Una bailarina para el alfa
Una bailarina para el alfa
Por: MaikBa
Prólogo.

Había llegado muy cansada a casa, eran cerca de las tres de la madrugada y ya no sentía mis piernas. El show había salido muy bien, tanto así que mi jefe me dijo que había sido una de las pocas escogidas para un gran evento que harían en el bar la otra semana, el cual era tan exclusivo que tendríamos el doble de seguridad nunca antes visto. Además de que vendrían famosos y personas muy importantes, la verdad es que era algo increíble. Sin embargo, no podía creer que esos hombres tan importantes y con tanto dinero pagaran por show tan baratos y desprolijos para las mujeres que como yo lo hacíamos por necesidad.

Que más daba, igual necesitaba ese dinero. Annie ha estado enferma, por lo que llevarla al hospital y las medicinas me quitaban gran parte de mi sueldo. Teníamos deudas, por lo que sería una gran ayuda, ese extra. Me quede dormida luego de recordar mis cuentas y que debía pagarle la colegiatura a Annie, ya que luego de que mi hermana nos abandonará. Decidí darle el mejor futuro a mi sobrina y la mejor educación posible. Haría todo por sacarla de este barrio tan peligroso, no era apto para una niña tan ingenua y noble como ella. además de ser riesgoso porque aún venían a buscar a Hannah sus vagos amigos, los cuales su mayoría eran drogadictos y los quería lo más lejos posible de mi pequeña.

Al siguiente día desperté muy temprano, quería hacerle un rico desayuno a Annie, así que salí a comprar tocino, huevos, queso y tostadas. Luego de preparar todo lo lleve hasta su cama, sorprendiéndola, se levantó muy contenta.

—¿A qué se debe despertar tan maravillosamente?—preguntó sonriente.

—¿Qué? ¿Tú tía no puede levantarte con un desayuno a la cama?—pregunté sirviéndole la bandeja en sus piernas, luego de que se sentará.

—Sí, pero es raro que lo hagas. Es más es raro que estés despierta a esta hora, si ayer llegaste más tarde de lo usual—respondió dándole un mordisco enorme a la tostada.

—Lo sé, pero me quede una hora extra ayudándole a limpiar a dory, además que me pagaron un poco más—respondí.

—¿Por qué trabajas tanto? Tía no quiero que te enfermes, trasnochar todos los días puede ocasionarte enfermedades—respondió con dulzura.

—Porque las cuentas no se pagan solas, Ann—respondí—, Además no te preocupes por mí, yo soy la adulta aquí, ¿Esta bien?—respondí divertida y ella me abrazo.

—Sí, tía. Gracias por cuidarme y quererme tanto, no como mi mamá que me dejo tirada como si fuese una muñeca trapo—respondió  triste.

—Eso ya no importa, ¿sí?—respondí—, Me tienes a mí, nunca te dejaría.

—Lo sé, te quiero mucho, tía—respondió abrazándome nuevamente.

—Y yo a ti, preciosa—le contesté—, Ahora corre a colocarte el uniforme, se nos hace tarde.

Asintió y se levantó de la cama, la tendí mientras ella se duchaba y vestía. La miraba peinar su cabello rubio con tanto esmero que me dolía el corazón creer que Hannah decidió perderse esto, ver a una niña tan hermosa y buena como Annie crecer.

Pero así era la vida, sé que fue consciente al tomar su decisión. Annie tenía trece años, no era una niña ingenua y fácil de engañar. Cada vez que volvíamos del colegio la veíamos drogándose con desconocidos que traía constantemente a la casa, me daba pavor el solo hecho de imaginarme que alguno de ellos drogado pudiera abusar de mi pequeña niña. Así que le agradecí inmensamente al universo que ella haya tomado la decisión de dejarnos y vivir su vida de vicios y hombres lejos, sobretodo de Annie. Era más difícil para mí mantener la casa sola, ella a pesar de no trabajar siempre conseguía dinero. Supongo que se prostituía, porque más de una vez me lo dijo, no quise creerlo, pero desde que murieron nuestros padres Hannah perdió la cabeza, dejo su carrera, dejo a su buen novio Thom, dejo su trabajo, dejo todo. No sabe ni siquiera quién es el padre de Annie, por lo que fue madre soltera, desde siempre. Annie sufrió mucho durante todos estos años, así que era necesario que ahora fuera una niña feliz. Así que lejos de quejarme de mantener sola la casa, le agradecía al universo, por darnos una segunda oportunidad de vivir mejor y alejadas de la toxicidad de Hannah.

