Capitulo 3 — El accidente

Quería decir que me sentía bien pero no fue así, me sentí un completo perdedor quien había ido a buscar con quién desquitarse ante el engaño de la mujer que yo amaba. Me levanté sin siquiera mirar a la chica rubia quien estaba sumamente sonrojada y despeinada.

― Retírate, dile a tu jefe que has hecho un buen trabajo, se te pagará bien ― aún desnudo tome mi pantalón y saqué mi billetera y le di uno fajo de billetes a la chica que se levantaba y tomaba su ropa mirándome como si quisiera decirme algo.

― Pero señor...

― ¡¿Que?! ¡¿No oíste?! ¡Lárgate mujer y toma los malditos billetes! ― enojado se los arroje y ella asustada los tomo, no sin antes darle una última mirada llena de molestia la cual paso de largo pues no estoy para consentir a nadie.

Me vestí rápidamente como pude, tome una botella de vino y sin usar la copa bebí de ella directamente, mi corazón dolía demasiado. Quizás el alcohol sería un buen curandero está noche.

A partir de ese momento me perdí en un mundo de lujuria y perversión, mis amigos estaban más que emocionados de que podían al fin llevarme, según ellos, a mejores ambientes y un nivel superior.

Eric y Martín eran mis dos cómplices en todo este mundo de obscenidades, se preguntarán ¿Que paso con Jasmín y su amante? Bueno hice lo que cualquier millonario rico haría. Me vengue de la peor manera.

Busque la forma en que desprestigiaran a su amado Carlos que era un Arquitecto poco conocido con ambiciones demasiado altas, perdió su empleo al igual que ella. La dejé en la calle pues le arrebaté todo lo que le había regalado. Al grado que varias veces me fue a pedir perdón a las oficinas de mi empresa, pero siempre la rechace como perro pateado.

Tristemente debí haber tratado con ella y alejarla de mí, ya que en la desesperación de no tener nada, haber perdido a sus padres pues no tenía ni para pagar los gastos médicos se ellos, busco hacerme daño sin que yo me diera cuenta.

Un día salí del Storm bastante ebrio, aunque mis amigos me dijeron que debía evitar conducir de esa forma, no les hice caso, tome mis llaves y maneje mi auto por las calles solitarias de esa ciudad. Quería perderme un instante pues, aunque no quisiera aceptarlo; jazmín seguía muy clavada en mi pecho y no había podido olvidarla con nadie.

Aceleré el auto sin percatarme que alguien me seguía de cerca, seguí manejando hasta que en un cruce que había semáforo en rojo no me detuve y otro carro impacto contra el mío con una fuerza bastante potente la cual me hizo dar varias vueltas sobre la calle que estaba en bajada.

Las bolsas de aire no respondieron por lo que mi cuerpo recibió todos los golpes hasta casi quedar inconsciente, lo último que recuerdo es a alguien acercándose a mí con algo que parecía ser un chuchillo.

― Hoy pagarás todo lo que me has quitado Jack Black, eres un ser despreciable que merece quedar marcado de por vida ― escuché la voz de jazmín y reaccioné en ese instante.

― Jazmín... ¿Qué intentas hacer? ― como pude hable y ella solo se rió como desquiciada, abrió la puerta mirándome con odio, uno que no sabría cómo explicarlo.

Yo no podía moverme, mis piernas no me respondían y todo mi cuerpo dolía como el infierno.

― Solo te pagaré con la misma moneda que tú, de por sí eres feo ahora lo serás más y nadie, escúchame bien, nadie te amara nunca ― acercó el cuchillo a mi rostro, se reía de manera escalofriante y juro que jamás había visto está faceta de ella, realmente asustaba.

― ¡Ni si quiera te atrevas a tocarme maldita loca o me las pagarás muy caro! ― intenté que mi cuerpo reaccionara, pero por más que lo hacía no me respondía.

― ¡¿Crees que tus amenazas me asustan?! Ya no más Jack Black, es hora de que pagues con sangre ― levantó el cuchillo y de un solo movimiento me rasgo el rostro desde mi mandíbula hasta mi ojo derecho.

