Capítulo 2

  • |Valeria -Actualidad|•

Después de tres años aún sigue doliendo los recuerdos inesperados que brotan en fechas como estas. ¡Si! La navidad sin duda es la época que más me destroza. Pero sigo aparentando ser un roble indestructible, que como otras noches festivas se viste de gala para disfrutar de una de las mejores fiestas del año con los ejecutivos de la empresa.

—Grandiosa fiesta señorita Lauder, esta velada exquisita supera a la anterior.

—Gracias, es un honor el que nos acompañe esta noche, señor Silvain.

—Dígame, ¿Su señor padre, nos acompañará hoy?

—Por supuesto, no tarda en llegar. — Le sonrió. — Disfrute de la celebración.

—Si me perdona el atrevimiento, me complacería presentarle a mi hijo Malcom, llegó al país solo para conocerla.

Sonrío un poco incomoda, pero tampoco podía decir que no, a nuestro socio mayoritario. ¿Qué tan malo sería conocer a su encantador hijo?

—Me encantaría.

Entonces se gira para llamarlo. ¡Oh! No imaginaba que el señor Silvain Lambert tuviese un hijo tan joven y atractivo, con esa delicada barba y hechizante sonrisa que le ponían un poco de misterio a ese porte de caballero elegante, desde ya roba las miradas de las féminas. Se acerca un poco temeroso y me saluda con cortesía, dejando un beso en mi mano ¡Ay! ¡Me derrito!

Por supuesto que su padre de inmediato se retira y nos deja solos, sin duda busca que su retoño conquiste el duro corazón de la famosa, dama indomable del imperio Lauder. ¡Lastima! En verdad no estoy interesada en seleccionar candidatos por el momento.

Pero, con una copa de champaña y unos minutos de plática, su compañía me deja una grata impresión. De hecho, hubiese podido estar a su lado toda la noche, es realmente encantador, guapo, inteligente y el que sea piloto de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos ya lo ponen encabezando la lista de pretendientes que tiene en mente mi señor padre, Álvaro Lauder. ¡Dios! Aún no me acostumbro a que me llamen señorita Lauder. Pero debo admitir que esta nueva personalidad me ha brindado más confianza para mostrar la fortaleza que llevo dentro. He sentido el cambio en mi vida, más, aún no puedo superar el tropiezo que viví con Rubén. Quizás por eso mi padre extendió las invitaciones este año.

Mi ex, el propietario de la empresa Avila’s Motor Company, hacia la entrada al gran salón de la mansión Lauder. En cuanto lo vi me descontrolé, me despedí de Malcom con una excusa tonta y subo presurosa las escaleras tratando de huir de su presencia como una cobarde. Jamás pensé que el volver a verlo me sea tan aterrador. Pero mi padre ya estaba junto a William observándome desde el balcón.

—Tarde o temprano deberás enfrentar tus miedos. ¿No crees que ya llegó el momento de que sepa quién eres en realidad? ¡Ve! y has que lamente el haberte dejado. —Pronuncia mi padre con seriedad.

Mi corazón está temblando, aún siento ese dolor insuperable que me paraliza. Nunca antes he sentido tanto dolor como ahora, la lluvia de recuerdo me invade y las piernas me tiemblan. Pero tiene razón, no es momento de escapar como si fuese culpable de algo. Ahora soy más importante que él.

—Solo sea usted misma. —Añade el licenciado William, alentándome a bajar de nuevo.

Respiro profundo y me dispongo a bajar las escaleras para darle la bienvenida en nombre de la familia. A medida que me acerco siento que mi corazón se detiene, la respiración se acorta y la sensación de vacío me estremece, ¡joder! No quiero perder la conciencia. Entonces, el canalla se da cuenta y fija su mirada en mí y ese gesto de asombro que lentamente se va reflejando en su rostro me va calmando. Como que tomo valor para sonreír y pisotear su orgullo por primera vez.

