5

          La lluvia se ha ido, pero el cielo sigue gris y la temperatura sigue descendiendo; gracias al abrigo me siento protegida del frío además el interior del carro es bastante cálido. Durante el trayecto la conversación es muy superficial, quisiera pedirle que me deje bajar y poder irme corriendo a mi casa, pero a la vez tengo ganas de continuar con él, en verdad es un hombre atractivo y sobre todo varonil.

Llegamos a un edificio bastante alto y elegante. Nikolai baja de su auto y le da las llaves al ballet mientras abre mi puerta y me ayuda a bajar. Me ofrece su brazo y juntos entramos al recibidor donde pregunta si tiene correspondencia a un hombre trajeado de aspecto serio; recibe unas cartas y caminamos hacia el elevador, todo es una combinación de dorado y rojo de lujo y ostentosidad, la gente que nos rodea viste y calza de manera elegante. En cuanto las puertas del elevador se abren caminamos solo un poco hacia la única puerta visible, la abre dandome cuenta que su departamento es todo ese piso, es demasiado amplio y los colores negros y grises dominan el lugar. Me quedo maravillada, una sala con sillones negros y una pantalla grande es lo primero con lo que me topo, también hay un pequeño mini bar. Nikolai cuelga su saco en un perchero cerca de la puerta y me pide mi abrigo el cual me quito con algo de torpeza. Él sonríe y lo toma con cuidado para después caminar hacia la barra que divide la sala de la cocina, todo es de mármol negro y colores acero.

—¿Te gusta el café negro?— lo primero que pienso es que preferiría un vaso de leche con chocolate, pero creo que eso no se vería nada bien y mucho menos elegante.

—Em… prefiero el café cortado— le digo sintiéndome algo apenada, no es que no me agrade el café con solo agua, pero soy afecta a las cosas dulces o cremosas, la única forma en que tomo café es en capuchino o cortado con leche. Me recargo en la barra y veo una sonrisa encantadora en sus labios.

—Claro— sirve en una taza grande, la mitad de café y le agrega leche para después caminar hacia mí, se sienta del otro lado de la barra y me guiña un ojo antes de beber de su taza, de inmediato bebo de la mía buscando distraerme. —La carrera de medicina es algo cara, supongo que ha de ser difícil— en cuanto dice eso me hace recordar todo mi sufrimiento y aún no soy capaz de decirle a mis padres sobre mi tragedia.

—Ni que lo digas— me vuelvo a esconder detrás de mí taza, pero mi mirada no la puedo disfrazar.

—¿Todo bien?— dejo la taza frente a mí sobre la barra y la hago girar entre mis manos mientras la veo fijamente.

—No, nada está bien— de nuevo las lágrimas quieren brotar de mis ojos al recordar las amenazas de ese doctor. —Yo tenía una beca completa, con eso sostenía mis estudios, pero… — muevo la cabeza de un lado a otro, me siento molesta de nuevo.

—¿Pero?

—Cometí un error y la perdí— levanto mi mirada y noto que se contagia de mi preocupación. —Perderé la beca, no puedo pedirle a mis padres que paguen todo, es demasiado y ellos no ganan el suficiente dinero, tendría que trabajar para poder sostener mis estudios, pero si trabajo perderé valioso tiempo para estudiar y si no estudio no aprobaré y si no apruebo de nada habrá servido que intentara salvar la escuela por qué todo se habrá ido al carajo— pongo mis manos en mi cabeza al mismo tiempo que apoyo mis codos en la barra, las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas. Trato de respirar y contenerme, pero es demasiado difícil. Las manos de Nikolai llegan a mis muñecas, con sus pulgares hace pequeños círculos en ellas y de cierta forma su tacto me relaja aunque sea un poco. Baja mis manos hasta colocarlas sobre la barra y sus ojos miel se clavan en los míos.

—No es el fin del mundo— sonríe de lado, pero su mirada está cargada de preocupación sintiendo empatía por mí —déjame ayudarte.

