El pueblo humano

Por el bosque, el lobo feroz caminaba a pasó rápido en su forma humana, teniendo mirada sería.

No podía creer que él, un orgulloso alfa tenga que ir a comprar ropa con una niña humana que no valora su vida.

¿Por qué hacía éso exactamente?

El comerla mientras ella sea felíz o infeliz no cambiaba en nada.

El hombre se detuvo al no oír pasos cerca suyo y vio como ésa niña humana se acercaba corriendo, ya cansada.

El lobo la miró con despreció y dio un suspiro antes de acercarse y alzarla en sus brazos, dando ella un suspiro de alivió.

-Sí sabía que eras tan lenta, no iba a ir a ése tonto pueblo llenó de inútiles humanos.- dijo el rubio, para nada de buen humor.

La pequeña que vestía ropa de niño, pantalones azules y una remera blanca y aún así llevando su caperuza roja, miró al hombre.

-Señor lobo, ¿por qué tiene ropa de niño en su casa? ¿Era de usted?- preguntó la pequeña, aun recuperando el aliento.

El hombre la miró y fruncio el ceño por... ya perdió la cuenta de cuantas veces lo había hecho en sólo ése día.

Le dio ropa limpia, ¿entonces por qué seguía usando ésa tonta caperuza roja?

-Te diré por que tengo ropa sí antes tu me dices dónde está tu ojo izquierdo.- dijo el ojiazul, no pudiendo evitar sentir algo de curiosidad por ése detalle.

La rubia al oír ésa pregunta, miró al hombre y se señaló su ojo derecho.

-Esta aq...

-Ése es el lado derecho.- corrigió el lobo transformado en humano.

La ojiazul al oír éso, entendió la pregunta y miró al frente.

-No sé donde está.- respondió con algo de seriedad, no queriendo tocar ése tema.

El hombre al verla ponerse seria, sonrió con malicia.

-Pues, ésa ropa es de otro niño que devore hace tiempo.

Era igual de feo e idiota que tú.

Él tampoco temblaba de miedo a la hora de hablarme sin respeto.- explicó el hombre, viendo divertido a la pequeña.

Cuando estaba tranquila, no era tan molesta.

-¿Por qué debería de temerle a alguien inferior?

Los humanos son los que están por encima de todos.- dijo la niña, mirando directamente a los ojos del hombre que tenía sus ojos amarillos y sus colmillos levemente visibles.

¿Qué fue lo que dijo ésa niña humana?

El hombre, bajo a la niña y le señaló adelante mientras ella lo veía con confusión.

-Tienes 20 segundos de ventaja.- aclaró con voz siniestra.

La pequeña niña humana, sólo parpadeo, se dio media vuelta y se fue caminando lentamente, haciendo que el hombre cierre sus ojos y apriete sus puños, conteniendo su enojó.

Un ser superior como él, no debía dejarse llevar por las provisiones de una débil cría humana que fue abandonada.

.

.

Dos horas de caminatas donde el lobo feroz puso a prueba su paciencia, después.

La pequeña caminaba a lado del hombre, algo asustada al ver como el pueblo estaba llenó de personas, yendo y viniendo de un lado a otro.

Había niños, adultos, ancianos, animales, vendedores, personas limpiando, había mucha multitud para su gusto.

La pequeña se sintió algo mareada por la multitud y se acercó al lobo con forma humanoide, aferrandose de su pantalón, la pierna izquierda.

El hombre al sentir éso, bajo la mirada y fruncio el ceño con fastidio.

-Mira mocosa, a mi tampoco me gusta estar cerca de esta pequeña multitud, así que te aguantas que estamos aquí por tu culpa, además, ¿por qué le tienes miedo a éstos humanos y no a mí?- preguntó el rubio, enojado por ésa actitud.

El único ser al que le tenía que temer era a él, no a humanos inútiles y codiciosos que no hacen mas que preocuparse por ellos mismos, no importandole sí deben lastimar a sus propios aliados.

-Por que nada da mas miedo que un humano.- respondió la pequeña con mirada llena de miedo y hasta odio.

El lobo feroz, al ver éso dio un suspiro y la alzó en sus brazos, sorprendiendola.

-Iremos a comprar trapos nuevos para ti y luego nos iremos a casa.

Sí uno de ésos tontos humanos pregunta que somos, mandalos al dia...

-¿Les digo que somos padre e hija?- preguntó la niña, interrumpiendo al hombre que la miró con enojó.

-Dices éso otra vez y te dejó abandonada en medio de todos éstos humanos.- amenazó el rey del bosque.

La pequeña al oír éso, se estremeció y guardó silencio mientras el hombre sonreía levemente y se dirigía a una de las tiendas de ropa.

Ahora ya sabía como manipular a ésa humana pero no lo haría ya que el método era repugnante por tener que usar a ésos humanos como medio de amenaza.

¿Qué será lo que le hicieron los demás humanos para que ella les tenga tanto miedo y por qué la lastimaron tanto?

Bueno, los humanos son capaces de herir sólo para divertirse así que no valía la pena preguntarse mucho éso.

Mientras el lobo se dirigía con la niña a una tienda de ropa, algunas personas lo veían con ternura.

No sabían quien era ése hombre pero parecía ser muy unido con su hija.

Sé nota que la quería mucho.

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