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-Por favor, toma asiento- pidió Mark mientras cerró la puerta.

Nick le miró por unos segundos para dándole la espalda dirigirse hasta la silla que había frente al gran escritorio. Con un hábil movimiento de la mano, Mark echó el cerrojo. No por nada sino porque así nadie le interrumpiría.

Miró a través de la cristalera y sin hacer ruido corrió el estor.

-Vale, vamos a ver en qué podemos ayudarte- dijo llegando a su lado y sentándose en su sillón.

Nick le observaba detenidamente.

-Me has dicho que te llamas Nick O’Brian-

-Sí-

El moreno encendió el ordenador e introdujo la clave. Observador como era, Nick vio las teclas que pulsaba;

D.

A.

D.

D.

Y.

“¿Daddy?”

Se preguntó en su interior. Mark se fijó, de soslayo, como miraba al teclado pero no dijo nada.

-¿Y qué edad tienes Nick?-

La pregunta le pilló por sorpresa al joven.

-¿Per-perdón?-

El moreno retiró las manos del teclado para colocándose de manera que ambos pudieran mirarse, las unió entre ellas.

-Pregunto que cuantos años tienes-

Nick tragó saliva.

-E-eso…¿Es…necesario que lo responda?- titubeó.

Fijando sus ojos en él, Mark se paseó sutilmente la punta de la lengua por los labios.

A Nick tal acción le hizo estremecerse pero procuró que no se le notara.

O al menos eso intentó.

-Solo es por saber algo más sobre ti- respondió Mark.

-Di…dieciocho- contestó Nick.

Mark se reclinó hacia atrás en su sillón para pasearse una mano por el mentón.

-Eres muy joven- observó.

-Soy mayor de edad- declaró Nick.

“Menos mal o me sentiría como un depravado” Pensó Mark.

Dejando caer la mano en su regazo volvió a unirla con la otra.

-¿Estudias?- siguió con su interrogatorio sin apartar ni un solo segundo la mirada de él.

-No- contestó Nick.

-¿Por qué?-

El joven se mordió el labio inferior denotando nervios. Esquivó los ojos del azabache.

-Bu-bueno, yo…me vi obligado a…trabajar y…hasta hoy- respondió.

Mark frunció el ceño.

-¿Te viste obligado?- indagó.

Nick tragó saliva otra vez.

-Mis…mis padres…fallecieron y…o me ponía a trabajar o…me quedaba en la calle- explicó.

-Ujum- fue lo único que dijo Mark.

Nick evitaba mirarle directamente pues se había dado cuenta que si lo hacía su pulso se disparaba como nunca antes le había pasado.

-Y tienes problemas económicos- alegó Mark.

-Sí- asintió Nick.

El moreno permaneció un rato en silencio cuando de pronto se inclinó hacia delante.

-¿Y cuánto te hace falta?- preguntó.

Nick se atrevió a mirarle.

-¿Me…me va a conceder el…microcrédito?- preguntó éste asombrado.

Mark se puso en pie. Lentamente rodeó la mesa y caminó hasta él para situársele a sus espaldas. Sin esperarlo, Nick notó cómo le colocó ambas manos en los hombros provocándole dar un tenue jadeo.

Inclinándose poco a poco hacia el rostro del castaño, Mark arrimó su boca a uno de sus oídos. Nick percibió el cálido aliento del hombre golpearle en la piel de aquella zona para sin poder reprimirlo volver a jadear.

-Algo así- musitó Mark a su oído.

-¿Al-algo…así?- tartamudeó Nick.

Notaba cómo la piel de su cuerpo se le erizaba. Se sentía mareado. Dejó de tener las manos del moreno en sus hombros y pasó a verlo frente a sí. Mark, apoyando el trasero al borde de la mesa, le miró fijamente, se cruzó de brazos y dijo:

-Voy a hacerme cargo de tus facturas-

Nick pestañeó varias veces.

-¿Cómo?- se anonadó.

-Dime la cuantía- pidió el moreno.

-¿En…en total?- se asombró Nick.

-Sí- asintió Mark.

Nick tragó duro.

-No…no sé cuánto es el total…-

Regresando a su sillón, Mark tecleó algo en el ordenador.

-Umm, aquí veo tus recibos…devueltos- señaló la pantalla.

La vergüenza se apoderó de Nick quien bajó la mirada.

-En total ascienden a unos…dos mil dólares- siguió diciendo el moreno.