—No, imposible… no podría— deslizo mis manos de entre las suyas y mantengo la distancia.

—¿Cuánto es de tu beca? Yo puedo darte ese dinero, tus padres no tendrían por qué enterarse.

—¿A cambio de qué?— su mirada de repente baja hacia mis labios, me toma con delicadeza del mentón y se acerca, por un momento yo no puedo mover ni un solo dedo, me quedo petrificada y un calor nace en mi vientre y se apodera de mi cuerpo en cuanto sus labios se posan en los míos.

Las mariposas en mi estómago revolotean agitadas y sus labios se mueven lentamente sobre los míos, mi aliento escapa de mis pulmones y me dejo llevar, su boca tiene un sabor que me atrapa, me llena de a peligro. Correspondo el beso sin dudarlo, sin alejarme ni pensarlo, olvidándome hasta de mi propio nombre. Levanto una de mis manos y en cuanto la poso en su mejilla algo se despierta dentro de mí, esa voz que me recuerda que es lo correcto y que no. Me separo de él y empiezo a jalar el aire que se robó, sus ojos se ven felinos, feroces, parecieran los de un león cazando a su presa.

—Esto está mal, tengo que regresar a mi casa— giro sobre mis talones y camino sin detenerme hasta tomar mi abrigo del perchero. Abro la puerta y me doy cuenta que él se mantiene recargado en la barra mientras bebe su café tranquilamente haciéndome saber que puedo huir, pero no esconderme.

Entro al elevador, las puertas se cierran bloqueándome la vista hacia el departamento, me cubro la boca sin entender cómo es que le correspondí ese beso, es un hombre mucho más grande que yo y apenas lo conocí ayer. Cierro mis ojos con fuerza hasta que el sonido del elevador abriéndose me hace abrirlos, un conjunto de personas con ropa costosa y cargados de arrogancia se disponen a entrar, salgo con dificultad entre ellos y me precipito hacia la salida, el cielo quiere volver a descargar su lluvia, los truenos amenazan con que será peor que la vez anterior. Me paro frente al edificio y espero un taxi que me pueda llevar a casa cuando veo a Cat, camina hacia mí con su rostro divertido, claramente ella no ve el colapso que yo estoy viviendo.

—Jajajajaja ¿Todo bien?— se para frente a mí con las manos en la cintura, levanta la vista hacia el edificio y se queda sorprendida —wow ¿Aquí vive?

—Si, ¿No quieres entrar? Creo que se quedó sin compañía.

—¿Lo dejaste plantado?— su rostro se descompone como si lo que hice fuera algo estúpidamente peligroso —¿Se molestó?— me toma por los hombros y me sacude.

—¿Qué? no lo sé, ¿Estás más preocupado por ese tipo que por mí? vaya amiga— me alejo de ella herida y molesta.

—Créeme, si me preocupa que ese hombre este enojado es más por ti que por él.

—¿Quién es él? ¿Qué está pasando Cat?— trato de persuadirla, pero me termina decepcionando.

—Lo siento Sam, no puedo decirte nada.

—¡Me metes en problemas y ¿no puedes decirme en qué me metiste?!— me alejo aún más de ella, volteo hacia la avenida y chiflo para atraer la atención de un taxi.

—Sam, espera…

Un auto se detiene y abro la puerta de atrás, me meto de inmediato y decido dejar a mi amiga con la palabra en la boca. El taxista es un hombre joven de cabellos rubios y ojos verdes, me ve por el retrovisor mientras me pregunta a dónde vamos, le doy la dirección de mi casa.

—¿Me puedes ir diciendo? No conozco pro allá.

—Si, está bien.

—Disculpa que me entrometa, pero… ¿Estás bien?— levanto la mirada en cuanto dice eso, una lágrima corre por mi mejilla.

—Yo…

—¿Esa era tu novia? ¿Tenían una pelea?— su pregunta me toma por sorpresa.