“¡Qué solo era una simple enfermera de hospital público! Pues veme ahora, soy la heredera universal de una de las sedes más grande del mundo, una de las empresas que no le hacen ni cosquillas a tu compañía mediocre. ¿Pensabas que moriría sin ti? ¿Te cansaste de esperar las noticias de que me lancé de un puente por la melancolía? ¡Ay! ¡Pobre ingenuo! ¡Veme ahora! Soy la persona que te ha dado dolores de cabeza los últimos años. Sinceramente este momento es tan gratificante que ahora me pregunto porque no me atreví hacerlo antes.

bajo las escaleras y él sigue pasmado, mirándome como si fuese un fantasma.

—Buenas noches, señor Ávila, soy Valera Lauder y quiero darle la bienvenida en nombre de mi padre—Extiendo mi mano sin dejar de sonreír.

Él toma mi mano y no sabe qué decir, mientras su acompañante parece ponerse un poco celosa. No creo que sepa quién fui en la vida de su amante, pero creo que me ve como una mujer peligrosa.

—B-buenas noches. E-encantado de c-conocerla—dice nervioso.

—Parece que está asombrado de ver a una mujer al mando de una empresa tan grande o es por mi belleza. —Sonrío apartando mi mano.

—Sí. E-es realmente bella. —Trata de dibujar una sonrisa y baja la mirada avergonzada.

—Pues no se sienta intimidado por mi presencia, señor Ávila. Disfrute las celebraciones, puede sentirse como en casa. —me despido.

Eso fue ¡Suficiente para mí! Sin dejar de sonreír y respirando aliviada vuelvo a subir las escaleras. Mi padre y William me esperan con una sonrisa en sus labios, parecen gritarme cuan orgullosos están de mí, por haber dado ese paso decisivo para cerrar la página de mi pasado.

—¿Cómo te sientes ahora? —Se acerca mi padre para tomar mi mano.

—Mejor que nunca. Creo que necesitaba mirarlo otra vez para darme cuenta de que ya no importa en mi vida.

—No sabes cuánto deseaba escucharte decir eso. Estoy muy orgullo de ti. Siempre lo dije, para dar la vuelta a la página no solo basta con decirlo, es necesario mirar de frente ese algo que no te deja avanzar y soltarlo, sacarlo del corazón, como tú lo has hecho en estos momentos.

Se despide y baja las escaleras para saludar a sus socios, en tanto William tomando dos copas de champaña de uno de los meseros, se acerca para ofrecerme una.

—Ya puede desmayarse, si gusta. —dice en tono de burla, es la primera vez que lo escucho bromear.

—Lo haré cuando dejes de ser tan formal conmigo. Ya somos amigos. —bebo un sorbo de esa refrescante bebida.

—Como simple abogado de la familia, su padre me colgaría antes de romper las reglas. —Susurra.

—Espero que algún día eso cambie. — Bebo todo el contenido y le entrego la copa.

—Debo bajar ahora. ¿Me haría el honor de acompañarme?

—Adelántate, primero debo retocarme.

—Entiendo. —Sonríe incómodo, como creyendo que estoy despreciando su compañía.

—¡Vamos cambia esa cara! Solo espérame, voy al tocador. Sabes que es mas que un honor disfrutar de tu compañía en los eventos importantes.

William responde con una de esas sonrisas deslumbrantes, un poco sonrojado asistiendo con la cabeza. Se aleja de las escaleras mientras yo camino hasta el baño. Antes de llegar veo a algunos hombres de mi padre recorrer con la mirada los corredores, parecen preocupados por algo ¿Qué podría ser?

Me acerco a la puerta, la abro y de inmediato alguien me arrastra al interior, no tengo tiempo de reaccionar con un grito, porque de inmediato cubre mi boca con una de sus mano en la boca y cierra la puerta.

—No voy hacerte daño— me lleva contra la pared para mirarme de frente —por favor no grites, voy a apartar mi mano confiando en ti, no me hagas lastimarte —susurra con voz varonil y agitada. en tanto mis ojos se pierden en esa mirada angelical.

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