-Tres…tres meses sin cobrar…- se excusó Nick.

En un abrir y cerrar de ojos notó cómo la silla donde estaba sentado se deslizó a través del suelo y alzó la mirada para toparse con el rostro del mayor a escasos centímetros del suyo. Mark clavaba sus ojos en los suyos. Su nariz casi tocaba la suya.

-Tus deudas se quedarán cubiertas…- repuso Mark -Pero a cambio quiero pedirte algo-

Nick se notaba alterado. El corazón le iba demasiado rápido. Empezaba a hiperventilar.

-Tú necesitas una estabilidad económica- prosiguió hablando el moreno.

-Lo…lo que necesito es un trabajo y…-

Los dedos del pelinegro asieron su mentón para impedir que apartara los ojos de los suyos.

-Yo puedo darte lo que necesitas…nene- se pronunció Mark.

Un latigazo sacudió el cuerpo de Nick al oírle como le llamó.

-¿Có-cómo me ha…llamado?-

-Nene- respondió más ancho que pancho Mark -O tal vez te guste más pequeño-

Rápido como el rayo, Nick se levantó de la silla para poner distancias entre ellos. Mark, por su parte, solo se enderezó.

-O-oiga yo no…no soy de esa clase de…chicos y…-

Mark se agarró al borde de la mesa al mismo tiempo que ladeó la cabeza.

-¿De qué clase de chicos me hablas?- inquirió.

-De…de los que…dan las “gracias” de ciertas maneras- respondió Nick.

Despacio, el hombre dejó de apoyarse en el filo de la mesa y anduvo hacia él.

-¿Quieres que tus problemas de índole económica desaparezcan?- preguntó cada vez más próximo a él.

Nick empezó a retroceder. Mark avanzaba. Su espalda se encontró con la puerta del despacho y vio cómo el moreno extendió los brazos y apoyó las manos a cada lado de su cabeza.

-Tengo algo que proponerte- dijo.

Nick buscó el pomo de la puerta para dando con él agarrarlo con la clara idea de salir de allí.

-No puedes salir, nene- rezongó Mark acortando la escasa distancia entre ambos.

-Si…si intenta hacerme algo juro que gritaré- advirtió Nick.

Mark, esbozando una traviesa sonrisa, arrimó su boca a la suya.

-Eso espero- ronroneó.

No entendía qué le pasaba.

-¿Qué dices eh, quieres oír mi propuesta?- preguntó Mark rozando sus labios con los suyos.

Todo su cuerpo se tensó y buscó aplastarse aún más si cabe contra la puerta.

-No…no…-

El moreno presionó su cuerpo al suyo.

-¿Qué te gusta más, pequeño o nene?- musitó.

-¿Pa-para?- inquirió Nick sin saber cómo salir de aquel despacho.

Mark se apartó viendo como el joven intentaba abrir la puerta.

-¿Por qué no vuelves a tu sitio y dejas que te formule mi propuesta?- preguntó el hombre.

Nick cesó de su intento por salir del despacho.

-Es-estoy bien…de pie-

Haciendo un gesto de disgusto, Mark metió las manos en los bolsillos, elevó la cabeza y le miró de una forma un tanto extraña.

-Has visto mi clave- no era una pregunta sino una afirmación en toda regla -Dime ¿Qué decía?-

Nick tragó saliva varias veces.

-Da…Daddy- respondió.

Volviendo a aproximarse a él, Mark acortó la distancia entre sus rostros, rozó sutilmente sus labios con los suyos y musitó:

-Siéntate…nene-

Nick notó que las piernas le temblaban como si se trataran de gelatina. Obedientemente, cruzó junto al moreno. Aprovechando que lo tenía justo al lado, Mark sacó una mano de uno de sus bolsillos para ni corto ni perezoso obsequiarle con un travieso pellizquito en uno de sus cachetes.

Nick emitió un leve jadeo.

Se lo quedó mirando fijamente.

Mark lo hizo a él. Y dejándolo con tres palmos de narices, Mark regresó a su sillón.

Sentándose, apoyó los codos en los brazos de éste, unió las manos, levantó el rostro de manera orgullosa y dijo:

-Siéntate, ne-ne-

Otro latigazo sacudió su cuerpo. Obediente volvió hacia donde estaba la silla, la retiró y tomó asiento.

-Qué… qué es lo que…me quiere pro-proponer…-

Mark dibujó una sonrisa ladina.

-Que seas mío-

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