2. Talia

Mi cabeza es pesada y mis ojos se sienten llenos de arena, mis músculos tensos gritan cuando intento moverme, tengo frío, demasiado frío, siento como si estuviera en el aire, en una especie de nube que me llevara flotando a la deriva.

Y de repente, ya no tengo frío, siento mi cuerpo cómodo y tibio, no consigo abrir los ojos y aún me cuesta concentrarme, pero el frío que antes me calaba hasta los huesos comienza a desaparecer lentamente, dispersándose, y trayendo consigo la calma.

No es hasta que soy consciente de la mano en mi cabello cuando finalmente los recuerdos de los últimos días se filtran en mi cerebro.

Había llegado a Praga siguiendo el rastro de mi amiga Hazel, la habían secuestrado mientras yo estaba en el baño, y lo había visto todo por la rendija de la puerta. Sintiendo culpa y dudando de pedir ayuda a mi padre y a mis tíos, decidí que sabía lo suficiente como para seguirla, y, de hecho, lo había conseguido, la encontré y ellos me encontraron a mí, un hombre de aspecto pulcro pero feroz me había abofeteado en el rostro y luego me había manoseado un rato hasta que tuve suficiente y le di una patada en los huevos.

Resultado: acabé en un lugar oscuro y sucio con otras chicas, hasta que uno de ellos mencionó un nombre que me heló la sangre: Constantine. El hombre que asesino a mi madre y hermanas, el hombre que casi se lleva consigo a mi padre también.

Pero no es ese Constantine el que me sostiene ahora contra su pecho desnudo mientras desliza una mano sobre mi brazo herido. Intento gritar y alejarme al ser consciente de mi desnudez, pero con la más ligera de las presiones consigue mantenerme presa entre sus brazos

— Tranquila, no te haré daño — promete en un susurro, su aliento se siente cálido contra mi cuello, y sus manos ásperas me sostienen por la cintura — eso es...Tranquila.

— D-dejame — consigo gruñir, pero sus brazos se sienten como pinzas contra mi cuerpo ahora desnudo

— Talia, mírame, soy yo...Scotty — susurra cuando mi cabeza cae contra su hombro, debo parpadear un par de veces antes de poder conseguir una buena imagen de su rostro.

Mandíbula firme y con una ligera barba rubia, pómulos maltratados, pero al mismo tiempo firmes y ojos tan azules como el cielo en verano, cabello rubio que cae húmedo sobre su frente.

— ¿Por qué estoy desnuda? — consigo decir una vez que estoy lo suficientemente consciente como para sentir sus pulgares rozando ligeramente la zona sensible bajo mis pechos y la erección en mi espalda, que por suerte está cubierta con un par de pantalones.

— Estabas sucia — responde deslizándose en la tina, espera ¿estamos en una tina? ¿por qué en el puto infierno estábamos en una tina? — Voy a soltarte, no me golpees otra vez, solo quiero tomar el jabón — susurra de nuevo contra mi oído, su voz es gruesa y definitivamente no tendría que estremecerme ante su cadencia, lo dejo estirarse, demasiado cansada para intentar cualquier cosa

— ¿Dónde estoy? — pregunto, aunque mi voz suena espera y rota, toma el jabón y con cuidado, lo desliza por mi costado — ¿Por qué estamos en la tina?

— Porque me hiciste caer dentro — responde, aunque no suena demasiado molesto al respecto, cuando sus manos se deslizan por mi cadera, doy un respingo y él gruñe — Tranquila, preciosa, no voy a hacer nada inapropiado...aún

En otras circunstancias le patería las pelotas, pero cuando intento apartarme, mi cuerpo duele tanto que me cuesta contener un grito

— Tranquila, son las drogas, ya pasará....

Cuando despierto de nuevo estoy acostada en una muy cómoda y enorme cama con edredones de seda y una simple camisa blanca sobre mí0043, me incorporo de golpe, lastimando mis ya doloridos músculos en el proceso

— Tómalo con calma — dice una tranquila voz desde el otro lado de la habitación, esta oscuro, y la única luz se filtra a través de una rendija en la puerta del baño, solo consigo ver una silueta y la mitad de su rostro — Estás a salvo ahora

— ¿Realmente eres tú, niño? — pregunto intentando relajarme, este es el pequeño Scotty ¿verdad? El pequeño niño que idolatraba a mi padre, aunque en el baño se sintiera como si tuviera músculos de hierro y un martillo en sus pantalones. Se ríe, es una risa sin humor, seca pero ronca.

