera de mi edificio, vuelvo a la realidad cuando detrás de mí escucho como la puerta de mi oficina se abre, y como los tacones de mi asistente suenan por el suelo, acompañados de los pasos de otra persona.

Caminando hasta llegar cerca de mi escritorio, mi asistente me dice: “Señor Meyer, la señorita Victoria Miller ha venido a hablar con usted”.

Girándome de la ventana para encarar a mi esposa, sufro una ligera sorpresa al verla. Ella no se veía como esa niña llorosa que me encontré el día anterior, que hizo un berrinche por saber que se casaría. Me encontré con una mujer joven y serena, la cual tenía su cabello largo y castaño bien peinado, un rostro tranquilo pero serio, y ropas de colores obscuros pero bastante elegantes. Esta muchacha no se parecía en nada a la niña que conocí el día anterior y que me dio tan mala impresión.

“Gracias Lisa, puedes retirarte” Le digo a mi asistente.

Dándome una sonrisa coqueta, esas que siempre me dirigía, Lisa finalmente se gira y regresa por el mismo camino que vino, dejándonos solos a Victoria y a mí. Victoria también entiende que esto es algo privado, así que antes de empezar nuestra conversación espera que Lisa cierre la puerta y se vaya definitivamente de mi oficina.

Mirándola frente a mí, observando lo joven que era, considero que tal vez debería ser yo quien inicie esta conversación, quien hable primero sobre todo el asunto del matrimonio y todo lo que conlleva; después de todo, el único adulto aquí soy yo.

Pero cuando me acerco a mi escritorio, me sorprendo, pues Victoria toma los documentos que mi abogado le dejó el día anterior y prácticamente los arroja contra mi escritorio.

“Los leí enteros” Me dice ella con frialdad.

¿Entonces empezamos de esta forma? Ella ni siquiera me saluda, y noto que solo quiere ir al asunto que nos compete a ambos, algo que me alivia ligeramente, pues hace esto más fácil para mí.

“¿Y qué te parecieron?” Le pregunto intentando sonar amable, sentándome en mi silla para tomar el documento que me ofrece.

“Estoy dispuesta a aceptar la propuesta, pero bajo algunas condiciones”.

Confundido, pregunto: “¿Condiciones?”

“No habrá ningún tipo de relación amorosa entre nosotros, tampoco habrá más de lo que nos obliga el documento, después del matrimonio y divorciarnos no tendremos más contacto, y como dicen los papeles… Quiero recuperar de inmediato la parte de esta compañía que le corresponde a mi abuelo y a mi familia” Me responde Victoria con seriedad.

Ahora si estoy sorprendido. No esperaba que una niña pudiera leer o entender documentos legales, aun más que compartiera todos mis deseos respecto a este matrimonio, y que también entienda que no habrá ningún tipo de amor entre nosotros.

Esta chica comienza a agradarme.

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