Mi día pasó muy rápido, luego de llevar al colegio a Annie, pagar su colegiatura y comprar su nuevo uniforme de deportes. Me había quedado con poco más de doscientos dólares y debía pagar la luz o nos la cortarían. Así que fui a la oficina y pedí el recibo, eran exactamente ciento setenta y ocho dólares. Me quedaría veintidós dólares para la comida, así que anhelaba como nunca que llegará ese dichoso evento.

Los días pasaron, logré reponerme un poco de los gastos gracias a las propinas de los clientes del bar. Me sentía mucho más tranquila porque al menos había logrado pagar las cuentas, Annie estaba estudiando y tenía su tan necesario uniforme. Ya que al no saber que lo habían cambiado, no lo tenía y no había asistido a dos clases por esa razón. Hoy finalmente era el gran día, serían los diez mil dólares mejores recibidos.

 Estaba alistándome en el camerino con mi compañera de escenario. Me coloque mis medias de red negras, la falda extra corta de color rojo. Los tacones altos y puntiagudos, la blusa que dejaba ver gran parte de mi pecho, la corbata roja y unos guantes largos de seda. Y claro mi infaltable antifaz, que cubría gran parte de mi rostro, dejando ver solo mis labios. También use mis lentillas de color rojo, para verme más como el tema “un demonio”. No entendía porque de tantas temáticas a elegir, habían escogido está, pero como decía mi jefe “Al cliente lo que pida”.

La música sonó y con mi compañera nos dimos un asentimiento, saliendo juntas al mismo tiempo. Ella por la derecha y yo por la izquierda, corrí hacía ella y ella coloco su mano como un escalón, de forma que salté para llegar a lo más alto del tubo, hice mi silueta y pose, para luego bajar a través del tubo con mucha sensualidad. Mientras mi compañera hacía sus pasos, acompañada de la canción. Los silbidos y gritos del público no tardaron en hacerse oír, me centré en cada pieza de la rutina, no podía salirnos mal. Seguí la pista de la canción y baje jugando con mis piernas alrededor del tubo, mientras acariciaba mis muslos con mis manos. Podía escuchar los comentarios de todos esos hombres enloquecidos por nuestro show, la tentación es nuestra mejor arma. Así que volví a repetir la escena pero esta vez baje mucho más lento, para luego incorporarme al cambio de ritmo, ahora iba más rápida y era turno de mi compañera en subirse al tubo. Así que me mantuve caminando por el escenario con movimientos atrevidos, hasta bajarme y caminar por los entre los expectantes. Me detuve en uno y baile sentada en sus piernas, mientras el foco apuntaba hacía mí, hasta que logré mi cometido, al sentir su erección me levanté volviendo al escenario.

El show había salido simplemente espectacular, mi jefe nos felicitó y nos dio nuestro pago en efectivo, además de darnos un extra porque le había encantado escuchar las felicitaciones de los clientes.

Sonreí satisfecha, esto era lo que necesitaba. Más dinero y así poder comprarle el teléfono que tanto me pedía mi sobrina, estaba por irme cuando un hombre me tomó con una fuerza sobrenatural del brazo y me llevó a la parte trasera del escenario. No me gustaba quitarme el antifaz en el bar, porque podría revelar mi identidad. Por lo que solo me cambiaba la ropa. Y el antifaz lo quitaba al llegar a la estación de servicio de combustible de enfrente. Me asusté mucho pero no podía ver su rostro, ¿Acaso fue al cliente que le baile sensual? ¿Por qué me trajo aquí? Cuando estaba por gritar tapó mi boca con su mano, me desespere intentando patearlo. Pero el solo me olfateaba, luego mis vellos se erizaron cuando me habló.

Mía—dijo gruñendo en mi oído.

—¿Có-cómo? ¿Sa-sabe, mi no-nombre?—articule a preguntar, mientras sentía mucho más temor.

De repente dejándome totalmente confundida desapareció en cuestión de segundos, sin entender nada hui del bar. Volviendo a casa, sin comprender aún lo sucedido y simplemente sintiéndome descubierta, ¿Qué haría ahora?

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