Capítulo 7. “Compras, muchas compras, Jones”

Entro y salgo—Otro. —dice mi amiga Zoe al verme en un conjunto de oficina demasiado...¿Nerd?

Pongo los ojos en blanco al ver que no doy con ninguno. Miro el otro conjunto que cuelga de uno de los percheros que Zoe ha agregado hace cinco minutos.

     — ¡Estoy cansada! ¡Nunca pensé que esto de comprar fuera tan agotador! ¿Dónde está la diversión? —cuelgo el conjunto de hace momentos, acaricio la tela, es realmente hermoso.

     — ¡Muévete! ¡El tiempo corre! —suelto el aire bruscamente, estoy irritada y cansada, detrás de todos los percheros que cuelgan veo uno que llama mi atención. Es de una tela negra y suave, no es licra, a ver...tiro de el con todo el cuidado de no maltratar o pagaría por él aunque no lo fuese a llevar. Al extenderlo frente a mí, casi se cae mi boca a mis pies, ¡¡¡Es hermoso!!! Tiene un escote cruzado, podría mostrar un poco de pecho y es corto, tiene una tela delgada de encaje encima. Aunque sea de corte sencillo, es realmente hermoso. — ¿Por qué tardas tanto? —se abre la puerta del probador, Zoe no dice nada por qué se ha quedado igual que yo, toca la tela y nos volvemos para mirarnos a la cara, hacemos un gesto en silencio todas tontas y a punto de escurrirse nuestras babas con tal belleza.

     — ¿Con qué tipo de zapatillas? —Zoe entrecierra los ojos, me mira, luego desvía la mirada al vestido que tengo frente a nosotras.

     —Eres demasiado pálida, dale un toque...—Zoe sigue pensando—...Vale. Tienen que ser altas, de tacón delgado, pero el color... ¿Negras? —duda por un momento y es extraño que mi amiga dude acerca de colores.

     — ¿Se te ha oxidado una tuerca en tu lindo e inteligente cerebro, Zoe Sullivan? —Zoe me mira arrugando el entrecejo hasta que se da cuenta a lo que me quiero referir.

     — ¡Rojas! —decimos al mismo tiempo, luego posamos la mirada en el hermoso vestido corto de encaje.

     —Entones vamos en busca de ellas...—digo mientras salimos del probador.

     Dos horas más tarde...seguimos buscando las zapatillas, pero no damos con las que queremos, hasta que Zoe da un grito estremecedor que la gente alrededor de nosotros nos mira como bichos raros. Cuando miro a mi amiga se levanta como un resorte y se acerca a dos locales más allá, su dedo señala insistentemente contra el vidrio de un aparador y me hace señas de que la siga, pero estoy tan cansada que niego. Insiste con otro grito más aterrador que me levanto como un segundo grito y le sigo. Estoy a punto de regañarla por tremendo espectáculo y mi mundo se detiene:

     —Son las zapatillas más hermosas y perfectas de tacón de aguja que he visto en mi vida. —susurro cuando dejo mi palma contra el vidrio y mi nariz.  Abro los ojos como platos al ver que cuestan cuatro veces más que el precio que me he gastado en el vestido. Es no pagar la renta de mi departamento un mes. No comería como suelo comer, lo reduciría a una comida diaria, no tendría gasolina para mi Fiona, -así llamo a mi auto color verde- pero podría tomar el metro y sería no salir tres fines de semana...podría cambiarlo por caminar en algún parque o exiliarme en el sillón viendo todas las temporadas de The big bang theory... ¿Estás pensando lo que yo, Emma Jones? Cierro los ojos. Podría agarrar un poco de mi dinero ahorrado...

     —Emma—la voz de Zoe me trae a la realidad, a ese momento de evitar tomar una decisión loca solo por unas zapatillas, unas hermosas zapatillas rojas. No podría tomar más dinero, tengo que ser responsable. “Si, Emma, sé...responsable.”

