-7-

Un pingüino no tendría nada que envidiarle en ese preciso momento. Con caminar torpe y como si sus piernas estuvieran hechas de gelatina, Nick caminaba al estilo de los bebés. Dando traspiés y tambaleante, iba delante del moreno quien reprimiéndose las ganas de reír, lo observaba.

Casi llegando a la mesa, donde el desayuno les esperaba, un hombre les había visto salir del pasillo donde estaban los aseos y extrañado les preguntó:

-¿No sabían que los aseos están estropeados?-

Nick se alarmó al oír tal pregunta mientras que Mark, calmado y sin preocupación alguna, respondió:

-Somos los fontaneros-

El joven le miró como diciendo “Eso no se lo cree nadie”.

-¿Ustedes los…fontaneros?- se sorprendió el tipo mirándoles de arriba abajo -¿No van muy…arreglados?-

Nick rodó

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