— Ya no soy un niño — asegura — Ahora, vuelve a dormir, necesitas descansar

— No estoy cansada, estoy hambrienta — aseguro, mirando alrededor e intentando descifrar como era posible para mi haber acabado aquí, es decir...había sido secuestrada por proxenetas o algo por el estilo. Y al pedir audiencia con Constantine no me imaginé...esto — ¿Dónde está tu padre?

Si está sorprendido, no lo sé, pero tarda un segundo en responder

— Muerto, Max lo mató hace años, poco después de que nacieran tus hermanos — dudo un segundo, no tenía que creerle, podía estar mintiendo, es decir, papá solo dijo que Constantine era el responsable de que el esposo de Adeline muriera, pero nunca dijo que había muerto

— ¿Por qué estoy aquí? — pregunto en un susurro, entre más información tuviera, más rápido podría entender lo que le pasó a mi madre, tal vez él supiera.

— Dímelo tu — replica, veo sus hombros moverse y el reflejo de un vaso de cristal cuando lo acerca a su boca — De no ser por mis hombres estarías de camino a Londres para ser subastada

— N-no hablas enserio — gruño, intentando no sonar asustada — ¿Dónde está tu madre? E-ella tiene contactos ¿no?

Joder, Taliana ¿no puedes sonar más patética?

— Preguntaste por mi ¿Por qué? — replica, pongo los ojos en blanco, es Scotty por el amor de Dios, el crio solo daba miedo por su cicatriz, no podía ser realmente tan peligroso ¿verdad?

— No pregunté por ti — respondo, intentando no tentar a la suerte — pregunté por el Diablo

— ¿Y con quien crees que hablas, Connors? — pregunta inclinándose hacia adelante, revelando la mitad oculta de su rostro.

Resistir gritar y arrastrarme lejos me cuesta un poco, lo había visto de niño, hace unos diez años, pero la visión de la enorme cicatriz cruzando su rostro, desde la punta de la ceja izquierda hasta la barbilla, tal vez las sombras la hacían ver más grande de lo que realmente era, pero se veía grotesca y rugosa, como si alguien le hubiera clavado un atizador caliente en lugar de un corte limpio.  De niños solía esconderla usando una sudadera, pero ahora su rostro estaba expuesto.

Era una especie de broma cósmica, una parte de su rostro era como un ángel y la otra mitad parecía un mismo demonio.

— Lo siento — carraspea regresando a su sitio en las sombras — Pero esto es serio, Taliana.

— Investigaba la muerte de mamá — admito finalmente — mi amiga Hazel, ella su mamá la conoció y quería hablarle, pero...tus hombres la secuestraron — de repente estoy alarmada, Dios, ¿cómo pude ser tan estúpida? Si él era el Diablo, entonces está metido en cosas muy, muy turbias, y aquí estoy yo, desnuda bajo la camisa y al parecer irritándolo.

— Busca su nombre — ladra tirándome una libreta que no sé de dónde demonios ha conseguido. Me estremezco al entender lo que es esto, una lista de las mujeres que ha secuestrado

— ¿En qué clase de monstruo te has convertido? — pregunto horrorizada, una mirada extraña cruza su mirada, pero no responde.

No encuentro el nombre de Hazel, lo que me aterra, y cuando se lo digo, él suspira con cansancio

— Lo siento, si la vendieron a uno de mis socios no puedo traerla de regreso — repone, y yo quiero llorar, aunque no lo he hecho en años, le dije a papá que este año iría a acción de gracias, y ahora....

— ¿Qué vas a hacer conmigo? — pregunto en un susurro, podría ser cinco años menor que yo, pero no me metía en peleas que no podía ganar y definitivamente no pienso meterme en una pelea con alguien tres veces más grande que yo, lo aprendí en las Vegas, a las malas...pero lo aprendí.

— Intento decidirlo — admite, solo puedo ver sus ojos desde mi posición y es algo curioso la forma en que ver solo sus ojos me hacía sentir más en.…confianza — No puedo venderte, pero podrías ganarte tu salida

— ¿Disculpa? — a la m****a el tamaño de este idiota — ¿Que te hace pensar que voy a hacer cualquier cosa por ti?

— Le debes dinero a Saltsman — una corriente helada atraviesa mi espalda — mientras dormías, hice mi tarea…estás en la lista negra Taliana

— N-no sé de qué hablas — miento, mirándolo desafiante, un tic en su mejilla es el único indicio de sonrisa

— Pediré que traigan tu comida — se limita a decir antes de levantarse y tomar el cuaderno de notas — Hasta entonces... Considérate una...rehén con beneficios.

Y sin más, desaparece detrás de la puerta.

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