     —Son hermosas, pero podría comprarlas dentro de dos meses, cuándo me den el aumento en la revista, yo no puedo...—Zoe cubre mi boca con su mano para que no siga hablando. Con su mano libre, levanta la tarjeta de crédito.

     Niego, vuelvo a negar con su mano aun en mi boca, intento morder su palma, ella suelta una risa de sorpresa.

     — ¡Vamos a comprarlas! —la detengo del brazo cuándo intenta esquivarme para entrar al local.

     —No puedo permitir que gastes tanto por unas zapatillas—unas hermosas zapatillas—no puedo permitirlo, Zoe—sus ojos muestran un brillo desafiante. Oh, oh.

     —Nunca me has dejado comprarte algo, puedo permitírmelo y no es por nada, pero gano más que tú, aunque digas que despilfarro como Julia Roberts en Mujer bonita, no es así, yo también se ahorrar, déjame ser tu Richard Gere, esta vez.

     Sus ojos son el mismísimo gato con botas, solo que en esta versión, en lugar de un sombrero bajo su barbilla, sostiene la tarjeta de crédito.

     —Puedo pagarte en abonos, es mi última palabra, no quiero ser Julia Roberts.

     Zoe sonríe.

     — ¡Está bien, Jonessssss! —exclama poniendo los ojos en blanco y remarcando mi apellido en un tono infantil— Pero yo elijo el plazo y el precio, cero intereses.

     Sé que me pondrá un plazo de unos años, el precio a pagar un dólar al mes… esa es Zoe. Asiento finalmente.

     —Acepto, pero te las voy a pagar…—al ver que acepto por fin, tira de mi brazo para entrar al local, inmediatamente pide mi número de calzado, me hace tomar asiento en uno de los taburetes aterciopelados en color crema, pongo las bolsas en la delicada y hermosa alfombra blanca, miro a mi alrededor y es como una tienda de juguetes, solo que aquí en lugar de juguetes son zapatillas, de todos colores por haber acomodadas perfectamente en hileras, mi boca casi, casi literal, está por caer a la alfombra con una probabilidad de tirar baba como ese perro en la película llamada Beethoven, arriba de la cama, agitando su cabeza y tirando baba por todos lados, ¡Hasta en las paredes! Si, algo dramático de ver. 

     — ¡Mira! ¡Tienen tu número! —dice efusivamente Zoe, estoy a punto de decir que no grite tanto, las mujeres que están paseando por la tienda con sus bolsas de compras, miran sutilmente en nuestra dirección. A Zoe le vale un pepino si la miran, si la critican, como dice ella: “Ellos no me mantienen” Si, esa es Zoe. Aunque debería de tomar esa cita y aplicarla para mí.

     —Son hermosas—digo finalmente cuándo las tengo en mis manos. Son rojas, rojas, nada de que rojo sangre, rojo fresa, ¡Quién sabe que otro rojo! Así somos, es simplemente ROJO. Rojo bonito, fresco, sexy y seductor…

     —Si te quedas así, te saldrán telarañas, Emma, ¡Pruébatelas! —me las arrebata y como la cenicienta del cuento, Zoe se inclina muy impaciente, me saca de un movimiento mi sandalia, luego introduce la hermosa zapatilla en mi pie desnudo y luego hace lo mismo con el otro pie.

     —Puedo hacerlo sola, ¿Recuerdas? Soy independiente…—Zoe vuelve a poner los ojos en blanco, luego se levanta y me extiende la mano como buena amiga.

     —Lo sé, pero si sigues así viendo las zapatillas, las llenarás de saliva y las arruinarás, ven, párate y ponte derecha—intento enderezarme, pero es imposible no tambalearme a esta altura. Me toma del brazo y me acerca a un espejo de pared a techo que está a un lado de los estantes, me quedo mirando…

     —Woow…—miro embelesada las zapatillas, mis piernas se ven más largas, torneadas, sexys…

     —Cierra la boca, Emma Jones—dice Zoe mirándome a través del espejo.

