Capítulo 35.

No se mueve.

Kade no se movía.

Estaba de espaldas a mí porque apenas se rompió el vidrio, él se giró clavando su vista en el jardín trasero de mi casa, y ahora estaba estático, casi como una estatua. Sentí algo semejante a la preocupación por el hecho de que no sabía en donde impactó la bala, no sabía si él estaba bien.

Entendía que el chico era casi un desconocido, pero no soy inhumana, me preocupo por las personas, y aunque él no fuese un santo, no debía morir. Era demasiado joven.

—Kade —pronuncié levantándome lentamente de la silla—. Kade, ¿estás bien?

Hubo unos segundos en silencio hasta que lo escuché hablar.

—No te muevas —fue lo que dijo.

No puse objeción y me quedé en mi lugar sin mover un músculo. Aunque no debía y

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