—¿Cat? ¿Mi novia?— una sonrisa se forma en mis labios —jajajajaja no, ella no es mi novia.

—Bueno, por lo menos te hice reír jajajaja— me ha cambiado por completo el estado de ánimo, me siento más tranquila.

—jajajaja ella es mi amiga y… me presentó al amigo de su novio, pero no me siento del todo cómoda con él.

—Bueno, si no te sientes cómoda con ese tipo no estás obligada a estar con él, ¿Doblo a la derecha?

—Si, por favor. Pues suena fácil y no sé por qué se me complica tanto— me recargo en el asiento y veo por la ventanilla.

—No soy psicólogo, pero creo que no deberías de aceptar a un hombre que no quieres. ¿Derecho?

—Si, todo derecho. Si no eres psicólogo creo que estás perdiendo tu tiempo como taxista.

—Jajajaja Gracias, estoy estudiando leyes.

—Jajajaja y ¿qué haces conduciendo un taxi?

—Pues al parecer dar terapias jajajajaja así estoy sosteniendo mis gastos, mi padre murió y mi madre no puede sola con todo.

—Vaya, pues… te felicito y te admiro— le sonrío y por alguna extraña razón siento empatía por este chico. Cuando me doy cuenta estamos frente a mi casa.

—Jajajaja gracias, gracias— le extiendo un billete y él me entrega el cambio.

—Gracias por traerme— guardo el cambio en la bolsa de mi abrigo y me dispongo a salir del auto.

—¡Oye! ¡Espera!— me detengo por un momento y veo que saca de la guantera algo; es una tarjeta, me la ofrece con algo de torpeza. —Si necesitas que te lleve a algún otro lugar puedes llamar, puedo ser como un taxi privado— me sonríe ampliamente y correspondo de nuevo su sonrisa mientras guardo su tarjeta.

—Genial, gracias.

—Me llamo Kurt— cuando se presenta me siento algo insegura de repente, dudo por unos segundo si debería de decirle mi nombre, pero al final termino haciéndolo.

—Samantha— le sonrío y él parece agradecido por ese detalle —dime Sam— me bajo de su auto manteniendo la sonrisa. Que agradable sujeto.

Camino hacia mi casa y escucho como el auto sigue su camino, en cuanto entro veo a mis padres sentados en la mesa, no se ven muy felices de mi llegada. Mi madre es la primera en levantarse.

—¿Por qué tan tarde?— me pregunta con los brazos cruzados.

—Lo siento yo, pasé a la casa de Cat— no le pienso decir que Nikolai fue por mí a la escuela porque ni siquiera saben quién es y si lo supieran creo que me metería en problemas.

—¿Y por qué no nos avisaste? Ya pasa de la hora, no se vale Samantha, tienes un horario que cumplir ¿Vas a empezar a descuidar las cosas?

—No mamá— bajo la cabeza y esquivo su mirada.

—Pues así pareciera, ¿Por qué traes esa ropa?— me doy cuenta de que no vengo con mi uniforme, que esté junto con mi mochila se quedó en la cajuela del auto de Nikolai.

—Me la prestó Cat, es que me mojé en la lluvia.

—Sam, ya eres una adulta y no tengo por qué decirte las cosas, pero mientras vivas bajo mi techo tienes responsabilidades.

—Si mamá— hace un movimiento con su cabeza dejándome huir de su regaño. De inmediato me precipito hacia mi habitación mientras saco mi celular. En cuanto cierro la puerta pego el aparato a mi oído esperando escuchar a Cat.

—Si me llamaste para seguirme reclamando, puedes ahorrándotelo por qué te pienso colgar.

—¡No! ¡Espera! No me cuelgues, necesito un favor— más que sonar suplicante, parezco más demandante.

—¡Ah! después de como me trataste hace un rato no sé si se pueda.

—Cat, en primera yo soy la víctima en todo esto, me metiste en un problema y ahora me sacarás de él. Mi uniforme y mi mochila se quedaron en el carro de Nikolai y lo necesito.

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