     —Son hermosas—Zoe asiente emocionada.

     — ¡Nos las llevamos! —Levanta la mano anunciando a la chica que le trajo las zapatillas—Me las envuelves en papel, ¿Por favor? —la chica rubia le sonríe a Zoe.

     —Sí, señorita—Zoe me hace bajar de las zapatillas, se las entrega a la chica, regreso a ponerme yo misma mis sandalias. El corazón me late, pum, pum, pum, a toda velocidad.

     Estoy emocionada.

     —Ahora, antes de que cierren, iremos a que te corten toda esa melena roja—niego asustada, atrapo mi cabello con mucho amor, protegiéndolo de las manos y de la mirada de Zoe, quien se cruza de brazos como si estuviera pensando en cómo cortarlo.

     — ¡No voy a dejar que lo cortes! ¡Es mi pelo! —me levanto, agarro las bolsas de las compras y cuándo estoy a punto de dirigirme a la salida, se interpone en mi huida.

     —Oh, sí que me vas a dejar, no será mucho, solo un despunte, quitar lo maltratado y listo.

     Dos horas después:

     —Creo que lo han cortado más de veinte centímetros, mi pelo nunca te lo va a perdonar, Zoe…—mascullo irritada mientras subo el cierre del vestido negro de encaje, Zoe me ha dado unos tips nuevos de maquillaje que pienso introducirlos a mi sección de moda básica, me he puesto ropa interior nueva, casi transparente, elegida por mi amiga, casi salen de su lugar mis ojos al ver que casi no ocultan nada, al ponérmelo, me hizo sentir más sexy, más femenina, más…poderosa.

     — ¡Me vale, dile a tu cabello! ¡Igual va a crecer! Ya terminé de alistarme, ¿Te falta mucho? Nora ha llegado, tenemos media hora para llegar al reservado—abro la puerta del armario y me quedo bajo el marco de la puerta, Zoe termina de acomodarse su cabello rubio, estaba hermosa dentro de un vestido corto tipo leopardo con un escote pronunciado y atrevido, Nora apareció en ese momento vestida con un vestido color oro, con dos delgados tirantes y ambas en unas zapatillas altas, igual que las mías.

     —¡¡Mierda!!—Exclamó Nora. — ¡Seremos los tres ángeles de Charly!

—¡¡Doble m****a, mi reina!! ¡¡Estás hermosa!! ¡¡Irreconocible!! ¡Van a comerte con los ojos! Aunque esperemos que te coma algún tipo decente…—le murmura a Nora quien agitaba divertida sus cejas y afirmando las palabras de Zoe. —Camina al espejo, anda.

     Suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo. Camino hasta el espejo dando la espalda, preparándome para ver a la nueva y renovada, Emma Jones.

     — ¡Estás fabulosa, Emma! —mi mejor amiga me da de nuevo un repaso de pies a cabeza, sus ojos brillan de la emoción. Me giro hacia el espejo de cuerpo completo, mi boca está a punto de caer a la duela al ver a una mujer pelirroja distinta a la que vi esta mañana antes de salir a su trabajo. Me acerco un poco más, miro detenidamente a esa mujer, ahora no es tan malo haber cortado mi cabello, ni cambiar mi guardarropa por completo.

      El vestido negro de encaje se adhiere a mi cuerpo como una segunda piel, dejaré de comer fritangas, no le hacen bien a mis pronunciadas caderas, mi cabello pelirrojo cae en ondas perfectas bajo mis hombros, maquillaje perfecto, labios rojos haciendo juego con mis zapatillas.

     —Soy yo…—susurro mientras sigo mirando a la mujer en el espejo. Mi mejor amiga Zoe se acerca a mi espalda, pone sus manos sobre mis hombros y me encuentra a través del espejo.

     —Eres tú, como el ave fénix, renaciendo de las cenizas. Eres Emma Jones… nunca lo olvides.

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