― ¡Aaaah! ¡Maldita Jazmín! ― fue lo único que pude articular pues el dolor fue demasiado para mí que caí desmayado en ese justo momento.

Solo escuchaba la risa escalofriante de jazmín, sus ojos llenos de odio y como anhelaban vengarse de mí. Cuando desperté estaba conectado a muchos aparatos, la luz me cegaba y sentía todo mi cuerpo arder.

― ¡Mi niño has despertado! ― escuché la voz de mi madre y me di cuenta de que solo podía abrir un ojo y para colmo, no sentía mis piernas.

― Má... Mamá... ― intente hablar, pero mi boca estaba seca.

― Shh mi niño deja llamo al médico ― mire como apretó un botón y en unos minutos tenía frente a mí a una doctora junto con sus enfermeras.

― Bien Señor Black que bueno que está despierto, le haré unas preguntas para determinar su estado de salud.

― No tienen nada de buenos ― conteste ― y sea rápida que quiero descansar ― ella solo se río de lado y negó con la cabeza.

― Valla que tiene un buen temperamento Señor Black, pero tranquilo que será breve ― me pasó una lámpara por mi ojo lo que me cegó.

Me hicieron varios exámenes y entre esas cosas me revelaron que había sufrido una severa lesión en mi espalda la cual me quitó la movilidad de mis piernas, afortunadamente no había sido tan grave según ellos pues había la posibilidad de que quedara parapléjico. Mi madre lloraba y me abrazaba pues la noticia fue muy impactante para mí.

Cuando recordé lo que jazmín había hecho con mi rostro les exigí que me dejaran verme en el espejo, mi madre se negó mucho tiempo hasta que logré convencerla. Me pasó un espejo pequeño y tomo mi mano al verme nervioso.

― Hijo, solo no te vayas a molestar, trata de estar tranquilo cuando mires y no olvides que mamá te ama ― asentí y pedí que me quitarán la venda. Con mi otro ojo miraba como la tela iba cada vez quitándose y me dejaba ver la horrible cicatriz que había quedado justo a la mitad de mi cara.

Apreté los puños mientras miraba el horrible reflejo que estaba delante de mi, no me podía reconocer, no podía si quiera imaginarme de esta forma. Lo bueno de todos esto es que podía aún ver con mi ojo derecho y eso quitó un poco de la angustia que tenía.

Me odie justo en el momento en que mis ojos miraron al engendro que se reflejaba en el espejo, las lágrimas querían salir, pero no debía dejarlas, la irá y el odio crecieron en mi corazón y solo quería matarla con mis propias manos a esa mujer que me trajo está desgracia.

― ¡La mataré mamá, la mataré! ― grité histérico mientras aventaba todo lo que tenía frente a mí.

― ¡Hijo no tiene caso, ella se suicidó! ― mire a mi madre perplejo y no podía creer que eso fuera cierto.

― ¡No,no,no! ― quise levantarme pero no pude y fue cuando mi madre me abrazo y yo ya no pude más que me desahogue con ella, llore como nunca lo había hecho pero me jure a mí mismo que esa sería la última vez que lo hacía, jure que sobre mi alma solo habría dolor y oscuridad. Así como la vida me había pagado así lo haría yo...

― Jefe, es hora de ir. El partido está por comenzar y el señor Evans quiere su presencia en la sala VIP ― la voz de mi asistente me regresa a mi realidad, justo 10 años después de ese incidente, ahora tengo 34 años y sigo postrado en esta silla de ruedas.

― Vámonos, no hagamos esperar a mi títere ― moví mi silla y mi reflejo en la ventana llamo mi atención, usaba está máscara que me cubría la mitad de mi cara.

― Entendido señor.

Jalo mi silla y me guío hasta el ascensor, desde ese incidente mi vida se volvió un día gris, pedí que toda evidencia de mi rostro anterior fuera borrada, me volví un hombre que hace negocios desde las sombras y que controla todo a su alrededor.

Nada se me escapa, tomo lo que quiero a mi gusto incluyendo, los fetiches sexuales.

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